A medida que Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, la ex República Yugoslava de Macedonia, Montenegro y Serbia -los seis países que integran Europa sudoriental (SEE)- salen de la recesión, están ahora preparados para comenzar a construir sobre la base del naciente crecimiento económico de la región. Aunque se prevé que ese crecimiento sea solo de 1,8 % en 2014, (i) este modesto aumento ayudará, sin embargo, a reducir el desempleo, aumentar las exportaciones y debilitar las presiones inflacionarias en las seis naciones. Con la lenta recuperación de la región, uno de los principales desafíos que surge para los encargados de formular políticas es garantizar que todas las iniciativas futuras destinadas a aprovechar este crecimiento sean inclusivas, de modo de aumentar la prosperidad compartida en todos los países de SEE.
El crecimiento económico es uno de los pilares de la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida en la región, pero un crecimiento que beneficie solo a algunos segmentos no es sostenible y puede limitar el potencial de crecimiento económico a largo plazo de un país. Aunque el aumento del consumo entre los que se ubican en el 40 % inferior de la distribución del consumo en los seis países de SEE ha variado, en general este nivel de crecimiento ha palidecido en comparación con muchas otras naciones vecinas de la región de Europa y Asia central (ECA). Para contrarrestar esta tendencia, se han puesto en marcha nuevas iniciativas que ayuden a los responsables de formular políticas en el desarrollo de normativas y programas que sean más inclusivas y contribuyan a incrementar los medios de subsistencia de las poblaciones más vulnerables en toda la región.
Sin embargo, para el desarrollo de este tipo de iniciativas es fundamental una sólida comprensión de los factores específicos que determinan la prosperidad compartida en estos seis países. Este examen es la fuerza que impulsa un nuevo documento que identifica estos factores determinantes y describe políticas y recomendaciones específicas para el diseño de intervenciones que puedan promover una mayor prosperidad compartida, en particular entre el 40 % más pobre de la población.
Esta nueva publicación titulada First Insights into Promoting Shared Prosperity in South East Europe (i) presenta un diagnóstico sobre el estado de la región en cuanto al fomento de la prosperidad compartida y explora los caminos –junto con distintas dimensiones– hacia esa meta.
“A partir del impulso de la prosperidad compartida, podemos contribuir eficazmente al crecimiento en general en la región”, señaló Gallina Andronova Vincelette, economista principal del Banco Mundial y coautora del documento. “Sin embargo, con el fin de lograr los resultados deseados, se necesitan más datos y análisis. Este es solo el primer paso en un largo camino”, aclaró.
A través de un enfoque basado en la disponibilidad de activos, la publicación recopila y analiza estos datos específicos, aplicando un marco macroeconómico para el desarrollo de políticas que contempla los bienes que poseen los hogares, la intensidad de uso (y el rendimiento final) de los activos y el impacto de las transferencias públicas y privadas para estos hogares. Este enfoque pone de manifiesto que el 40 % más pobre de la región no solo tiende a tener menos activos –como acceso a educación y poder de ahorro– sino que también los usa poco y obtiene menor rentabilidad por su utilización. El informe también revela que este grupo es además más vulnerable a las crisis, lo que disminuye aún más sus posibilidades de acumular posesiones y aumentar su capacidad productiva en el largo plazo.