Cuando el terremoto de 2010 golpeó a Haití, el Mecanismo de Seguros contra Riesgos Catastróficos del Caribe (CCRIF, por sus siglas en inglés) fue la primera institución capaz de movilizar fondos de emergencia dentro de las primeras dos semanas posteriores al desastre para atender las necesidades inmediatas del Gobierno.
Desde su creación hace siete años, el CCRIF ha realizado ocho desembolsos por un total de US$32 millones para ayudar a estos países a manejar la volatilidad presupuestaria luego de los recientes desastres naturales. Este mecanismo sirvió para aprovechar de manera exitosa los flujos de capital y la capacidad del mercado de seguros para fortalecer la capacidad de recuperación ante el clima de estos países.
Como individuos, estamos acostumbrados a pagar primas relativamente bajas para proteger a nuestras familias en caso que nuestros hogares se vean amenazados por algún evento natural. Algunos pequeños estados insulares del Caribe han estado implementando un modelo similar para protegerse del riesgo mucho más probable y devastador representado por las tormentas tropicales y los terremotos.
Nueve países de América Central y en Caribe experimentaron algún desastre natural con un impacto económico mayor al 50 por ciento de su PIB anual desde 1980. El impacto del terremoto de Haití se estima en 120 por ciento del PIB. Ese mismo año, el ciclón tropical Ágata tuvo consecuencias devastadoras en Guatemala, generando una suba del 5,5 por en la tasa de pobreza. Un año después del terremoto, el gasto en alimentos descendió entre 10 y 13 por ciento, mientras que la matriculación escolar descendió un 4 por ciento entre los niños de 7 a 11 años de áreas rurales.
Por primera vez, los Ministros de Economía de América Central y el Caribe se reunieron durante las Reuniones de Primavera del Grupo del Banco Mundial y el FMI para extraer enseñanzas del Mecanismo de Seguros contra Riesgos Catastróficos del Caribe (CCRIF) y ver cómo puede aprovecharse, brindando a los países centroamericanos cobertura ante tormentas tropicales, terremotos y otros riesgos, incluidas lluvias torrenciales.
Nicaragua y Honduras fueron los primeros países de América Central en anunciar su ingreso a este mecanismo. Otros países centroamericanos como Panamá, Costa Rica, Guatemala y El Salvador también expresaron un fuerte interés por formar parte del CCRIF.
Durante esta reunión, el Tesoro de los EE. UU. y México anunciaron que apoyarían la iniciativa proporcionando US$10 millones cada uno, además de la contribución aproximada de US$15 millones realizada por Canadá. Leonard Martínez-Díaz, vicesecretario adjunto, Medio Ambiente y Energía, Departamento del Tesoro de los EE. UU., llamó a los demás donantes presentes en la reunión a realizar una contribución. “Debemos generar una cultura del seguro”, dijo Leonard Martínez. “Como donante, me alegra ver un mecanismo útil en el área de adaptación al cambio climático que sea verdaderamente sustentable”.