“¿Ya compró su televisor para ver el Mundial?", preguntan con entusiasmo los vendedores de las tiendas de electrodomésticos de la capital brasileña. A poco menos de dos meses del pitazo inicial, aparatos cada vez más grandes acaparan las vitrinas de las tiendas, provocando miradas de asombro en los consumidores y estimulando el apetito de la industria de electrónicos.
Este año se producirán de 18 a 20 millones de televisores —30% más que el año pasado—, y se espera que la mayoría de esas ventas (un 60%) ocurran en el primer semestre, justo a tiempo para el campeonato de la FIFA, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Productos Eléctricos y Electrónicos (Eletros).
Pero esa fiebre de la televisión pre mundialista puede resultar perjudicial para el medio ambiente y para la población. Actualmente Brasil produce 6,5 kg de basura electrónica por habitante cada año, y se prevé que esa cifra aumente a 8 kg para finales de 2015, o sea, 1.6 mil millones de kilos de desechos electrónicos. Y el país aún no toma medidas para procesarlos adecuadamente.
La preocupación se ve agravada por el hecho de que 2014 será el último año en que Brasil producirá televisores de rayos catódicos (también llamados “de tubo”). A partir de 2015, de las fábricas solo saldrán pantallas de plasma y LCD.
Aunque estos dispositivos duran mucho más que un teléfono inteligente o una tableta, la cuestión de su eliminación inquieta a los expertos.
"Gran parte del crecimiento en las ventas de televisores LCD en 2010 se atribuye a la Copa del Mundo en Sudáfrica. En ese momento, la producción de televisores de tubo cayó un 30%; esta preferencia sin duda influirá en el volumen de los residuos electrónicos, ya que los consumidores reemplazarán sus artefactos normales por LCD en los próximos años", afirma un estudio del Banco Mundial (enlace en inglés).
Según su autora, Vanda Scartezini, los brasileños suelen donar sus aparatos de televisión viejos. Pero “con el aumento de la clase media brasileña y del consumo en los últimos años, hay cada vez menos gente dispuesta a aceptar un televisor pequeño o antiguo", explica.
Por eso, es posible que en los próximos años estos aparatos sean desechados de cualquier manera y en cualquier lugar. Esto puede ser perjudicial para el entorno y los recicladores informales.