Tres países de Latinoamérica tienen un récord que muchos consideran vital para la salud de sus ciudadanos: donar sangre voluntariamente.
Argentina, Brasil y Colombia encabezan la lista de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de unidades de sangre recolectada voluntariamente en la región —es decir, sin dinero de por medio—-, que, en Latinoamérica, suman 3,8 millones de unidades. Esta cantidad puede salvar casi 12 millones de vidas, tres por cada donación, según los expertos.
Pero aun así, Latinoamérica está lejos de la meta propuesta por las entidades rectoras de la salud mundial: que todos los países obtengan un 100% de sus insumos de sangre por medio de donaciones voluntarias para 2020.
De acuerdo con los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 9,3 millones de unidades de sangre recolectadas en América Latina y el Caribe, sólo el 41% de los donantes son voluntarios.
En el mundo, 73 países reciben más del 90% de sus donaciones de forma altruista. Y España destaca entre todos: casi el 100% de su sangre es a través de donaciones voluntarias, sin mediar ninguna contraprestación. De esta manera, cada día 350 personas recuperan su salud y 75 se salvan de morir gracias a los donantes, según los datos de la Federación Española de Donantes de Sangre.
El caso de nuestra región, en parte, es producto de nuestra cultura. Si le preguntamos a un latinoamericano cuándo fue la última vez que donó sangre, probablemente nos respondería que cuando tuvo un familiar hospitalizado por una enfermedad grave o por una cirugía. Muy pocos responderían que esa última vez fue cuando acudieron voluntariamente a donar sangre.
Debido a la coexistencia de estas dos modalidades de donación -reposición de la sangre que se da a un paciente hospitalizado y donaciones voluntarias- las reservas no son tan abundantes en nuestra región y la situación es un tanto confusa.
“Hay que perder el concepto de que solamente se dona cuando un familiar está mal”, explica Mabel Maschio, coordinadora del Programa Nacional de Sangre en Argentina.
Por las madres
El 14 de junio es el Día Mundial del Donante de Sangre que este año se celebra bajo el eslogan "Dona sangre para las que dan vida. Sangre segura para una maternidad segura" con la idea de hacer conciencia sobre el acceso oportuno a sangre y así prevenir la mortalidad materna.
Cada año mueren en el planeta más de 500.000 mujeres durante el embarazo, el parto o la lactancia y se estima el 15,3% de las muertes maternas de América Latina se deben a hemorragias.
La situación no es mucho mejor en el resto del mundo, donde, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de que se colectan casi 107 millones de unidades de sangre, no todas las personas que pueden se animan a donar, por lo que no se cuenta con un suministro suficiente de sangre segura.
La falta de sangre se hace sentir aún más en los lugares donde más se necesita: mientras que en los países de renta alta, alrededor de 36 personas por cada 1.000 realizan donaciones voluntarias, en países de renta media y baja, este número desciende a 11 y casi 3, respectivamente.
Un cambio de paradigma
Uno de los países de la región que se está acercando más a ese modelo es Argentina, donde más de mil personas al día necesitan recibir una transfusión de sangre. Hoy los donantes voluntarios representan el 35% del total, un número que hasta hace algunos años, era extremadamente inusual: en el año 2006 solo un 6% de las donaciones de sangre eran voluntarias.
Era en esa época cuando la mayoría de los pacientes dependían de la gestión de sus familiares o de la urgencia de la situación para conseguir donantes. Y la fragmentación de los bancos de sangre impedía una red integrada de suministro, con estándares que diferían según cada hospital.
Con la idea de pasar a un modelo en el que la totalidad de los donantes lo hagan por su propia voluntad, el Plan Nacional de Sangre del Ministerio de Salud, apoyado por Banco Mundial, trabajó en incentivar a provincias y municipios para salir a recolectar donaciones y centralizar los bancos de sangre.
“Los bancos de sangre son una fábrica donde se debe cuidar la calidad del producto de una población solidaria”, agrega Maschio, quien reconoce que fue donante de sangre voluntaria durante muchos años. “El bienestar que da donar vida es inmenso”, afirma.
Aunque el número de donantes voluntarios viene en aumento, falta mucho por hacer: 27,5 por cada 1000 habitantes argentinos dona sangre.