Desde la cuna del dulce de leche, también conocido como el partido de La Matanza, hasta las orillas de La Boca, se extiende el río Matanza-Riachuelo, de aproximadamente 64 kilómetros de longitud.
Si bien La Boca es famosa como destino turístico, este río es tristemente célebre por ser, desde hace más de 100 años, un depósito de desechos cloacales e industriales que lo ubican entre los cauces más contaminados del mundo.
Pero esto está cambiando. Argentina está implementando uno de los programas de recuperación de cuencas más ambiciosos en su historia ambiental: el Plan Integral de Saneamiento Ambiental para la limpieza y el desarrollo sustentable de la cuenca del Matanza-Riachuelo.
Esta iniciativa tiene respaldo del Banco Mundial, y es llevado adelante por la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), con la participación de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Además involucra a los 13 municipios por los que atraviesa la cuenca, así como la ciudad de Buenos Aires, y la empresa AySA (Agua y Saneamientos Argentinos).
“Acabamos de marcar un hito del proyecto. Ya se firmaron los contratos para comenzar con las grandes obras que mejorarán la cobertura de saneamiento”, informa Daniel Mira-Salama, especialista ambiental y co-gerente del proyecto por parte del Banco Mundial.
Estas obras de ingeniería de gran alcance son clave para la salud de unas 7 millones de personas que viven en el área, de las cuales al menos el 10% se encuentra por debajo de la línea nacional de pobreza.
Muchas de ellas viven en áreas inundables y en zonas vecinas a depósitos de basura, lo que genera, además de un problema ambiental, una preocupante situación para la salud de las familias. “Hoy el río es un foco potencial de problemas para la población que vive cerca de él”, afirma Mira-Salama.
Agua más clara para el Riachuelo
La solución busca, por una parte, limitar la descarga directa de residuos cloacales y oxigenar el agua, con la idea de que vuelva la vida al río.
Para ello, se construirá un gran tubo colector en la margen izquierda del Riachuelo, que conducirá los residuos cloacales a diferentes plantas de tratamiento, evitando así su descarga directa al cauce. El proyecto también contempla la construcción de un gran caño de 11.5 km de largo, que es el emisario subfluvial del Río de la Plata.
Además, el Plan Integral de Saneamiento contempla la ampliación y construcción de varias plantas de tratamiento alrededor de la cuenca y la construcción de estaciones de aireación mediante un sistema de cascadas.
“Todo esto va a permitir que, una vez implementadas las obras, diferentes usos que hasta el momento eran inimaginables, como pasear por el rio y otras actividades recreativas, sean posibles”, resume Mira-Salama.
Industrias comprometidas con el río
Una parte importante de la contaminación del río tiene que ver con el historial de descargas industriales de los más de 15.000 establecimientos localizados en la cuenca, haciendo que el río no sólo reciba residuos orgánicos cloacales sino también residuos industriales como por ejemplo de curtiembres, que vierten grandes cantidades de cromo y sulfuros.
Por esta razón, el programa de recuperación de la cuenca también incluye trabajos de reconversión industrial hacia una producción más limpia, a través de los cuales varias industrias ya han comenzado a trabajar en una mejor gestión de su desempeño ambiental.
Según ACUMAR, en la actualidad existen en la cuenca 459 industrias ya reconvertidas, y más de 1300 industrias en proceso de reconversión. Queda trabajo por hacer, pues siguen existiendo empresas declaradas como agentes contaminantes que aún necesitan mejorar sus prácticas productivas.
“El monitoreo de la pequeña y mediana industria es un tema complejo tanto en la cuenca del Matanza-Riachuelo como en el resto del mundo, y es necesario encontrar soluciones robustas y con eficiencia probada”, apunta Mira-Salama.
Frente a semejante desafío, expertos de España, Brasil y México se reunieron en la sede de ACUMAR en Buenos Aires para intercambiar experiencias sobre el manejo de industrias y el tratamiento de efluentes en cuencas.
Por ejemplo, en León, México, donde las curtiembres – una de las industrias más contaminantes – producen unas 50.000 piezas de cuero al día, se construyó una gran planta de tratamiento con la capacidad de sanear 2500 litros de agua por segundo. Así, se pueden destinar a otros usos las aguas residuales tratadas de las 150 industrias que además son constantemente monitoreadas para controlar el aporte másico que hacen a las redes de tratamiento, y finalmente, al Río Turbio.
Del otro lado del Atlántico, en la región de Murcia, en España, 46 plantas de tratamiento ayudan a mantener limpio al río Segura, lo que garantiza tener agua para una de las regiones más productivas en el cultivo de frutas y verduras del país. El proyecto de saneamiento del río Segura fue un gran esfuerzo que requirió más de 10 años de implementación. “El río tiene oxígeno en su totalidad. Ahora la gente puede pescar”, dice Miguel Ángel Ródenas, presidente de la Confederación Hidrográfica del río Segura.
Por su parte, la ciudad de Belo Horizonte lleva adelante un plan holístico donde el saneamiento ambiental y la restauración de los recursos hídricos tienen la meta de que la laguna Pampulha sea para el año 2015, apta para actividades náuticas.
El intercambio de experiencias y las mesas de trabajo que se crearon durante este evento posibilitaron el aprendizaje y la recolección de ideas que, adecuadas al caso argentino, pueden tener aplicación directa en el manejo de la contaminación industrial en la cuenca.