Betty Albarracín pregunta en su banco cuánto debe por usar su tarjeta de crédito, conseguir el monto exacto parece un secreto de estado.
“Esa información no sale en la pantalla”, es la respuesta que recibe del empleado detrás de la ventanilla.
La mujer, una empleada del hogar de unos 50 años, dice que “le da cólera” no poder averiguar algo tan básico como cuánto debe exactamente a la fecha, especialmente para que los intereses no agranden su deuda.
El caso de Albarracín es similar al de miles de latinoamericanos que cada día acuden a los bancos para solicitar servicios o realizar transacciones: la falta de información y educación sobre productos financieros esenciales para el funcionamiento de las sociedades modernas, tales como una cuenta de ahorro o una tarjeta de crédito.
Esto explica, en parte, uno de los mayores contrastes de la economía peruana: es una de las de mayor crecimiento en la región pero, al mismo tiempo, una de las que menos consumidores tienen una cuenta de banco (aunque esta realidad está mejorando).
De acuerdo a un estudio del Banco Mundial, sólo dos de cada 10 peruanos tienen una cuenta bancaria, mientras que en países vecinos como Venezuela y Chile, por ejemplo, cuatro de cada diez consumidores están bancarizados. En Brasil, la mayor economía regional, la cifra es de cinco por cada diez usuarios.
El boom económico latinoamericano de los últimos años ha impulsado el acceso al financiamiento en todos los sectores de la sociedad. Pero la apertura de este mundo financiero para gente no experta puede ser un dolor de cabeza.
Todo se resume en tres palabras: más educación financiera.
El estudio Protección del Consumidor y la Alfabetización Financiera en el Perú detalla esta realidad. Según el reporte, muchos peruanos carecen de una cultura sólida de ahorro en una institución financiera formal.
De acuerdo a una encuesta de la OCDE precursora del estudio, sólo el 40% de los encuestados sabía cómo calcular tasas de interés anual. Otro hallazgo significativo: un tercio de los entrevistados no entendía la relación entre riesgo y ventaja, mientras que la mitad de ellos no sabía que se puede reducir el riesgo mediante la diversificación de la cartera.
También quedó claro que el nivel de educación básica influye en la alfabetización financiera. Apenas el 16% de los encuestados con educación primaria utiliza el sistema financiero, mientras que el 40% de aquellos con educación superior utiliza productos y servicios financieros.
Pese a todo, la tasa de ahorro nacional en Perú ha aumentado a alrededor del 25%, frente al promedio regional del 21%.
Pero promover una mayor inclusión financiera exige mecanismos adecuados para garantizar el uso responsable de los servicios financieros, y específicamente que las poblaciones de bajos ingresos no caigan en el sobreendeudamiento, según explican los expertos en el estudio.
“Se deberían realizar consultas a los consumidores y medir sus conocimientos y comprensión de los diversos materiales informativos disponibles”, señala el informe. De esta forma se pueden detectar cuáles son las carencias en conocimientos de los productos que pueden a la larga perjudicar al consumidor.
“Los bancos realmente no son claros con sus cobros, y pueden cambiar las reglas del juego en cualquier momento, sin ni siquiera avisarte”, se queja Mario Rodríguez, un cliente del mismo banco que Albarracín.