Oriente Medio y Norte de África tiene una larga historia de lucha contra la escasez de agua, pero el impacto del cambio climático ha agudizado aún más el problema. Equilibrar la creciente demanda, que resulta de la rápida tasa de urbanización de la región, con la disminución de los suministros de agua natural ha convertido la gestión de los recursos hídricos en una máxima prioridad. Incluso un país como Túnez, concentrado actualmente en una transición política delicada y la creación de una economía en la que las oportunidades se compartan más ampliamente, no puede darse el lujo de perder de vista el agua.
Durante la última década, Túnez ha logrado un éxito considerable en la ampliación del acceso al agua y los servicios de saneamiento, pero aún quedan desafíos. Según el director de la Oficina Nacional de Saneamiento de Túnez (ONAS, por sus siglas en francés), Hlali Mesbah, el crecimiento de la población urbana ejerce una enorme presión sobre las reservas de agua. En el verano de 2013, el área metropolitana de Túnez, con una población de 2,5 millones de personas, fue testigo de los primeros cortes en el suministro a raíz de la escasez. Entre 2012 y 2013, el consumo de agua se incrementó un 12 % debido principalmente al aumento de la población urbana.
Junto a la urbanización, crece la demanda de agua por parte de la industria y la agricultura. La mayor demanda acumulada originada en estas tres áreas es un desafío que solo puede ser abordado mediante una gestión eficaz del abastecimiento hídrico.