El alto al fuego que se alcanzó en Gaza, a fines de agosto de 2014, dio a las organizaciones internacionales el respiro que necesitaban para idear los planes de recuperación y reconstrucción.
En términos de pérdidas humanas y destrucción material, el último conflicto ha sido más serio que cualquiera de los enfrentamientos previos en Gaza. Según cifras de las Naciones Unidas (ONU), alrededor de 2130 palestinos han muerto, muchos de ellos mujeres y niños. De la población total de Gaza de cerca de 1,8 millones, alrededor de 450 000 no tienen acceso a agua debido a los daños en la infraestructura y la baja presión del servicio, de acuerdo a la ONU.
La Autoridad Palestina (AP) está evaluando los daños en la infraestructura con el apoyo de varias organizaciones internacionales, entre ellas el Banco Mundial, organismos de la ONU y la Unión Europea.
En términos de servicios municipales, tales como agua, saneamiento y electricidad —sectores en los cuales el Banco Mundial tiene experiencia y conocimientos en esta zona—, el Banco ha dirigido el proceso de calcular rápidamente cuánto costarán las reparaciones y definir qué tipo de recursos serán necesarios para que Gaza vuelva a la normalidad. También está preparando tres proyectos destinados a ayudar al restablecimiento de los servicios en las áreas que más lo requieran.
La única central eléctrica de Gaza fue afectada seriamente, lo que significó la paralización de sus operaciones. Esto ha empeorado la escasez de energía, que ya era grave. La AP, por ejemplo, estima que solo se está tratando el 50 % de las aguas residuales. Además, los servicios de alcantarillado no funcionan apropiadamente, lo cual hace que las aguas residuales sin tratar se descarguen directamente en el mar. Esto es motivo de preocupación por los posibles efectos en la salud pública y el medio ambiente.
Enfrentada con una situación fiscal apremiante, incluso antes de la crisis, la AP misma no será capaz de cubrir los costos de la recuperación y reconstrucción. La ayuda ha bajado casi un tercio desde su nivel máximo en 2008. Un ajuste fiscal substancial no ha guardado relación con la reducción de la asistencia externa. Gaza ya estaba enfrentando, antes del conflicto, un déficit financiero por lo cual necesitaba ayuda de los donantes.
La guerra en Gaza agravará considerablemente esta carencia de recursos. El Banco se está preparando para ayudar a la AP con donaciones destinadas a políticas para el desarrollo que permitan cubrir gastos de emergencia en los sectores de educación, salud y protección social. Una conferencia sobre la asistencia internacional está prevista para octubre.
La economía de Gaza ha sido insostenible durante años debido al conflicto recurrente y a un bloqueo vigente de las exportaciones e importaciones. Su capacidad de recuperación dependerá del cese de las hostilidades y de volver a conectar las economías de Cisjordania y Gaza. También será clave permitir la libre circulación de las personas y los productos y aumentar los flujos de asistencia para financiar los servicios públicos esenciales y los planes de reconstrucción. Sin embargo, el crecimiento económico real a largo plazo no será sostenible sin la creación de empleos a través de un sector privado más dinámico. Para que esto ocurra, las restricciones israelíes al acceso a los mercados y los recursos naturales deben ser eliminadas, de modo que la economía de Gaza tenga la oportunidad de mejorar.