Si retrocediéramos unos 30 años, los titulares de los periódicos estarían plagados con la noticia de un virus que hasta los mismos médicos desconocían. Poco se sabía de esa extraña epidemia que tiempo después se llevó a leyendas de la música como Freddy Mercury o Héctor Lavoe y a varias estrellas de Hollywood.
Hoy sabemos que esa misma enfermedad no distingue sexo, ni raza ni religión. Es la misma que ha provocado la muerte de unas 25 millones de personas a nivel mundial. En la actualidad, es un viejo conocido y su nombre ya no es novedad: el sida.
También se ha determinado que las características de la epidemia son diferentes en cada región. En África Subsahariana, por ejemplo vive el 69% de las personas con VIH, solo la mitad de ellos recibe tratamiento antirretroviral y se estima que más del 55% de los infectados son mujeres. Asia, por su parte, concentra la epidemia en trabajadores sexuales y personas que usan drogas intravenosas.
“En el caso de América Latina existe una marcada prevalencia del virus en hombres que tienen sexo con hombres y la epidemia se invisibiliza por el estigma hacia las personas que viven con VIH y la discriminación por orientación sexual”, dice Fernando Lavadenz, especialista sénior en salud del Banco Mundial.
Pero lo cierto es que la región de América Latina y el Caribe mejoró sustancialmente reduciendo la prevalencia de la enfermedad en la última década. “Paso a ser la región con la peor carga de muerte y enfermedad por VIH-sida en los años 2000, a ser la cuarta región más afectada, después de África Subsahariana, el sur Asia y la región del este y centro de Europa en 2010”, afirma Lavadenz.
El acceso a tratamientos es la clave
Hoy en día, la epidemia del VIH en la región se encuentra estable: más de 1,6 millones de latinoamericanos están afectados pero según datos de ONUSIDA, entre 2001 y 2012, se registró un descenso de 36% de muertes relacionadas a la enfermedad. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que en la actualidad casi 600.000 personas más que en 2003 reciben tratamiento antirretroviral en la región.
Un reflejo de esto es el caso de Argentina. “La carga de la enfermedad se ha reducido significativamente por varios factores, entre ellos y quizás el más importante, el acceso gratuito y universal a los medicamentos antirretrovirales”, explica Lavadenz.
Un estudio del Banco Mundial con apoyo de ONUSIDA, reveló que gracias a los tratamientos disponibles, entre 2001 y 2010, al menos 4.300 personas se salvaron de la enfermedad en Argentina. El país destina el 80% del presupuesto para VIH-Sida a cuidados y tratamientos, en comparación al 75% promedio de la región.
“Pero además se trata de saber si se gasta bien”, dice Lavadenz y señala que el estudio encontró que a pesar del alto costo de los antirretrovirales en Argentina, la relación costo-beneficio del Programa Nacional de Sida es positiva.
“Los beneficios no solo fueron vidas salvadas sino que los ahorros de Argentina fueron superiores a los 748 millones de dólares, al estimarse los costos ahorrados en las complicaciones de tratamiento de las personas afectadas en estadios avanzados y a los contagios que se evitaron”, explica el experto.
“Este es un caso exitoso e incluso anecdótico de que en VIH el tratamiento fue la mejor prevención y una buena lección para Latinoamérica”, afirma.