¿Alguna vez escuchaste hablar del sauce blanco? Probablemente no, pero esta es la planta de donde se extrae el principal compuesto de un medicamento del que seguramente sí conoces: la aspirina. Desde la antigua Grecia, el uso de la corteza del sauce blanco, de donde proviene el ácido acetilsalicílico, ha permitido aliviar síntomas como la fiebre y el dolor de cabeza.
En todo el mundo, miles de compuestos derivados de plantas y animales son utilizados diariamente como fuente primaria para crear medicamentos. Un 80% de los países en desarrollo cuenta con la medicina tradicional para su atención básica en salud y se calcula que el comercio internacional de plantas medicinales asciende a 60.000 millones de dólares al año. Sin embargo, las altas tasas de deforestación amenazan a esta industria global.
De las 50.000 plantas medicinales conocidas –que forman la base de más del 50% de todos los medicamentos-, hasta una quinta parte corre el peligro de extinción a nivel local, nacional, regional o global debido a la deforestación.
La diversidad biológica de todo el planeta es clave no solo para hacer medicamentos sino para otras industrias. Según datos del Ministerio de Agricultura, sólo en el Perú -que ocupa el tercer lugar de los países con más biodiversdad en el mundo-, se usan unas 4,400 especies de plantas nativas para alimento, medicinas, fibras, tintes, madera, leña y otros productos. Esto representa un movimiento de 4,000 millones de dólares al año.
Desde los Andes de Perú hasta las playas de México, en la región se encuentra el 34% de las especies de flora y el 27% de mamíferos en el mundo.
Si bien América Latina alberga siete de los 17 países más diversos biológicamente del mundo - Brasil, Colombia, Ecuador, Costa Rica, México, Perú y Venezuela-, la biodiversidad de la región se ha visto amenazada por la poca inversión.
Según un informe del Banco Mundial, en promedio, los Gobiernos de América Latina asignan apenas el 1% de sus recursos destinados a medio ambiente a áreas protegidas, lo cual equivale a un promedio de 1,18 dólares por hectárea. Esta cifra cubre sólo el 54% de las necesidades de estas áreas para su mantenimiento ante amenazas como la deforestación, advierte el reporte, que señala que para proteger de forma sustentables los ecosistemas en las áreas protegidas se necesitaría destinar unos 1.083 millones de dólares.
La preservación de la biodiversidad se traduce no solo en garantizar que los bosques de la región sigan en pie y que los ríos fluyan libres de contaminantes; se trata, principalmente, de la vida cotidiana de los latinoamericanos, ya que la protección del delicado equilibrio ecológico incide directamente en su calidad de vida, agrega el estudio.
Muchos de los ecosistemas más vulnerables de la región se encuentran en zonas valiosas y altamente cotizadas, donde la agricultura, la minería y la acelerada expansión urbana ejercen presión adicional sobre las iniciativas de conservación.