Por Melanie Mayhew, oficial de Comunicaciones
16 de abril de 2015. Desde fines de 2013, el ébola ha sacudido a África occidental, devastando comunidades y destruyendo las economías de Guinea, Liberia y Sierra Leona, y echando por tierra muchos de los avances sociales, económicos, en salud y en educación que estos países habían alcanzado en los últimos años.
Durante meses, los hospitales fueron como zonas de guerra. Las escuelas estuvieron vacías. Los agricultores abandonaron sus granjas. Las empresas colapsaron, arruinando a sus trabajadores. Los padres dejaron de administrar vacunas vitales a sus hijos, muchas mujeres se murieron durante el parto, cientos de trabajadores de la salud perdieron la vida y las familias dejaron de tener alimentos y agua.
Esta semana, reabrieron las escuelas en Sierra Leona, más de nueve meses después de que el ébola las obligara a cerrar sus puertas. Los establecimientos sanitarios están empezando a prestar nuevamente servicios de salud esenciales. Algunas personas están volviendo al trabajo en las ciudades y en los campos. Aun así, a pesar de estos signos positivos, la lucha para poner fin al ébola está lejos de terminar.
Reducir el número de casos a cero y mantenerlos en ese nivel
Guinea y Sierra Leona siguen informando nuevos casos de ébola. Liberia está “conteniendo el aliento” hasta principios de mayo, cuando podría ser declarada libre de ébola si no se informan nuevos casos. Para los países que logren reducir a cero el número de casos nuevos, el desafío consistirá en evitar rebrotes del virus.
El ébola ha causado más de 10 000 muertos en Guinea, Liberia y Sierra Leona, y ha infectado a más de 25 000 personas, entre ellas a Mariatu (de 45 años) y su hija Adama (de 12 años) que viven en Rokupa, Sierra Leona. El virus infectó a 13 de las 14 personas que habitaban en el hogar. Diez miembros de la familia sucumbieron al ébola, incluidos siete de los hijos de Mariatu y su esposo. El virus pronto se propagó a toda la comunidad, ubicada en una ladera.
“Estoy destrozada”, declaró al recibir el certificado médico en el que constaba que ya no tenía la enfermedad.
Para reducir a cero los casos en las comunidades como la de Mariatu —y mantenerlos en ese nivel—, se requieren campañas domiciliarias para educar a las familias, así como el rastreo para localizar a todas aquellas personas que hayan tenido contacto con los casos de ébola confirmados. Estas iniciativas llevadas a cabo por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), e impulsadas por voluntarios de la comunidad, están rompiendo las cadenas de transmisión en los vecindarios. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) proporciona alimentos y otros suministros esenciales a los hogares que están en cuarentena como resultado del rastreo.
El Grupo Banco Mundial está financiando algunas de las iniciativas de movilización social, rastreo de contactos y entregas de alimentos de UNICEF, la OMS, UNFPA y el PMA en los tres países. Desde el comienzo de la crisis, el Banco Mundial ha sido una de las principales entidades de financiamiento de la respuesta al ébola, suministrando atención y tratamiento, conteniendo y evitando la propagación de infecciones, ayudando a las comunidades a lidiar con el impacto de la crisis y mejorando los sistemas de salud pública.
Para los trabajadores de la salud —a los cuales el Grupo Banco Mundial orienta especialmente su financiamiento—, esto ha implicado garantizar que haya suficiente personal médico local e internacional disponible para responder al brote de las infecciones de ébola y que estos profesionales cuenten con los suministros esenciales, medicamentos, equipos de protección personal y materiales para el control y la prevención de infecciones, pagos por condiciones de trabajo peligrosas y prestaciones por defunción, y con la capacitación que necesitan para realizar su trabajo.
Camino hacia la recuperación
Los países que están trabajando para eliminar el virus se encuentran ante un desafío a largo plazo que deben abordar en forma simultánea: recuperarse de las consecuencias sociales, económicas y sanitarias del mayor brote de ébola de la historia.
Las encuestas de alta frecuencia realizadas a través de teléfonos celulares, que dieron a conocer esta semana el Grupo Banco Mundial y sus asociados, muestran que hay signos de mejora (i) en Sierra Leona, pero que la situación económica sigue siendo irregular.
En Sierra Leona, se han registrado mejoras generales en el empleo desde noviembre, pero el empleo entre los jóvenes de Freetown ha ido disminuyendo de forma ininterrumpida y se ha cuadruplicado el porcentaje de empresas no agrícolas que dejaron de operar. Cerca del 70 % de los hogares está tomando al menos una medida concreta para hacer frente a la escasez de alimentos.
En Liberia, los hogares agrícolas informan que la cosecha de 2014 fue inferior a la del año anterior. El Banco Mundial ha proporcionado (i) 10 500 toneladas de semillas de maíz y arroz a más de 200 000 agricultores en Guinea, Liberia y Sierra Leona para ayudarlos a lidiar con el impacto del ébola en sus cosechas.
Tras la reapertura de las escuelas en Liberia, más del 75 % de las personas con hijos en edad de asistir a la educación primaria informó que al menos algunos de estos han vuelto a clases. El Grupo Banco Mundial ha estado entregando (i) apoyo a más de 18 000 escuelas durante el proceso de reapertura, entre otras cosas, garantizando la limpieza e higienización de las instalaciones, construyendo o reparando dispositivos para el lavado de manos y puntos de abastecimiento de agua, y enseñando a los maestros cómo usar termómetros.
En la encuesta, los padres mencionaron la falta de dinero como el principal obstáculo a la hora de enviar a sus hijos a la escuela.
“La epidemia traumatizó a los alumnos”, declaró Ousmane Sacko, que enseña filosofía en el undécimo y duodécimo grados del colegio secundario Groupe Scolaire Woodia Berete, cerca de Conakry en Guinea. “Al haber estado tanto tiempo en sus casas, se olvidaron de lo que habían aprendido”.
Dorris, de 9 años, que asiste al jardín de infantes de la escuela pública Billytown en Liberia, pertenece al grupo de los que han vuelto a clases.
“Estoy contenta de estar en la escuela porque ya no hay más ébola”, expresó.
Sin el sostén de la familia, Mariatu, la sobreviviente del ébola de Rokupa en Sierra Leona, declaró que no sabía cómo haría para comprarles alimentos a sus hijos o pagar la matrícula de la escuela de Adama.
Ahora que ha sobrevivido al ébola, Adama tiene un objetivo para el futuro.
“Cuando sea grande, voy a ser abogada, así puedo cuidar mejor a mi mamá”, manifestó.
Según la encuesta, la prestación de servicios sociales en Sierra Leona —que ofrece atención gratuita de la salud para embarazadas, madres primerizas y niños menores de 5 años— ha comenzado a mejorar desde noviembre. El porcentaje de mujeres que dieron a luz en una clínica aumentó del 28 % al 64 %, y el porcentaje de embarazadas que recibieron al menos una visita prenatal pasó del 56 % al 71 %.
Las inversiones constantes en la recuperación deberán centrarse en la consolidación de los sistemas de salud, la agricultura, la educación, las transferencias de efectivo y otros programas de protección social, y la infraestructura vital, como electricidad, suministro de agua, saneamiento y caminos.
Planes de recuperación
El 17 de abril, durante las Reuniones de Primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), los presidentes de Guinea, Liberia y Sierra Leona compartirán sus planes de recuperación frente al ébola con ministros de Finanzas y Desarrollo y asociados internacionales con el objeto de reunir apoyo mundial para reducir el número de casos a cero y mantenerlos en ese nivel, impulsar la recuperación, y crear sistemas de salud y economías más resilientes.
Estos fondos se utilizarán también para desarrollar un sistema de vigilancia epidemiológica en toda la región de África occidental, que ayudará a prevenir o contener futuras pandemias.
“La crisis provocada por el ébola le ha mostrado al mundo que nuestro sistema de salud es vulnerable”, afirmó el Dr. Diallo Thierno Sadou, obstetra de Matam en Guinea, que contrajo el virus del Ébola mientras operaba a una embarazada.
Para garantizar una mejor atención y prevención, una detección más rápida y el seguimiento de la enfermedad, y fortalecer la capacidad para tratar y contener futuros brotes, es indispensable invertir en sistemas de salud sólidos y resilientes, atención preventiva y sistemas de salud pública.
El Grupo Banco Mundial, junto con sus asociados, está elaborando un plan para implementar un mecanismo de emergencia para casos de pandemia, (i) que incluya nuevas modalidades de financiamiento destinadas a acelerar el manejo de los recursos cuando se produzcan brotes en el futuro.