En las afueras de Sirohi, en el estado indio de Rajastán, hay numerosas pequeñas aldeas tribales hechas de ladrillos de arenisca que se integran sin problemas en el terreno que las rodea. Los hombres, muchos de ellos con arrugas tan profundas que pareciera que la historia de su vida está escrita en su piel, continúan usando los tradicionales turbantes blancos y bigotes lo suficientemente largos como para enrollarlos en medio de seudosonrisas. Entre el mar de hombres de blanco, una mujer vestida con un sari rojo y azul brillante camina audazmente por la calle.
Hace dos años, Manisha Rawal no habría pensado en dejar su hogar. Aunque había recibido educación, la entonces joven de 16 años no veía ninguna razón para alejarse. Su familia, tareas domésticas, y vida estaban dentro de las paredes de su casa de piedra, a 30 kilómetros en las afueras de Sirohi. En el exterior, parecía que solo había una atención no deseada.
“Cuando sales, sobre todo sola, las personas te prestan una atención que no deseas. Gritos y silbidos, y yo no podía hacer nada al respecto”, dijo. Los ojos intensos de Manisha y su capacidad de llevar la conversación hacen difícil creer que alguna vez haya tenido demasiado miedo de salir de su hogar.
Eso fue así hasta que un voluntario de Educate Girls golpeó la puerta de su casa. En esa ocasión, este les contó acerca de una próxima capacitación para el equipo Balika, un grupo de voluntarios de su comunidad que trabaja para que todas las niñas regresen a la escuela. Estaban reclutando nuevos miembros.
Educate Girls fue creada en 2007 para abordar las causas profundas de la desigualdad de género en el sistema educativo de India. La empresa social seleccionó como destino a Rajastán, una región en el noroeste del país, donde la sociedad es tradicionalmente patriarcal y donde existen prácticas sociales, tradiciones y costumbres muy arraigadas. A menudo, una niña se considera menos digna que un niño y se la mantiene en la casa para realizar las tareas domésticas. Es más, el matrimonio infantil es la norma, no la excepción. Esto ha llevado a que un 40 % de las niñas abandone la escuela antes del quinto grado, y el 68 % se case antes de la edad legal.
A pesar de esta realidad, el modelo de Educate Girls ha logrado que el 99 % de las niñas destinatarias se matricule en la escuela, y que la tasa de retención escolar haya aumentado al 87 %. Su modelo aborda la raíz del problema: la falta de identificación de la comunidad. Esto incluye una combinación de acciones, como el establecimiento de planes de matriculación impulsados por la comunidad, la formación de comités de administración escolar, y campañas para crear conciencia acerca de los beneficios de educar a las niñas.
En 2011, Educate Girls ganó una donación de la Feria del Desarrollo para ayudar a ampliar su cobertura y mejorar su capacidad organizativa. Este programa del Grupo Banco Mundial existe hace más de una década y fue creado originalmente para fomentar ideas innovadoras que permitan proporcionar a los más pobres servicios asequibles. Desde entonces, la iniciativa ha evolucionado para fortalecer los modelos de empresas sociales y mejorar el entorno en el que estas funcionan. Tales modelos se están incorporando también en la tarea que el Banco Mundial ya está haciendo en un país determinado y son complementados con la aparición de proveedores de servicios no gubernamentales.
Las empresas sociales en todo el mundo están cambiando la manera en que se entregan los servicios básicos esenciales a quienes viven en la pobreza extrema. Al igual que Educate Girls, estas organizaciones –algunas con fines de lucro, otras sin fines de lucro, o una combinación de ambas– han desarrollado modelos de negocios innovadores que llegan a la raíz de los problemas que se presentan en la entrega de servicios. Estas empresas sociales que, con frecuencia, trabajan fuera de los límites de la esfera pública, tienen flexibilidad para desarrollar estas soluciones y capacidad para implementarlas rápidamente en sus comunidades. Además, estas soluciones suelen ser más eficaces dado que quienes las han desarrollado han convivido con el problema y tienen una comprensión profunda de las complejidades que existen en torno a los desafíos en la prestación de servicios.
En el centro del modelo de Educate Girls están los voluntarios como Manisha; los voluntarios que conforman el equipo Balika.
Manisha es solo una de los 4500 voluntarios de la comunidad que están al frente de la matriculación escolar. Estos jóvenes van de puerta en puerta para convencer a las familias de que sus hijas merecen una educación. Dado que provienen de las mismas comunidades, las familias son más receptivas con ellos y han demostrado ser la clave del éxito de Educate Girls. Además, trabajan en las escuelas para garantizar que una vez matriculados, los niños reciban la mejor educación posible.
A instancias de su madre, quien nunca tuvo la oportunidad de estudiar, Manisha y su hermana asistieron a la capacitación y se unieron al equipo Balika casi inmediatamente. En las capacitaciones de seguimiento aprendieron cómo acercarse a desconocidos, trabajar con niños, y ser persistentes en situaciones difíciles.
“Educate Girls me ha permitido ser un modelo para mi aldea”, dijo Manisha. “Si las niñas obtienen la oportunidad de estudiar, tendrán el poder de cambiar el mundo. Pero, en realidad, no se trata solo de las niñas, quiero que todos los niños vayan a la escuela. Si deseas cambiar la vida de alguien, la educación es la mejor manera”.
Desde que Educate Girls llegó a su existencia, Manisha ha comenzado a ver la vida fuera de los muros de piedra de su casa. Ahora quiere convertirse en maestra.