En 2014, el Gobierno egipcio ajustó la manera de mantener asequibles los alimentos básicos (como el pan). En vez de subvencionar la harina a las panaderías que fabrican pan baladí (rústico), comenzó a financiar a través de una tarjeta inteligente las barras de pan. Previamente, la harina y el pan subvencionados se compraban baratos y se vendían a un alto precio. El nuevo enfoque limita las adquisiciones a un máximo de cinco barras de pan diarias por persona, lo que hace mucho más difícil explotar el sistema.
Una eficaz focalización de este subsidio es importante porque la agitación tanto política como económica ha significado que más personas tengan menos dinero para alimentos en Egipto hoy en día en comparación con hace una década, y la pobreza extrema ha aumentado de 16,7 % de la población en el ejercicio 1999-2000 a 26,3 % en el ejercicio 2012-13. Cerca de la mitad de los egipcios (el 49 %) son clasificados como pobres o vulnerables porque carecen de dinero para otras necesidades básicas, como la salud y la educación.
El pan baladí no fue el único alimento afectado por las reformas normativas. Anteriormente, la mayoría de los egipcios podía postular a una canasta mensual de alimentos baratos, como aceite de cocina, azúcar, arroz y pasta. Esto significó que los productos de poca calidad permanecieron en el mercado y, porque eran de bajo costo, incluso eran revendidos. El nuevo sistema fija una pequeña asignación mensual en una tarjeta inteligente para cada egipcio, dándoles a las personas más opciones de uso. Cualquier dinero o crédito no utilizado de pan baladí se puede convertir en puntos, incentivando a las personas a comprar también otros alimentos.
En términos generales, el sistema de protección social de Egipto exige un gran porcentaje del presupuesto anual del Estado, pero históricamente su impacto sobre la pobreza y el desarrollo de capital humano ha sido limitado. Las reformas estructurales largamente esperadas que llevaron a los cambios en julio de 2014 incluyen liberar de manera gradual los precios de la energía durante un periodo de cinco a 10 años. El Gobierno ya ha permitido que el costo de los combustibles fósiles y de la electricidad aumente, asignando alrededor de la mitad (27 000 millones de libras egipcias o US$3600 millones) de los resultantes 51 000 millones de libras egipcias (US$6700 millones) ahorrados a programas de salud, educación, investigación científica y protección social, específicamente la reforma y la expansión de las redes de protección social.
Pero en 2013-14, más del 7 % del PIB de Egipto todavía se destinó a subsidios de financiamiento de la energía, dos tercios (el 68 %) de los cuales beneficiaron más a los dos segmentos más ricos de la sociedad. En términos reales, esto fue superior al gasto del Gobierno en salud, educación y en inversión pública, de manera combinada.
No obstante, se están tomando otras medidas para lograr que la ayuda del Estado llegue directamente a los más pobres entre los pobres. Además de la racionalización de las políticas de protección social existentes, Egipto estableció en 2012 un programa de trabajos que requieren el uso intensivo de mano de obra, implementado por el Fondo Social para el Desarrollo (SFD, por sus siglas en inglés), que es apoyado por el Banco Mundial y la Unión Europea (UE). Con la atención puesta en regiones, tales como el Alto Egipto —retrasada en términos de desarrollo humano—, proporciona trabajos temporales para quienes buscan empleo, especialmente las personas no calificadas y los jóvenes.