Buenas noticias: en poco más de una década, el brasileño promedio se ha convertido en un trabajador más cualificado y mejor pagado, de acuerdo con el nuevo informe Trabajo y Ganancias Salariales Sostenibles en Brasil: Una Agenda de Capacitación y Empleo, del Banco Mundial.
El salario mínimo, por ejemplo, casi se duplicó en términos reales desde 2002, lo que en gran medida ayudó a reducir la pobreza y la desigualdad. El nivel educativo medio - todavía bajo en relación a otros países - se incrementó en más de un 50% entre 1995 y 2010. El desempleo y la informalidad también cayeron en los últimos años, según el estudio.
La mala noticia es que la productividad del trabajo a veces se mantuvo, y otras veces disminuyó. Desde 2004, las ganancias en los salarios reales fueron superiores a la productividad.
Por si esto fuera poco, las proyecciones indican que la economía brasileña se contraerá en un 2,6% el próximo año. Las consecuencias serán, entre otras, la caída en el empleo y menores incrementos en el salario mínimo.
Para que las familias brasileñas no vean deteriorarse su calidad de vida, el estudio sugiere tomar cuanto antes algunas medidas para mejorar el empleo y la productividad. He aquí cuatro ideas propuestas por el estudio:
1) Fortalecer los programas de formación profesional
El Pronatec (responsable de la formación técnica y para el trabajo) ofreció 8,8 millones de plazas entre 2011 y 2014, pero hay poca información sobre el impacto del programa sobre empleabilidad y en los ingresos de los estudiantes. Para aumentar la eficacia del principal programa de educación técnica del gobierno, el estudio recomienda:
- Mejorar los sistemas de seguimiento y evaluación para determinar las necesidades de capacitación y
orientar mejor la expansión del programa. - Aumentar las alianzas con el sector privado para comprobar las áreas más necesitadas de formación y facilitar el acceso de los estudiantes a las pasantías y las ofertas de trabajo.
- Proporcionar a los estudiantes la orientación profesional para apoyarlos en la transición entre la escuela y el mercado laboral. Y además, ayudar a los estudiantes mayores de cambiar de trabajo o incluso la industria.
2) Dar una mayor eficiencia para suministrar sistemas de búsqueda de empleo
Con su Sistema Nacional de Empleo (SINE), Brasil gasta menos del 2% del presupuesto para mejorar las políticas de acceso al mercado laboral. Esto se refleja en la baja tasa de inserción laboral del 12%, frente al 36% en México. En 2012, sólo el 23% de las plazas ofertadas se llenaron por SINE. "La reforma del sistema es una de las políticas que menos cuesta y puede ser más eficiente para aumentar la empleabilidad de los pobres", dice el estudio, que también propone:
- Mejorar la estructura, gestión, seguimiento y evaluación del SINE.
- Clasificar los que buscan empleo para facilitar la oferta de plazas.
- Invertir en sistemas de información para alinear la demanda del mercado con los candidatos.
- Hacer una búsqueda activa de las empresas que contratan a trabajadores no calificados.
- Establecer indicadores y metas de reenvío de vacante, momento en el cual el empleado está en ese puesto de trabajo, etc.
3) Reducir la rotación de los trabajadores
La rotación de los trabajadores brasileños es demasiado alta para los estándares internacionales, y a su vez, desalienta a los empresarios a invertir en formación, según el informe. El fenómeno ocurre principalmente porque los trabajadores a menudo cambian de trabajo para mejorar sus ingresos (57% en 2013). Los pagos al INSS (seguridad social) y otras tasas también son altos, lo que representa el 33% de los costes laborales, mientras que en países de la OCDE ascendería a alrededor del 20%.
- Revisar las leyes laborales actuales podría motivar a las empresas ya los trabajadores a tener contratos de trabajo más largos, estimular el empleo y mejorar la productividad.
- Crear incentivos (como los bonos) para los que encuentren trabajo más rápido o permanezcan en el cargo por más tiempo. Monitorear los esfuerzos de búsqueda de empleo e imponer sanciones para aquellos que rechacen ofertas.
- Evaluar y reestructurar la actual Ley de Aprendiz para animar a más empresas a contratar trabajadores jóvenes (14-24 años).
- Estudiar más a fondo el impacto de los programas de apoyo a los emprendedores.
4) Mejorar las políticas de inclusión productiva
La mayoría de los pobres brasileños están trabajando, pero su ingreso es bajo. En las zonas urbanas, a través del Pronatec, las vacantes dirigidas a los pobres (40% del total) han aumentado significativamente desde 2011. Para fortalecer y diversificar los programas de inclusión productiva - como Pronatec, iniciativas de microcrédito y apoyo a la agricultura familiar – pondrá mejores puestos de trabajo al alcance de los más pobres, argumentan las autoras. Sin embargo, todavía hay retos que superar:
- Proporcionar capacitación en áreas como liderazgo, motivación y trabajo en equipo, así como en habilidades técnicas.
- Aumentar el acceso a servicios de apoyo al trabajador, como guarderías infantiles y puestos de intermediación de mano de obra.
- Facilitar la transición de los trabajadores rurales a empleos no agrícolas (para quienes lo quieran).
- Mejorar los sistemas de seguimiento y evaluación de los actuales programas de inclusión productiva.