Los impactos climáticos afectarán en mayor medida a la agricultura, un sector clave en los países más pobres y la principal fuente de ingresos, seguridad alimentaria, nutrición, empleo, medios de subsistencia e ingresos por exportaciones. Para 2030, las pérdidas de rendimiento de los cultivos podrían significar que los precios de los alimentos estén un 12 % más altos en promedio en África al sur del Sahara. La presión sobre los hogares pobres, que gastan hasta un 60 % de sus ingresos en alimentos, podría ser aguda. La desnutrición resultante podría conducir en África a un aumento del 23 % en los casos de retraso grave del crecimiento.
A nivel mundial, un calentamiento de entre 2 °C y 3 °C podría aumentar hasta un 5 % el número de personas en riesgo de contraer paludismo, o sea, más de 150 millones de personas afectadas. Habría casos más frecuentes de diarrea y la mayor escasez de agua tendría un efecto sobre la calidad del agua y la higiene. El resultado serían aproximadamente unas 48 000 muertes adicionales de niños menores de 15 años como consecuencia de enfermedades diarreicas para 2030.
Para evitar que esta imagen sombría se convierta en realidad, el informe prescribe un “buen” desarrollo que sea rápido, inclusivo e informado en relación con el clima. Esto incluye continuar y ampliar los programas que reducen la pobreza y aumentar al mismo tiempo la capacidad de las personas para prepararse y enfrentar las crisis. Por ejemplo, en Kenya, el Programa de Red de Protección contra el Hambre evitó que aumentara un 5 % la pobreza entre los beneficiarios a raíz de la sequía de 2011.
Estos esfuerzos deberán ir acompañados de medidas específicas de adaptación al cambio climático, como la infraestructura de protección con diques y sistemas de drenaje y restauración de manglares para enfrentar las inundaciones, cambiar las regulaciones de uso del suelo para reflejar el aumento del nivel del mar, la preparación para los desastres, y la introducción de cultivos y razas de ganado resistentes al cambio climático. En Uganda, la combinación de nuevas variedades de cultivos y las visitas de extensión aumentaron un 16 % los ingresos agrícolas de los hogares.
El informe analiza los diferentes escenarios hacia 2030 y concluye que, sin un buen desarrollo, más de 100 millones de personas adicionales estarían viviendo en la pobreza. Solo en India, 45 millones de personas más podrían ser empujadas de nuevo por debajo de la línea de pobreza para 2030, debido principalmente a las crisis agrícolas y la mayor incidencia de enfermedades.
“El informe demuestra que no se puede acabar con la pobreza y combatir el cambio climático de manera aislada: las dos cosas se lograrán con mucha más facilidad si se abordan conjuntamente”, dijo Stephane Hallegatte, economista superior del Banco Mundial que dirigió el equipo que elaboró el informe. “Y de aquí a 2030, un buen desarrollo informado en relación con el clima nos da la mejor oportunidad que tenemos de prevenir los aumentos de la pobreza debido al cambio climático”.
En el largo plazo, solo los esfuerzos inmediatos y continuados por reducir las emisiones mundiales salvarán a los pobres de los impactos climáticos, según el informe. Para tener éxito, los Gobiernos deberán elaborar políticas de mitigación con el fin de proteger, e incluso beneficiar, a las personas pobres. Y se pueden tomar medidas para reducir la carga de las políticas que impondrían nuevos costos, como por fortalecer la protección y la asistencia social, o usar las transferencias de efectivo.
Un análisis de 20 países en desarrollo mostró que recaudar y redistribuir los impuestos sobre la energía beneficiaría a las personas pobres a pesar de los precios más elevados de la energía, y el 20 % más pobre de la población experimentaría una ganancia neta de USD 13 por cada USD 100 de impuesto adicional. Los programas de reducción de las emisiones bien diseñados que fortalezcan la productividad de la agricultura y protejan los ecosistemas podrían beneficiar a entre 20 y 50 millones de hogares de ingreso bajo para 2030 a través de pagos por servicios de los ecosistemas.
El informe sostiene que en los países más pobres, los recursos nacionales pueden ser insuficientes para poner en marcha estas medidas, y el apoyo internacional será esencial. Esto es particularmente cierto para las inversiones que implican altos costos inmediatos, pero se necesitan con urgencia para evitar quedar atrapados en patrones de altas emisiones de carbono, como por ejemplo para el transporte urbano, la infraestructura energética o la deforestación.
Shock Waves: Managing the Impacts of Climate Change on Poverty difiere de anteriores esfuerzos por analizar los efectos del cambio climático sobre la pobreza a nivel del hogar, en lugar de las economías nacionales. El informe combina los resultados de las encuestas de hogares en 92 países que describen las estructuras demográficas y las fuentes de ingresos con los más recientes resultados de modelación sobre los impactos del cambio climático en la productividad agrícola y los precios de los alimentos, los desastres naturales, tales como las olas de calor, las inundaciones y sequías, y las enfermedades sensibles al clima y otras consecuencias para la salud.
El financiamiento para el informe provino del Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés) y el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID, por sus siglas en inglés).