Unos 1500 millones de personas viven en entornos en que hay conflicto y violencia a diario.
Una cifra estimada de 19,5 millones de refugiados está tratando de escapar de estas condiciones, al igual que 38 millones de personas desplazadas dentro de sus propios países.
Frente a estas estadísticas, el Grupo Banco Mundial y otros organismos exploran nuevas maneras de enfrentar la corrupción, un problema frecuente en los Estados frágiles.
Un panel de expertos analizó los estrechos vínculos entre la inseguridad y la corrupción, y además ofreció soluciones durante un evento especial en el Banco Mundial titulado “La corrupción en los Estados frágiles: El desafío del desarrollo”.
Los sobornos, el fraude, el nepotismo, la apropiación ilegal de los recursos naturales y otras formas de corrupción son obstáculos centrales para el desarrollo, e incluso pueden fomentar la violencia política, según los expertos.
La corrupción también conlleva grandes costos: los países pierden aproximadamente USD 3100 billones (dólares estadounidenses), es decir el 5,1 % del producto interno bruto (PIB) mundial, debido a la evasión de impuestos. La tala ilegal cuesta entre USD 30 000 millones y USD 100 000 millones. Entre el 10 % y el 30 % del valor de la infraestructura financiada con fondos públicos se pierde a causa de la corrupción. En una de cada siete transacciones se lleva a cabo algún tipo de soborno, de acuerdo a una reciente encuesta en que fueron consultadas empresas en 127 países.
Shanta Devarajan, economista jefe de la región de Oriente Medio y Norte de África del Banco Mundial, señaló que no toda la corrupción conlleva sobornos y fraude, y que los indicadores económicos quizás no lo revelen.
La “corrupción silenciosa” en Túnez antes de la primavera árabe favoreció a los aliados del entonces líder Ben Ali, dando como resultado que algunas industrias fueran protegidas y que se registraran monopolios. “No se crearon puestos de trabajo durante 20 años”, dijo Devarajan.
Y agregó que la propagación del grupo Estado Islámico de Iraq y el Levante (EIIL) se debió en parte a que los Gobiernos perdieron su legitimidad ante los ojos de los jóvenes.
“Debemos estar muy atentos en el seguimiento de todas las formas de corrupción, incluso cuando el dinero no cambia de manos”, indicó.
R. David Harden, director de la misión en la Ribera Occidental y Gaza de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), dijo que históricamente la fragilidad es un factor que impulsa el conflicto y el retroceso del desarrollo, agregando que “nuestro objetivo fundamental debe ser abrir los mercados para el beneficio de todos”.
“Si un país no ofrece oportunidades, los donantes pueden irse a otros lugares”, dijo Harden. “Podemos estar dispuestos a marcharnos”, con la excepción de solo dar respuesta a las crisis humanitarias, aclaró.
Por su parte, Jan Walliser, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Grupo Banco Mundial, dijo que con tan elevado número de personas viviendo en zonas frágiles, la pobreza persistirá “a menos que abordemos sus problemas”.
“Necesitamos encontrar maneras estratégicas de combatir la corrupción en los Estados frágiles”, señaló Walliser.