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ARTÍCULO

El bienestar de los refugiados sirios: Datos de Jordania y Líbano

Diciembre 16, 2015


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TITULARES
  • Aproximadamente la mitad de las personas sirias registradas como refugiadas en Jordania y Líbano son niños, más de la mitad son mujeres, y el 60 % son solteras.
  • Según los criterios para la asistencia económica en efectivo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se podría considerar que son pobres 7 de cada 10 personas sirias registradas como refugiadas en Jordania y Líbano, y una inmensa mayoría de ellas son pobres hoy o previsiblemente lo serán en un futuro próximo.
  • Un cambio de perspectiva hacia la inclusión económica y la autosuficiencia puede contribuir a que tanto las personas refugiadas como las comunidades que las acogen progresen juntas.

Desde el comienzo de la crisis en Siria, casi 1,7 millones de personas han huido a los vecinos Líbano y Jordania. Para comprender mejor las características y la situación en términos de bienestar de la población siria refugiada en Jordania y Líbano, el Grupo Banco Mundial y el ACNUR han colaborado estrechamente en la elaboración del informe El bienestar de los refugiados sirios: Datos de Jordania y Líbano. El informe analiza el perfil socioeconómico, las tasas de pobreza y la vulnerabilidad de los refugiados; además, examina las políticas existentes en la actualidad y evalúa posibles reformas.

Antes de convertirse en refugiadas, muchas de esas personas sufrieron en repetidas ocasiones experiencias traumáticas en Siria, lo que las forzó a abandonar sus bienes, propiedades y capital para buscar seguridad en los países vecinos. Comparada con la población siria previa a la crisis, la población siria refugiada que vive en Jordania y Líbano es más joven (el 81 % es menor de 35 años, frente al 73 %), hay una mayor proporción de población infantil de entre 0 y 4 años (casi el 20 %, frente al 11 %), y suelen ser personas solteras (más del 60 %, frente al 40 %).

La población infantil siria en edad escolar corre especial peligro, dados sus bajos niveles de educación y las reducidas tasas de matriculación en las escuelas públicas (menos de la mitad).

Según los criterios de asistencia del ACNUR, en 2014 se podía considerar que eran pobres 7 de cada 10 personas sirias registradas como refugiadas en Jordania y Líbano. Esta cifra aumenta hasta 9 de cada 10 refugiados si se toman en cuenta los umbrales de pobreza de los respectivos países de acogida.

El número de miembros de una familia y las condiciones de vivienda son, con frecuencia, los mejores indicadores de pobreza. En Jordania, por ejemplo, la tasa de pobreza casi se duplica en los casos en que el tamaño de la familia pasa de uno a dos miembros y se incrementa en un 17 % cuando pasa de uno a dos hijos. El nivel de pobreza es menor entre las familias que alquilan o son dueñas de una propiedad y que viven en apartamentos o viviendas construidas con hormigón y con agua corriente o letrinas adecuadas.

La vulnerabilidad de las personas refugiadas es muy elevada, con una inmensa mayoría que ya son pobres hoy o que previsiblemente lo serán en un futuro próximo.

Aunque son muchas las personas sirias que están registradas como refugiadas ante el ACNUR y las autoridades, sus derechos legales son escasos. Pese a que tienen acceso a servicios públicos, la disponibilidad de estos servicios es extremadamente limitada a causa del enorme aumento de la demanda. Solo una minoría vive en campos de refugiados, donde tienen cubiertas la mayoría de sus necesidades materiales básicas con financiamiento de la comunidad internacional.

Los actuales programas de asistencia son muy eficaces en la reducción de la pobreza, pero no son sostenibles ni favorecen una transición de la dependencia a la autosuficiencia. Por ejemplo, si se administran a todas las personas refugiadas, el programa de ayuda en efectivo del ACNUR y el programa de bonos para comida del Programa Mundial de Alimentos pueden reducir, cada uno por su parte, la pobreza a la mitad. Estos programas también pueden reducir la pobreza a menos del 10 % si se administran de forma conjunta y universal. Sin embargo, dependen por entero de aportaciones voluntarias y, cuando disminuye el financiamiento, solo se benefician los más vulnerables.

La protección social por sí sola no promueve la transición al mundo laboral y a la autosuficiencia si no se dispone de acceso a los mercados laborales y a las oportunidades económicas. El enfoque debe ampliarse más allá de la protección social de las personas refugiadas hasta incluir el crecimiento económico en las áreas que las acogen, de forma que tanto la población refugiada como las comunidades locales puedan compartir el progreso económico. Ello requerirá una colaboración estrecha y continuada entre entidades humanitarias y de desarrollo y asociados internacionales para transformar una crisis humanitaria en una oportunidad de desarrollo para todos. 


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