Cada año, durante seis meses, la ciudad vietnamita de Can Tho se inunda –en promedio– dos veces al día. Mientras el agua entra en las casas y tiendas, el comercio se interrumpe y los niños se abren camino a través de calles peligrosamente anegadas para llegar a la escuela.
En los últimos 10 años, las inundaciones han empeorado y los niveles máximos de las mareas han aumentado entre 20 y 25 centímetros. “El agua permanece alrededor de cuatro horas cada vez”, cuenta Cao Van Buon, quien es dueño de un negocio.
A medida que los fenómenos meteorológicos estacionales y extremos se vuelven más severos, las ciudades como Can Tho enfrentan un desafío enorme. Muchas de las ciudades más grandes del mundo se encuentran en las costas y los deltas o las riberas de los ríos; a nivel mundial, el 60 % de las ciudades del planeta está en situación de riesgo como consecuencia del aumento del nivel del mar y las mareas de tormenta. Teniendo esto presente, más de 400 alcaldes de todo el mundo se reunieron tras ser convocados por las Naciones Unidas en la Conferencia sobre el Cambio Climático de París con la firme determinación de tomar medidas.
“París dejó una clara señal de que los líderes municipales no solo están profundamente comprometidos con garantizar que sus ciudades se adapten a los efectos del cambio climático, sino que también están liderando el camino para reducir las emisiones a través de un desarrollo con bajos niveles de emisiones de carbono”, dijo Ede Ijjasz-Vasquez, director superior del Departamento de Prácticas Mundiales de Desarrollo Social, Urbano y Rural, y Resiliencia del Grupo Banco Mundial. “Finalizada la COP21, es el momento de seguir adelante con la tarea real de la agenda posterior a la COP”.
El año pasado, el Banco Mundial proporcionó más de USD 3000 millones (dólares estadounidenses) en financiamiento y asistencia técnica para ayudar a los países en desarrollo a construir ciudades inteligentes en relación con el clima. Se espera que esta cifra crezca proporcionalmente a medida que el Banco aumente en un tercio su financiamiento para abordar el cambio climático en los próximos cinco años.
Como las poblaciones urbanas crecen más rápido que nunca antes –y el 90 % de ese crecimiento ocurre en los países en desarrollo– el Banco Mundial y sus asociados ofrecen asesoramiento, herramientas y financiamiento para hacer frente al desafío del cambio climático en las ciudades. A continuación, se presenta una muestra de la labor del Banco en estas áreas:
Adaptación
Las ciudades son particularmente vulnerables al cambio climático, porque es donde se concentran las personas y los activos. El Banco Mundial ha ayudado a las ciudades a entender y crear capacidad de adaptación durante más de una década, fomentando medidas como sistemas de alerta temprana, (i) infraestructura más sólida y programas de gestión de inundaciones y de preparación (i) para desastres. En Sri Lanka, los préstamos del Banco Mundial mejoran la capacidad de adaptación y la prevención de inundaciones en Colombo. (i) En Bogotá, Colombia, las escuelas han sido mejoradas para que cumplan con códigos de construcción más resistente, y las personas que viven en zonas de alto riesgo de deslizamientos de tierras e inundaciones repentinas han sido trasladadas a terrenos más seguros.
“La adaptación se refiere a la gestión de los riesgos”, dijo Niels B. Holm-Nielsen, experto mundial en los temas de capacidad de adaptación y gestión de riesgos de desastres del Banco Mundial. “Hay muchas cosas que las ciudades deben tener en cuenta: mejorar la circulación del agua para evitar inundaciones, mejorar la planificación territorial para orientar un crecimiento urbano con mayor capacidad de adaptación y, lo más importante, cómo mantener las cosas en funcionamiento frente a una gran tormenta o un desastre natural”.
Entre las muchas herramientas que ofrece el Banco Mundial hay un nuevo programa llamado “City Strength” (Fortalezas de las ciudades), (i) que evalúa la capacidad de adaptación de manera integral, analizando los diferentes sectores como el transporte, la energía, la salud, la gestión de residuos, y la tecnología de la información y las comunicaciones, y compilando los resultados para identificar las brechas críticas o las esferas que presentan deficiencias.