La violencia es un mal que aqueja a todos. Pero lo más duro es cuando afecta a los más chicos. Asistir a un centro educativo en muchos lugares de Honduras implica enfrentar las diversas caras del crimen. Muchos niños y jóvenes afrontan a menudo situaciones de inseguridad que les obligan a dejar sus estudios, con repercusiones para ellos y para el futuro de todo un país.
Maritza Lagos, docente del Instituto Eduardo Hernández Chévez, del municipio de Choloma, afirma que la deserción, pese a haber disminuido, sigue siendo un problema. “El año pasado tuve un curso de 38 estudiantes, de los cuales cuatro desertaron. Este año, de 31 que tenía, sólo dos han desertado, uno por pobreza y el otro obligado a migrar por la violencia”, comenta.
Según Maritza, muchos estudiantes desertan porque se ven amenazados dentro o fuera de las escuelas. Fuera, las amenazas suelen proceder de las maras o de grupos vinculados con el narcotráfico, mientras que dentro se deben a comportamientos violentos de los alumnos, que a menudo derivan en bullying.
De acuerdo con Maritza, el origen de esos comportamientos suele deberse a que los alumnos viven en contextos de violencia intrafamiliar o en familias desestructuradas, así como también al consumo excesivo de alcohol y drogas.
Un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), afirma que el 44.5% de los alumnos y alumnas en escuelas primarias en Honduras ha sido víctima de alguna manifestación de violencia por parte de sus propios compañeros. Además, el 18.48% de los estudiantes sufre un maltrato diario sistemático (o bullying). Las consecuencias de este maltrato afectan a las víctimas y a la sociedad en general ya que, según varios estudios, las víctimas de la violencia tienen mayor riesgo de volverse victimarios.
Prevención en las escuelas
Para intentar enfrentar este problema se lanzó “Miles de Manos”, una iniciativa de prevención de violencia que busca apoyar a los padres y madres de familia, así como a los docentes, para que enseñen a los niños a reaccionar de forma no violenta ante comportamientos de este tipo.
El programa se implementará a través de talleres, donde se les capacitará para guiar mejor a los estudiantes, a través de diferentes dinámicas y estrategias.
La idea es parte del proyecto Municipios Más Seguros, apoyado por el Banco Mundial, que implementa programas para evitar la violencia a diferentes niveles, incluyendo la prevención a nivel educativo en las escuelas.
“La educación, tanto en la escuela como en el seno familiar, es la piedra fundamental en el desarrollo de los niños y los jóvenes. Esta formación es un elemento crítico para fomentar los valores sobre los cuales la sociedad establece una cultura de tolerancia para la prevención de violencia”, afirma Marcelo Fabre, experto en seguridad ciudadana del Banco Mundial.
“En este sentido es importante no solo brindar a los niños y jóvenes los ejemplos de los que aprenderán a resolver las diferencias de una forma pacífica, sino también proveer de un ambiente en las escuelas que sea seguro y confiable”, agrega.
Miles de Manos se implementará a partir del próximo año en siete centros educativos de los municipios de Choloma, en Cortés; La Ceiba, en Atlántida; y El Progreso, en Yoro, cubriendo en total nueve comunidades y beneficiando aproximadamente a 7,000 personas, entre maestros, padres y estudiantes.
Se trata de zonas donde en 2014 se registraron las tasas más altas de homicidios del país. Yoro reportó una tasa de homicidios 88.6 por cada 100,000 habitantes, superado solamente por Atlántida, con 89.1, y Cortés, con 106.3, mientras que la tasa nacional fue de 68, según el Instituto Universitario en Democracia Paz y Seguridad (IUDPAS).
En palabras de Maritza, “el objetivo es que de cada 10 estudiantes que entren, se gradúen 10”. O dicho de otra forma: “que no nos quite ninguno la violencia”. Un sueño compartido por muchos en este país centroamericano.