Hace un año, en abril de 2015, un terremoto de magnitud 7,8 causó la muerte de aproximadamente 9000 personas en Nepal y destruyó miles de escuelas, viviendas, hospitales y lugares de interés histórico. Un sinnúmero de otras catástrofes sísmicas y relacionadas con el clima provocaron pérdidas por USD 4,2 billones en los últimos decenios. Para ayudar a reducir daños como estos, el Grupo Banco Mundial y el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés) da a conocer una alianza mundial sin precedentes, destinada a mejorar en los países vulnerables los reglamentos de la construcción para mejorar la resiliencia frente a los desastres.
Aumento de las poblaciones urbanas; reglamentos de la construcción ineficaces
Alrededor de 1,4 millones de personas se trasladan a zonas urbanas cada semana, y la necesidad de contar con códigos de construcción y planes de uso de la tierra eficaces aumenta al mismo ritmo. (PDF, en inglés) Por ejemplo, la población de Nairobi ha subido de 350 000 habitantes en la década de 1960 a 3,1 millones en la actualidad. La ciudad ha experimentado numerosos derrumbes e incendios en los últimos 20 años debido a que los códigos de construcción son inadecuados. Por otra parte, al menos el 60 % de esta creciente población vive en barrios marginales, creando desafíos en materia de implementación aún mayores.
La falta de planificación urbana y de reglamentos de la construcción eficaces son los principales factores que impulsan las pérdidas por desastres naturales, que se han cuadruplicado desde 1980. Las catástrofes también afectan de manera desproporcionada a los pobres: casi el 90 % de todas las muertes desde 1990 se ha registrado en los países de ingreso bajo y mediano, a pesar de que menos de la mitad de los desastres ha ocurrido en ellos. Además, el cambio climático amenaza con agravar estos daños debido a las sequías, los ciclones y las inundaciones más extremas, y puede sumir en la pobreza a 100 millones de personas para 2030.