Las negociaciones sobre el clima, realizadas en diciembre de 2015 en París, dieron como resultado un consenso extraordinario después de décadas de diálogo, que se tradujo en el compromiso colectivo de más de 190 países de mantener el calentamiento del planeta por debajo de 2 grados centígrados.
Un hecho que tuvo menos notoriedad, pero igual de importante, fue la agilización de las medidas de fijación del precio del carbono, un mecanismo clave para acelerar la transformación económica orientada hacia la eliminación de los combustibles fósiles y una producción menos contaminante, el mejoramiento de los estilos de vida y la reducción de la pobreza.
La fijación del precio del carbono no es algo nuevo: en 1991, Suecia implementó uno de los primeros impuestos sobre el carbono en el mundo para incluir en la ecuación económica la contaminación derivada del cambio climático. Más de dos décadas después, Suecia ha logrado usar dicho impuesto para ayudar a desvincular el crecimiento económico de las emisiones.
La provincia canadiense de Columbia Británica introdujo un impuesto sobre el carbono en 2008, ayudando a generar un sector de tecnología limpia. Para compensar la carga en las familias más pobres, tal tributo incluye un crédito para los hogares de bajos ingresos.
Las empresas también emplean cada vez más mecanismos de fijación del precio del carbono. La compañía petroquímica brasileña Braskem, que es una de las principales en el mundo, está empezando a aplicar un precio interno del carbono para someter sus nuevas inversiones a una prueba de tensión. Y —junto con otras 20 grandes empresas brasileñas— Braskem lleva a cabo una simulación de comercio de derechos de emisiones antes de que el Gobierno ponga en marcha un programa. Braskem se suma a un creciente número de compañías que usan la fijación del precio del carbono para obtener una ventaja competitiva cuando la economía mundial ingrese en una trayectoria de bajas emisiones de carbono.
¿Qué tienen en común Suecia, Columbia Británica y Braskem? Todos forman parte de la Coalición de Liderazgo para la Fijación del Precio del Carbono (CPLC, por sus siglas en inglés), una alianza mundial puesta en marcha durante las negociaciones sobre el clima en París, con el objetivo de reunir el apoyo público y privado para la fijación del precio del carbono en todo el mundo.
Asamblea de Alto Nivel
Ahora la coalición, que reúne a más de 20 Gobiernos nacionales y estatales, junto con más de 90 empresas, celebra su primera Asamblea de Alto Nivel para aprovechar el impulso del Acuerdo de París y demostrar la eficacia de fijar un precio a la contaminación por carbono.
Durante la asamblea, que se realiza en la ciudad de Washington en el marco de las Reuniones de Primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se presentarán nuevos asociados, entre ellos los Gobiernos de Côte d’Ivoire, Colombia, Finlandia y el Reino Unido, así como las empresas Iberdrola, Rusal y el Grupo Tata, y la Universidad de Yale.
Con la Asamblea de Alto Nivel, la coalición incrementará sus esfuerzos por promover e intercambiar pruebas acerca de los mecanismos de fijación del precio del carbono que han tenido éxito. Esto lo hará mediante la presentación de los nuevos Principios para la implementación exitosa de los mecanismos de fijación del precio del carbono y otras herramientas. También se insistirá en un mayor apoyo de las empresas a las políticas de fijación del precio del carbono, y se organizarán cumbres regionales y otros encuentros de líderes para avanzar en el uso de sistemas de fijación del precio del carbono.