¿Cuál es el hilo común que vincula a los cazadores furtivos de elefantes, los piratas somalíes y Dáesh? Todos ellos se pueden comprender a través del prisma de la economía forense, una disciplina que aplica las herramientas económicas a las actividades criminales con el fin de encontrar enfoques más inteligentes para combatirlas.
En el evento Policy Research Talk de este mes, el economista superior Quy-Toan Do (i) analizó las maneras cómo los nuevos datos y herramientas de la economía forense ayudan a los encargados de formular políticas a comprender los mecanismos que usan los criminales para obtener los ingresos que financian sus actividades. Al desarrollar modelos de incentivos de los criminales y predecir sus comportamientos, las instituciones de desarrollo, los Gobiernos, la sociedad civil y otras partes interesadas podrán tener mejores herramientas para detener el financiamiento de actos criminales.
“Desafortunadamente, el crimen y el conflicto violento están alrededor de nosotros por dondequiera que miremos hoy en día”, afirmó Asli Demirguc-Kunt, (i) directora de Investigación del Grupo de investigaciones sobre el desarrollo del Banco Mundial, quien organizó el evento. “La charla de hoy es fascinante porque entreteje distintas experiencias y lecciones de una serie de estudios de caso, que incluyen desde los piratas de Somalia y los cazadores furtivos de elefantes hasta los grupos islamistas radicales. En última instancia, todos estos representan un fracaso en el establecimiento de instituciones gubernamentales eficaces, con consecuencias regionales y mundiales para el comercio, la biodiversidad y el flujo de refugiados, por mencionar solo algunas”, señaló la investigadora.
La economía forense, un concepto introducido por primera vez en los años setenta por el Premio Nobel de Economía Gary Becker, sostiene que los criminales se comportan como cualquier otro agente económico racional y responden a incentivos. Todo mercado tiene una “oferta” de criminales potenciales y una “demanda” de acciones criminales (un conjunto de oportunidades para cometer delitos). Con este marco de oferta y demanda, “tenemos todas las bases para tener un mercado, y todas las herramientas en términos de regulaciones para un mercado de este tipo”, dijo Do.
Durante los últimos cinco años, Do ha aplicado esta teoría a ejemplos del mundo real relacionados con el crimen y el extremismo violento, obteniendo resultados novedosos y a menudo inesperados.