La huida de cinco millones de refugiados desde Siria ha creado una crisis a nivel mundial, pero el Líbano es el país que se ha llevado la peor parte debido a este masivo escape. En esta nación, ahora casi 1 de cada 3 personas es un refugiado sirio, lo que en Occidente equivaldría al desplazamiento de la población de México (122 millones) hacia Estados Unidos (320 millones). Pero los refugiados sirios no se han repartido de manera uniforme en el Líbano, que es un país pequeño: algunas ciudades libanesas han experimentado un dramático aumento en sus poblaciones, observándose en algunos casos una duplicación del número de habitantes.
A pesar de estas cifras, las comunidades del Líbano han mostrado un enorme sentido de hospitalidad y resiliencia colectiva, lo que les ha permitido recibir a tantos refugiados de manera cívica y pacífica. Pero la afluencia ejerce presión sobre los agobiados Gobiernos locales, que carecen de la capacidad y los recursos para responder apropiadamente a la crisis. Los servicios básicos están bajo un grave nivel de tensión, desde la educación y la salud, hasta el suministro de agua, el saneamiento, la gestión de residuos sólidos y el transporte local. La crisis también está teniendo un fuerte impacto en el mercado laboral, ya que más personas compiten por trabajos y medios de sustento en un país donde, en 2014, un tercio de los jóvenes ya estaban desempleados.
Para entender este desafío, y si usted ha vivido en Londres, Roma o París, imagine el nivel de estrés que su Gobierno local tendría si tiene que gestionar el doble de basura, y brindar educación a una cantidad doble de niños en escuelas que ya están atestadas de estudiantes. Piense en los efectos en su vida cotidiana, si hubiera apenas agua limpia suficiente o electricidad confiable antes de que la cantidad de personas que usan esos servicios se duplicara repentinamente.
Las comunidades libanesas son resilientes e inclusivas: recibir huéspedes es un aspecto legendario de su cultura. Sin embargo, con cifras como estas, no pueden hacerlo solas. “Ayudar a nuestras comunidades a mejorar sus condiciones de vida y lidiar con la afluencia de los refugiados sirios no es una misión fácil”, dice Nabil A. El-Jsir, presidente del Consejo de Desarrollo y Reconstrucción del Líbano. “Necesitamos el apoyo de la comunidad internacional”.
Para abordar los desafíos que las comunidades de acogida y sus Gobiernos locales enfrentan en el Líbano, el Grupo Banco Mundial —con el respaldo financiero de asociados en la tarea del desarrollo— inició una serie de proyectos, entre los cuales se encuentra el Proyecto de emergencia de los servicios municipales. Este se dirige a los Gobiernos locales y afecta las vidas cotidianas de las personas, interviniendo en sectores fundamentales que están bajo presión a nivel local y cambiando el enfoque para abordar la crisis desde un ángulo estrictamente humanitario a un ángulo más orientado hacia el desarrollo.