CIUDAD DE WASHINGTON, 27 de julio de 2016. Los países africanos pueden obtener muchos beneficios al fomentar mercados abiertos y competitivos, en particular como un medio para impulsar el crecimiento económico sostenible y mitigar la pobreza. La realidad muestra, sin embargo, que en muchos mercados no hay suficiente competencia. Más del 70 % de las naciones africanas se ubica en la mitad inferior de los países mundialmente respecto de la intensidad percibida de la competencia local y respecto de la existencia de principios básicos para la competencia basada en el mercado. Los monopolios, duopolios y oligopolios son relativamente comunes en comparación con otras regiones. En más del 40 % de los países africanos, un solo operador controla más de la mitad de la participación en el mercado en los sectores del transporte y las telecomunicaciones.
Esta falta de competencia tiene costos muy altos. Los precios minoristas de los 10 bienes de consumo básicos —arroz blanco, harina blanca, mantequilla y leche, entre otros— son al menos un 24 % más altos en las ciudades africanas que en otras principales urbes del mundo. Si bien estos precios más elevados afectan a todos los consumidores, los pobres son los más perjudicados.
Un nuevo informe del Grupo Banco Mundial y el Foro Africano de Competencia titulado Breaking Down Barriers (Derribar las barreras) calcula los beneficios que se pueden obtener al abordar las prácticas anticompetitivas y reformar las políticas para facilitar la competencia. Por ejemplo, reducir en un 10 % los precios de los alimentos básicos, combatir los cárteles y mejorar las regulaciones que limitan la competencia en los mercados alimentarios podría sacar a 500 000 personas de la pobreza en Kenya, Sudáfrica y Zambia, y ahorrar más de USD 700 millones anuales a los consumidores.
Los cárteles —acuerdos entre competidores para fijar los precios, limitar la producción o arreglar las licitaciones— son una grave causa de los bajos niveles de competencia en los países africanos, y se ha encontrado que afectan los productos de diversos sectores, como fertilizantes, alimentos, medicamentos, y materiales y servicios de construcción. Datos disponibles revelan que los consumidores pagan un 49 % más en promedio cuando las empresas son parte de estos acuerdos.
“Una cantidad importante de países ha adoptado leyes de competencia en África, y esto es positivo para el crecimiento y el desarrollo. Sin embargo, si bien los beneficios de la competencia ya se pueden observar claramente en África, aún hay mucho por hacer para garantizar una aplicación eficaz de las leyes y políticas de competencia en el continente”, dice Tembinkosi Bonakele, presidente del Foro Africano de Competencia con sede en Sudáfrica.
Además de explicar los costos de los bajos niveles de competencia, el informe Breaking Down Barriers destaca los importantes avances logrados por muchos países africanos en cuanto al mejoramiento de las políticas de competencia. Por ejemplo, en un periodo de 15 años prácticamente se ha triplicado la cantidad de países y comunidades económicas, como la Comunidad de África Oriental (CAO), el Mercado Común para África Oriental y Meridional (COMESA) y la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), que cuentan con legislaciones en este ámbito. Ahora, existen 25 autoridades en materia de competencia en pleno funcionamiento en África y sus presupuestos aumentaron un 39 % entre 2009 y 2014.
“En los últimos años, varios países han mejorado la implementación y su capacidad para hacer cumplir las leyes de competencia. Por ejemplo, Egipto, Kenya, Sudáfrica y Zambia, recientemente, han adoptado medidas para bloquear acuerdos contrarios a la competencia en diversos sectores”, explica Martha Martinez Licetti, coautora del informe y economista principal del Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad del Grupo Banco Mundial. “De cara al futuro, es necesario priorizar los recursos y usar de manera más eficiente los poderes y herramientas que tienen disponibles las autoridades en materia de competencia para continuar aumentando la importancia de las políticas de competencia dentro de la agenda general de desarrollo”.