El delta del río Mekong en Viet Nam es famoso por sus campos de arroz, estanques de camarones, diques y canales. Este fértil mosaico sostiene los medios de subsistencia de más de 17 millones de personas. Pero el cambio climático, la escasez de agua y la contaminación deterioran la estructura de la vida económica en la zona. Se necesitan nuevos enfoques para gestionar la tierra y el agua en tiempos de incertidumbre.
La vulnerabilidad del delta del Mekong se hizo evidente este año, cuando se registró una sequía histórica. (i) Las condiciones meteorológicas extremas se combinaron con bajos caudales del río, junto con el desarrollo de los países situados en el nivel superior de la desembocadura. Muchos agricultores se quedaron con poca agua dulce y tuvieron que buscar maneras de adaptarse.
En una visita reciente a la provincia de Ca Mau, en el extremo meridional de Viet Nam, expertos agrícolas describieron cómo se había marchitado el arroz y se habían muerto los camarones y los peces.
Para Nguyen Van Khuyen, dueño de seis hectáreas de estanques acuícolas almítrofe un canal de agua salobre en el distrito de Tran Van Thoi, la estación seca excepcionalmente larga y calurosa impidió que pudiera criar camarones como de costumbre: “Probamos el agua y era demasiado salada, de manera que no pusimos camarones en ella. Perdimos ocho meses de producción”, dijo.
Cuando nos encontramos a principios de junio, la lluvia acababa de regresar. “Estamos esperando la ayuda del Gobierno para comprar nuevas semillas de camarón”, señaló Nguyen, de 65 años. Al perder su principal fuente de ingresos, no pudo devolver el dinero que le prestó el banco para invertir en el cultivo de camarón. Ninguno de sus hijos busca un futuro en la agricultura. “Cuando era adolescente la lluvia caía siempre en abril”, recordó Nguyen. “Hoy en día es difícil planificar a futuro”.
A una hora en automóvil de allí, en una granja camaronera modelo, los conocimientos técnicos ayudaron al agricultor To Hoai Thuong, de 53 años, a sobrellevar la sequía. Desde 2013, su granja se divide en tres estanques: uno con camarones, otro con peces, y el tercero con agua dulce. El agua dulce almacenada ayudó a diluir la salinidad en el estanque camaronero, mientras que los ventiladores que agitaban la superficie del estanque bajaban la temperatura del agua. To espera una cosecha de alrededor de 10 toneladas, en consonancia con la producción normal, a pesar del calor.
Para To, el modelo de tres estanques ha demostrado ser no solo más resiliente, sino también más sostenible y rentable que el modelo intensivo que empleó en el pasado. Los camarones están menos comprimidos, pero resultan más productivos. Los peces limpian las bacterias y reducen el riesgo de enfermedades mortales para el camarón, y el sistema de rotación disminuye la necesidad de cambiar y descargar el agua contaminada que puede afectar a las granjas vecinas. “He construido este templo dedicado a mis abuelos con el dinero proveniente de los camarones”, dijo con orgullo, señalando una gran estructura al lado de su casa. “Hay espacio para la próxima generación también”.
La granja de demostración, respaldada por el Proyecto de Recursos Costeros para el Desarrollo Sostenible, forma parte de una búsqueda de buenas prácticas que puedan poner a la acuicultura en un camino más sostenible y con capacidad de adaptación al cambio climático, garantizando al mismo tiempo mayores beneficios para los agricultores. Las autoridades vietnamitas, con el apoyo de asociados como el Banco Mundial, están reconsiderando el desarrollo rural en el delta para sostener los medios de subsistencia y el crecimiento a largo plazo en un entorno difícil.