ARTÍCULO

Uganda ofrece a los refugiados un hogar lejos de casa

Agosto 31, 2016


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Más de 70 000 refugiados de Sudán del Sur han huido a Uganda desde que la violencia estalló en Juba el 8 de julio. Muchos de los refugiados son mujeres y niños. Foto: Edgar Batte/Banco Mundial.


La Ley de refugiados de 2006 de Uganda, considerada una de las más progresistas y generosas en el mundo, permite a estos conseguir empleos remunerados, ser autosuficientes y vivir con dignidad.

KAMPALA, 31 de agosto de 2016. Hace cinco años, Moses*, de 39 años de edad, huyó con su familia a Uganda para escapar de la violencia étnica en la zona de Kivu del Norte, su lugar de origen, en la región oriental de la República Democrática del Congo. Hoy, trabaja como peluquero en un salón de belleza de lujo en el Hotel Fairway ubicado en Kampala, la capital ugandesa.

“Los ugandeses son muy hospitalarios y amables. Puedo vivir bien aquí, y cuidar muy bien a mi familia”, dice Moses, quien permaneció casi un año en el asentamiento de refugiados de Nakivale, situado en el suroeste de Uganda, antes de dirigirse a Kampala en búsqueda de mejores oportunidades de empleo.

“Es muy talentoso y trabajador. Hemos tenido un aumento importante en la cantidad de clientes desde que él llegó”, señala la encargada del salón, al referirse a Moses.

Actualmente, Uganda es el tercer país de acogida de refugiados en África, tras Etiopía y Kenya. Más de 500 000 personas provenientes de 13 países se han refugiado y establecido en Uganda en varios asentamientos en nueve distritos, según el estudio del Banco Mundial titulado “Forced Displacement and Mixed Migration in the Horn of Africa” (Desplazamiento forzado y migración mixta en el Cuerno de África). (PDF, en inglés) Nakivale es uno de los ocho asentamientos de refugiados más grandes en el mundo, que acoge a más de 60 000 personas, la mayoría de las cuales provienen de la República Democrática del Congo.

Considerada una de las legislaciones más progresistas y generosas en el mundo, la Ley de refugiados de 2006 de Uganda provee atención médica y educación gratuitas en los asentamientos de refugiados y permite a estos desplazarse libremente en el país. Muchos refugiados como Moses se han beneficiado de la política de puertas abiertas de Uganda, que les da una oportunidad de empezar de nuevo y vivir con dignidad. Los refugiados reciben tierras fértiles para cultivar alimentos mientras dure su estadía en el país, y pueden trabajar o iniciar negocios para ayudarlos a ser autosuficientes y depender menos de la ayuda financiera. Esto ha permitido a muchos de ellos poder contribuir a la economía local, y ser capaces de reconstruir sus vidas y comunidades cuando regresan a sus países de origen.

“Opino que un refugiado que está empoderado económicamente es beneficioso para la economía nacional y como nación deberíamos esmerarnos en lograr esto”, hizo notar el embajador de Uganda ante Alemania y la Ciudad del Vaticano, Marcel Tibaleka, durante un diálogo sobre el “Movimiento libre de personas” (PDF, en inglés) realizado en abril pasado en Bonn.

Pese a la política de refugiados progresista, Uganda está comenzando a ceder a la presión del constante flujo de refugiados, especialmente de Sudán del Sur. Más de 70 000 refugiados de este país han huido a Uganda, desde que la violencia estalló en Juba el 8 de julio entre tropas del Gobierno del presidente Salva Kiir y fuerzas leales al ex primer vicepresidente Riek Machar. Más del 85 % de las nuevas personas que llegan son mujeres y niños, y estos últimos representan el 64 % de los recién llegados. Las comunidades de acogida, y las autoridades y los organismos públicos locales no están siendo capaces de manejar la presión que esto significa o proveer los servicios básicos y esenciales.

En el distrito de Adjumani, que acoge a la mayoría de las personas provenientes de Sudán del Sur, la cantidad de refugiados se ha disparado a 170 000, amenazando con superar la cifra de residentes locales registrados en el área, que llega a 210 000.

“Si la población de refugiados en Adjumani supera a la población de la comunidad de acogida, la presión sobre el medio ambiente y los servicios sociales será alta”, observa Titus Jogo, oficial encargado de los refugiados en Adjumani, dependiente de la Oficina del Primer Ministro (OPM).

El comisionado para los refugiados y que depende de la OPM, David Apollo Kazungu, dijo en una declaración: “Las personas están huyendo porque temen por sus vidas. Nuestras comunidades las están recibiendo y dándoles lo que pueden: tierras y esperanza de un futuro mejor. Pero nuestro mensaje a la comunidad internacional es el siguiente: necesitamos su ayuda para satisfacer las necesidades básicas de ellos hasta que puedan ser autosuficientes”.


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Trabajadores de la organización no gubernamental Plan International, que se dedican al tema del desarrollo en la primera infancia, realizan una sesión de juegos con niños refugiados de Sudán del Sur para ayudarlos a superar el trauma provocado por el conflicto y el desplazamiento. Foto: Edgar Batte/Banco Mundial.


En mayo de este año, el Directorio Ejecutivo del Banco Mundial aprobó un financiamiento de USD 175 millones (i) para dar alivio a las comunidades que acogen refugiados en el Cuerno de África, entre ellas Uganda. El financiamiento para el Proyecto de respuesta de desarrollo a los impactos del desplazamiento (DRDIP, por sus siglas en inglés) proviene de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los pobres. Este financiamiento en forma de préstamos a bajo interés o sin interés comprende USD 100 millones para Etiopía, USD 50 millones para Uganda y USD 20 millones para Djibouti, así como una donación de USD 5 millones para la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) destinada a establecer una Secretaría Regional sobre el Desplazamiento Forzado y la Migración Mixta. La Secretaría apoyará una respuesta regional holística, respaldada con datos, para tener influencia en las intervenciones tanto en los países que acogen a refugiados como en los países de los que proceden los refugiados.

El Banco trabaja en estrecha colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en la búsqueda de soluciones a la crisis de refugiados en Uganda, las que incluyen el aumento del acceso a los servicios básicos, la ampliación de las oportunidades económicas y el mejoramiento de la gestión ambiental en las comunidades de acogida.

“La generosidad mostrada por la comunidad ugandesa al compartir sus escasos recursos y servicios con los refugiados durante décadas, especialmente en el norte de Uganda, es realmente extraordinaria, a pesar de sus propias dificultades”, dijo Christina Malmberg Calvo, gerenta a cargo de las operaciones del Banco Mundial en Uganda.

"El proyecto DRDIP es el primero de su tipo llevado a cabo por el Gobierno de Uganda y brindará el alivio que tanto se necesita para la respuesta humanitaria a los refugiados junto al apoyo a las comunidades de acogida para que enfrenten mejor la situación. De algún modo, el proyecto dará al Gobierno la oportunidad de ‘retribuir’ a las comunidades de acogida con inversiones para mejorar su bienestar económico y social”, dijo Varalakshmi Vemuru, especialista superior en el tema de desarrollo social y autora principal de un nuevo informe del Banco Mundial sobre la evaluación de la política ugandesa en favor de los refugiados, y cuyo título es “An Assessment of Uganda’s Progressive Approach to Refugee Management”. (i) El documento cuenta con el apoyo del Programa Mundial sobre Desplazamiento Forzado. (i)

*No es su nombre real.



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