Hace 60 años, la media de esperanza de vida en América Latina era de 55,7 años. Hoy, es de casi 75 años. Las mejoras en la salud pública, aunadas a aumentos en la calidad de vida y en el nivel de equidad de nuestras sociedades, han llevado a que los latinoamericanos tengan vidas más longevas.
Pero, a medida en que vivimos más, también es necesario repensar algunas de las instituciones económicas y sociales de un país, ya que hay que prever cómo se puede garantizar el bienestar de la población después de finalizado su periodo de vida laboral.
En América Latina y el Caribe, el país con mayor envejecimiento de su población es Uruguay, que tiene niveles similares a algunos países europeos y es uno de los que inició en forma más temprana su transición demográfica en la región. Es decir, hay más adultos mayores y en forma inversa, disminuye el número de nacimientos.
“Uruguay vive una dinámica de cambio demográfico, que no es distinta a la de muchos otros países, con algunas particularidades porque es más lenta. Es lo que llamamos envejecimiento poblacional. Pasa por dos razones: la gente se muere menos y tiene la cantidad de chicos que quiere tener y no más. Esos dos aspectos, son indicadores de desarrollo social de un país. Por eso es buenísimo que ocurra este cambio demográfico”, afirma Rafael Rofman, especialista en protección social del Banco Mundial.
Pero si no hay al mismo tiempo cambios en la población económicamente activa, el tamaño de la fuerza laboral tenderá a reducirse, por lo que la capacidad de la economía para hacer frente a las necesidades de quienes ya se han retirado será limitada.
Es por ello que este país de poco más de tres millones de habitantes ha servido de base para un estudio del Banco Mundial sobre los cambios demográficos y los desafíos económicos que representa el hecho de volvernos más viejos. ¿Qué dicen los expertos?
Según el informe “Cambio demográfico y desafíos económicos y sociales en el Uruguay del siglo XXI”, el principal reto de un país en el que su población se enfrenta a un gradual envejecimiento es la productividad. Mayores niveles de productividad durante la etapa del bono demográfico –es decir, cuando hay una mayor cantidad de personas económicamente activas- puede ayudar en el mediano y el largo plazo a mantener una tasa de crecimiento positiva.
Según el estudio, para 2050 el 22% de los uruguayos será mayor de los 65 años y en 2100 llegará al 30%. Para el resto de la región, el proceso de envejecimiento de la población es más lento hasta que se acelera hacia finales de siglo y converge con países de la OCDE en 2100.
¿Qué significa esto? “Si no hay cambios en las políticas, el porcentaje del PIB destinado a servicios sociales básicos (salud y educación) y protección social pasará de algo menos del 25% en 2013 a cerca del 43% en 2100”, señala Rofman, uno de los autores del estudio.
Es que no solo habrá más gente demandando servicios de salud, sino también que el costo relativo a los servicios que necesita una población más anciana será más alto, ya que las enfermedades típicas de esta población requieren tratamientos mucho más complejos y costosos (el tratamiento de una infección en un niño o adolescente es mucho más sencillo que el de enfermedades crónicas en los adultos mayores).