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ARTÍCULO

Un esfuerzo conjunto: la transición de una comunidad hacia la paz en Papua Nueva Guinea

Septiembre 30, 2016


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Los hombres y las mujeres de Oria, un pequeño pueblo en el sur de la isla de Bougainville, se sientan separados unos de otros durante el servicio religioso del sábado por la mañana. La cantidad de mujeres es mucho mayor que la cantidad de hombres en Oria. El violento conflicto entre los combatientes de la aldea —el Movimiento de Liberación de Wisai (WILMO)— y la tribu vecina de Me'ekemui causó la muerte de 49 hombres, dejando viudas a muchas mujeres.

© Banco Mundial/Alana Holmberg

A la iglesia de Oria no asisten muchos visitantes externos. El pueblo, de una población de 2000 personas, se encuentra ubicado en una zona apartada en el sur de la isla de Bougainville, y para llegar hasta allí se debe viajar durante cuatro o cinco horas desde la ciudad más grande, Arawa. El sinuoso camino de ripio solo es adecuado para vehículos con tracción en las cuatro ruedas y pasajeros que no se mareen con el movimiento.

Pero si un forastero asistiese al servicio religioso sabatino, podría observar claramente la desproporción entre la cantidad de mujeres y de hombres. De las tres secciones de filas de bancos existentes, los hombres y los niños ocupan una y las mujeres y las niñas las otras dos.

Las viudas de Konnou

El conflicto de Konnou, ocurrido entre 2007 y 2011, causó la muerte de 49 hombres y niños de la comunidad de Oria. Dos grupos étnicos vecinos —el Wisai de Oria y el Me'ekemui de Mogoroi— iniciaron una serie de asesinatos por venganza debido a eventos que sucedieron en la guerra civil de Bougainville entre 1989 y 1999. Los combatientes de ambos bandos dejaron atrás viudas, madres y hermanas: mujeres que primero clamaron por venganza y represalias contra el enemigo, alentando la violencia, y luego suplicaron por la paz a medida que más y más hombres morían.

“Mucha gente estuvo en contra de nosotras”, dijo Joelina Potoura, refiriéndose al intento de las mujeres de Oria de convencer a los combatientes del Movimiento de Liberación de Wisai (WILMO) de iniciar negociaciones de paz con los Me'ekemui. Según los detractores, las mujeres no estaban involucradas en la lucha, por lo que no deberían tener una opinión.

“Pero nosotras dijimos: ‘Sí, no cargamos las armas y no luchamos, pero les decimos a nuestros hijos y a los hombres de nuestra comunidad que odien y tomen las armas’. Sabíamos que habíamos influido en los hombres aquí para que odiaran y mataran a nuestros hermanos de afuera cuando un miembro de nuestra comunidad era asesinado”.

“Si las madres no se hubieran involucrado, todavía estaríamos peleando entre nosotros”, dijo Veronica Naisy, la viuda de Jacob Naisy, que todavía tiene dificultades para hablar sobre la muerte de su esposo, hace más de una década. Jacob fue asesinado por los Me'ekemui debido a que este hombre apoyó al Gobierno de Papua Nueva Guinea (PNG) durante la guerra civil de Bougainville, y su asesinato desencadenó la crisis de Konnou en 2007.

Cuatro años después, tras la muerte de unas 500 personas en todo el distrito, un grupo de viudas y madres, hermanas e hijas de hombres asesinados de ambos bandos se reunieron en una ceremonia oficial de reconciliación. Compartieron historias, se dieron la mano y se abrazaron.

“Todas nos sentimos aliviadas y lloramos mucho”, recordó Joelina.


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Elsie Konuvai (a la der. con una blusa rosada), Joelina Potua (a la extrema der.) y otra mujer viuda miran el entrenamiento del equipo de fútbol femenino, mientras las nubes cubren el sol en Oria en la región de Bougainville (Papua Nueva Guinea). La aldea tiene una elevada cantidad de viudas después del conflicto de Konnou ocurrido entre 2007 y 2011, y en el que 49 hombres del pueblo murieron en los combates con un grupo vecino.

© Banco Mundial / Alana Holmberg

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Timothy Koluvai, oficial superior sobre el terreno del Proyecto de Alianzas Agrícolas Productivas (PPAP), cuida clones de árboles de cacao en su vivero en el distrito de Konnou, en la región de Bougainville (Papua Nueva Guinea). Dado que los árboles no clonados crecen naturalmente de manera pareja, las plántulas clonadas deben podarse regularmente a medida que crecen para asegurarse que las ramas estén distribuidas de forma uniforme alrededor del tronco.

 

© Banco Mundial / Alana Holmberg

Las mujeres forjan el camino hacia la paz

Joelina se capacitó como negociadora de paz durante el conflicto de Bougainville en la década de 1990 y estuvo muy comprometida con la paz en Konnou. Después de la reconciliación de las mujeres, dirigió su atención hacia los combatientes de Wisai y organizó una protesta en la sede del WILMO, negándose a moverse del lugar hasta que aceptaran hablar de paz. Sus acciones, combinadas con las voces de muchas mujeres de ambas aldeas, tuvieron el efecto deseado. El 29 de noviembre de 2011, con la asistencia de las Naciones Unidas y el Comité de Paz de Konnou, del cual Joelina formaba parte, se alcanzó un acuerdo de cesación del fuego entre el WILMO y los Me'ekemui.

Rex Naisy, el único hermano sobreviviente de Jacob Naisy, señaló que ese día fue muy emotivo.

“Estábamos muy felices porque nos dimos cuenta de que finalmente había llegado el día. En lugar de que los miembros de nuestra comunidad perdieran la vida, habíamos logrado la paz”, dijo.

Rex fue un ferviente promotor de la paz en la comunidad a pesar del costo personal que había pagado por el conflicto. Según Rex, a lo largo de la crisis de Bougainville, sus tres hermanos fueron blanco de la violencia y asesinados, debido a su educación, habilidades empresariales y apoyo al gobierno de PNG.

“Tuve la tentación de sumarme a los combates cuando fusilaron a mi hermano”, admitió. “De hecho, cargué armas, pero no me uní a la lucha. Trabajé duro y me mantuve firme en lo que creía”.

El cacao, sostén de un futuro en común

En la década de 1980, Bougainville había sido el mayor productor de cacao en Papua Nueva Guinea. Este producto, junto a la copra, era el pilar de una economía rural próspera y generó ingresos esenciales para miles de personas.

El conflicto de Bougainville paralizó la economía local y diezmó la industria del cacao. Después de 1999, la producción de cacao en la región comenzó a recuperarse lentamente, si bien fue devastada por plagas. Sin embargo, la recuperación económica de la circunscripción de Konnou se estancó de nuevo debido a un segundo conflicto. El área fue declarada “zona prohibida” por las tribus en guerra y se bloquearon las carreteras y los servicios a las comunidades. Las autoridades ignoraron en gran medida la situación. Cuando retornó la paz, la comunidad enfrentó enormes dificultades y existían pocas oportunidades de trabajo lo que obstaculizó la recuperación.

“Después de que la crisis de Konnou terminó, muchos de nosotros comenzamos a buscar trabajo”, contó Timothy Konovai, un excombatiente del WILMO de 52 años.

“El temor constante de que los enfrentamientos volvieran a estallar me hicieron tener miedo de alejarme de mi familia y del pueblo. Así que decidí volver a hacer algo que conocía y eso era cultivar cacao. Ahora puedo decir que tomé la decisión correcta”, dijo con una sonrisa.

Con el apoyo del Banco Mundial, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y la Unión Europea, el Proyecto de Alianzas Agrícolas Productivas (PPAP) involucra a las comunidades de Bougainville en la producción de cacao, proporcionando habilidades agrícolas, herramientas, plántulas resistentes a las plagas y otros recursos para ayudar a las personas y la industria a recuperarse económicamente después de décadas de luchas.

El proyecto asistirá a más de 60 000 productores de cacao y café en toda Papua Nueva Guinea de aquí a 2019. Más de 3 millones de árboles de cacao ya han sido replantados o rejuvenecidos en toda Bougainville y Papua Nueva Guinea.

Rex fue el primer productor de cacao de su comunidad en plantar árboles de cacao resistentes a plagas en Oria, y ahora tiene una de las mayores plantaciones de la zona. Timothy, junto con su sobrino y otros agricultores de Wisai, también ayudan a la comunidad de Me'ekemui a cultivar cacao, extendiendo el Programa del PPAP a sus antiguos enemigos y con ello fortalecen el proceso de paz a través del intercambio de conocimientos.

“Una vez que plantemos cacao y disfrutemos de los beneficios, y muchas personas trabajen en esto, no habrá interés en portar armas y cosas por el estilo, porque esto nos ayuda a nosotros y a ellos, y nos hace más fuertes”, dijo Timothy.

“El cultivo del cacao nos ayuda a cuidar a nuestros hijos y a pagar su educación. Ahora nos damos cuenta de eso”, señaló Joelina. “Yo participo. Conseguí mis primeros 50 clones de árboles de cacao el año pasado y este año están floreciendo”.

Después de la misa sabatina, la congregación se reúne afuera de la iglesia para conversar sobre asuntos comunitarios de la semana, entre ellos la manera de mantener el río limpio de desechos, los detalles del próximo partido amistoso de fútbol por la paz y el tema de las personas externas que han visitado la iglesia en el último tiempo, como parte del Programa PPAP.

Si bien la paz es aún frágil en Konnou, proyectos como el PPAP ayudan a las comunidades a hacer realidad sus sueños para el futuro, con el respaldo de una mayor demanda internacional del sabor único del cacao de Bougainville.

 



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