El curso de séptimo grado de la Escuela secundaria de niños Qureshi, un establecimiento estatal ubicado en Karachi, está muy ocupado. El profesor de química les habla acerca de los átomos y las moléculas, y los estudiantes escuchan con mucha atención, mientras la brisa del mar inunda la sala de clases.
A la sala contigua destinada al personal acaba de llegar Sultan Dogar, un asistente de supervisión sobre el terreno del Gobierno de Sindh. Él viene cada dos meses para monitorear la presencia de los profesores y la infraestructura de la escuela. Para realizar su labor, utiliza un sistema de fotografía y biometría basado en las huellas dactilares. Los datos que recoge son respaldados con coordenadas geográficas obtenidas mediante tecnología GPS (Sistema de Posicionamiento Global).
En la actualidad, más de 26 200 escuelas y 210 000 funcionarios educativos de toda la provincia están bajo supervisión. Este sistema, transparente y eficiente, busca enfrentar problemas como los “profesores fugitivos” (maestros con contratos vigentes pero ausentes de sus labores por un largo periodo), la falta de infraestructura y de instalaciones básicas, el cierre de escuelas y la escasez de información oportuna y confiable sobre la situación de los establecimientos educacionales y la asistencia de los profesores.
Hasta la fecha, se han iniciado medidas disciplinarias contra 40 000 profesores ausentes y 6000 maestros “fugitivos”.
A medida que Dogar recopila los datos, estos se transmiten en tiempo real a un sistema centralizado. El Departamento de Educación y Alfabetización tiene acceso a esta información y la utiliza para planificar y tomar decisiones bien fundadas.
El sistema de supervisión se estableció en el marco de un proyecto de la Alianza Mundial para la Educación que se ejecuta en Sindh, y que respalda los esfuerzos de reforma emprendidos por el Gobierno a lo largo de un periodo de tres años.