La mayoría de los pobres del mundo vive en zonas rurales, y el 70 % de los pobres de las zonas rurales trabaja en la agricultura. Para sacar a estos hogares de la pobreza, será fundamental aumentar la productividad agrícola.
“Los Gobiernos en los países en desarrollo gastan grandes cantidades de dinero en servicios de extensión agrícola”, dijo Asli Demirgüç-Kunt, directora de Investigación del Grupo de investigaciones sobre el desarrollo del Banco Mundial, durante una reciente charla sobre políticas agrícolas. “Pero hay muchas otras limitaciones que impiden que se realicen inversiones que mejoran la productividad. Es bastante difícil diseñar políticas que proporcionen el máximo rendimiento”.
Estas restricciones son más evidentes en África al sur del Sahara. Si bien la revolución verde ayudó a triplicar o cuadruplicar los rendimientos de los cereales en la mayoría de las regiones del mundo en los últimos 50 años, la productividad agrícola en África al sur del Sahara se ha estancado.
Según Florence Kondylis, economista superior del Banco Mundial, muchos proyectos agrícolas de “gran impulso” centrados en múltiples limitaciones —como la tecnología, las finanzas y el riego— han beneficiado a los agricultores. Pero estos proyectos suelen no catalizar una transformación en la zona rural que podría reducir significativamente la pobreza extrema y liberar mano de obra para los sectores industriales y de servicios que se encuentran en crecimiento. Los datos sobre las medidas que han dado resultado para promover la productividad agrícola han sido demasiado escasos.
Afortunadamente, eso está cambiando. En la actualidad, el Banco Mundial realiza más de 30 evaluaciones de impacto en proyectos agrícolas, la mayoría de ellos en África al sur del Sahara. La mayor parte de los proyectos aplica un enfoque experimental para garantizar resultados rigurosos.