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ARTÍCULO

Nuevos datos dejan sin validez enfoques tradicionales de las inversiones agrícolas

Febrero 22, 2017


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De izq. a der.: Florence Kondylis, Asli Demirgüç-Kunt y Daniel Peters.


TITULARES
  • La mayoría de los pobres del mundo vive en zonas rurales.
  • Para sacar a los hogares rurales de la pobreza, será fundamental aumentar la productividad agrícola.
  • El Banco Mundial, junto con varios asociados, realiza más de 30 ensayos aleatorizados de control para generar nuevos datos sobre cómo catalizar la transformación rural.

La mayoría de los pobres del mundo vive en zonas rurales, y el 70 % de los pobres de las zonas rurales trabaja en la agricultura. Para sacar a estos hogares de la pobreza, será fundamental aumentar la productividad agrícola.

“Los Gobiernos en los países en desarrollo gastan grandes cantidades de dinero en servicios de extensión agrícola”, dijo Asli Demirgüç-Kunt, directora de Investigación del Grupo de investigaciones sobre el desarrollo del Banco Mundial, durante una reciente charla sobre políticas agrícolas. “Pero hay muchas otras limitaciones que impiden que se realicen inversiones que mejoran la productividad. Es bastante difícil diseñar políticas que proporcionen el máximo rendimiento”.

Estas restricciones son más evidentes en África al sur del Sahara. Si bien la revolución verde ayudó a triplicar o cuadruplicar los rendimientos de los cereales en la mayoría de las regiones del mundo en los últimos 50 años, la productividad agrícola en África al sur del Sahara se ha estancado.

Según Florence Kondylis, economista superior del Banco Mundial, muchos proyectos agrícolas de “gran impulso” centrados en múltiples limitaciones —como la tecnología, las finanzas y el riego— han beneficiado a los agricultores. Pero estos proyectos suelen no catalizar una transformación en la zona rural que podría reducir significativamente la pobreza extrema y liberar mano de obra para los sectores industriales y de servicios que se encuentran en crecimiento. Los datos sobre las medidas que han dado resultado para promover la productividad agrícola han sido demasiado escasos.

Afortunadamente, eso está cambiando. En la actualidad, el Banco Mundial realiza más de 30 evaluaciones de impacto en proyectos agrícolas, la mayoría de ellos en África al sur del Sahara. La mayor parte de los proyectos aplica un enfoque experimental para garantizar resultados rigurosos.


" Estos datos nos invitan a separarnos del sistema de extensión [agrícola] tradicional y poner en práctica un sistema donde los agricultores experimenten por sí mismos bajo sus propios términos "
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Florence Kondylis

Economista superior

Los nuevos datos están cambiando totalmente los enfoques tradicionales de los servicios de extensión agrícola. En Bangladesh, en una evaluación de impacto (i) se analizaron nuevos enfoques de parcelas de demostración diseñadas para mostrar a los agricultores los beneficios de una nueva semilla o tecnología. El enfoque tradicional se basa en una sola parcela de demostración en un pueblo, donde los agricultores aprenden simplemente observando. Pero en la evaluación de impacto en Bangladesh se pidió a los agricultores que experimentaran directamente con las nuevas semillas, y dos años más tarde estas nuevas semillas se estaban usando en un mayor grado en las aldeas donde los agricultores habían realizado las pruebas por sí mismos.

“Estos datos nos invitan a separarnos del sistema de extensión [agrícola] tradicional y poner en práctica un sistema donde los agricultores experimenten por sí mismos bajo sus propios términos”, dijo Kondylis.

Otra innovación sencilla, pero altamente eficaz son las herramientas de opinión. En Rwanda se realizó un experimento en el cual se concluyó (PDF, en inglés) que dar a los agricultores la oportunidad de proporcionar comentarios sobre los servicios de extensión, a través de una tarjeta de calificación o un registro, aumentó de manera considerable la asistencia a las reuniones. El efecto fue, en particular, importante en el caso de las mujeres.

La discriminación de género también restringe el valor de los servicios de extensión agrícola tradicionales. Las mujeres suelen ser menos propensas a participar en los servicios de extensión, ya sea como proveedoras y como receptoras. En un experimento en Malawi se demostró (PDF, en inglés) que, si bien las mujeres que recibieron capacitación para servir como agricultoras de contacto superaban a los hombres en el dominio de una nueva tecnología, su capacidad para difundir dicha tecnología a otros agricultores se vio limitada por prejuicios de género. Sin embargo, un modesto incentivo monetario fue suficiente para superar estos prejuicios.

El riego es otra área en que la realidad sobre el terreno no ha permitido cumplir con las expectativas. Aunque la irrigación tiene un enorme potencial para aumentar los rendimientos y reducir los riesgos, en África al sur del Sahara solo un tercio de la tierra que cuenta con sistemas de riego se irriga realmente.

En Rwanda, a través de un ensayo en curso (i) se investiga el uso de subsidios temporales para el riego con el fin de poner en marcha un movimiento para producir cultivos comerciales de mayor valor, y se han obtenido resultados iniciales prometedores.

Se han realizado ensayos adicionales en otras áreas clave en que se necesitan reformas, entre ellas cómo garantizar mejor los derechos de propiedad de los agricultores, cómo proporcionar financiamiento y cómo crear mercados más profundos para los insumos (por ejemplo, semillas y fertilizantes).

“La cantidad de inversiones que los donantes han realizado en el sector de la seguridad alimentaria se ha disparado realmente en los últimos siete u ocho años”, dijo Daniel Peters, director de la Oficina de Resultados de Desarrollo y Rendición de Cuentas del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. “Es útil para nosotros tener evaluaciones en profundidad de los impactos para entender el tipo de resultados que estamos obteniendo”.



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