Los enfoques “inteligentes” no solo se pueden emplear con los teléfonos celulares. Es hora de aprovechar algunas de las cualidades de las tecnologías inteligentes —tener capacidad y ser transversales y transformadoras— y aplicarlas a la gestión de los bosques, uno de nuestros recursos naturales más fundamentales.
¿Qué significa ser “inteligentes en relación con los bosques”? En esencia, tiene que ver con examinar de manera integral los paisajes para entender cómo los bosques se ven afectados por las actividades de otros sectores y de qué manera mejorar los beneficios que obtenemos de los bosques.
Por un lado, la deforestación y la degradación de los bosques en el mundo son impulsadas por diversos factores, que incluyen la expansión de las tierras agrícolas, el desarrollo de caminos y explotaciones mineras y la demanda de combustibles obtenidos a partir de la madera. Por otro lado, si bien estas actividades son esenciales para el desarrollo económico de los países y el bienestar de las comunidades locales, también pueden socavar los valiosos servicios que proporcionan los bosques, entre ellos el secuestro de carbono, la filtración de aire y agua, la fertilidad del suelo, así como el hecho de constituir una fuente de ingresos y empleo.
En el Banco Mundial, ser inteligentes en relación con los bosques implica encontrar las complementariedades —y no solo los factores contrapuestos— entre estos diferentes sectores, con el fin de generar beneficios tanto para el clima como para el desarrollo. Este enfoque aparece en el Plan de Acción Forestal (i) del Grupo Banco Mundial para los ejercicios 2016-2020, y constituye un elemento fundamental para alcanzar los objetivos del Banco Mundial en materia de reducción de la pobreza, ya que los bosques proporcionan un apoyo crucial a los pobres. En todo el mundo, 1 de cada 11 personas sale de la pobreza extrema gracias a los recursos forestales. Además de los 300 millones a 350 millones de habitantes que viven en o cerca de los bosques y dependen casi exclusivamente de ellos para su subsistencia, cientos de millones más usan los bosques para obtener alimentos, materiales de construcción y energía.
Para implementar un enfoque inteligente en relación con los bosques es clave trabajar con diversos asociados en la tarea de identificar oportunidades de beneficio mutuo y diseñar soluciones innovadoras que se puedan implementar a mayor escala. Es importante destacar que el Banco Mundial puede aprovechar su experiencia en una amplia gama de sectores, no solo en el sector forestal sino también en las industrias extractivas, la infraestructura, la gestión del riesgo de desastres, la energía y la agricultura, entre otros.
En Mozambique, un proyecto por un monto de USD 47 millones (i) constituye un buen ejemplo de cómo el Grupo Banco Mundial implementa un enfoque inteligente en relación con los bosques. En este país, se pierden en la actualidad alrededor de 140 000 hectáreas forestales cada año. Mediante este proyecto se invierte en los medios de subsistencia de miles de pequeños y medianos propietarios de tierras, lo cual permite mejorar la sostenibilidad de las actividades que pueden afectar a los bosques —como la producción de madera y carbón vegetal, y los cultivos agrícolas— y, al mismo tiempo, reducir la deforestación y las emisiones de gases de efecto invernadero. El sector forestal ya representa casi el 3 % del producto interno bruto (PIB) de Mozambique (según estimaciones de 2011) y emplea de manera directa a 22 000 personas y existe un potencial considerable para aumentar estos beneficios.
Otro ejemplo es la labor del Banco Mundial en Moldova, donde la mayoría de las comunidades pobres dependen de la agricultura para su subsistencia, pero la competitividad de las exportaciones agroalimentarias sigue siendo relativamente baja. Uno de los objetivos del Proyecto sobre Competitividad del Sector Agrícola (i) en este país es aumentar el uso de prácticas de gestión sostenible de la tierra como las cortinas forestales, que pueden limitar la erosión del suelo y secuestrar el carbono, contribuyendo al mismo tiempo a generar mayores rendimientos para los agricultores.
También estamos aprendiendo más sobre cómo aprovechar los impactos positivos de los bosques para reducir los riesgos de los desastres naturales. Los manglares, por ejemplo, no solo pueden actuar como un amortiguador contra las tormentas, las inundaciones y la erosión costera, sino que también proporcionan un valioso hábitat para la vida silvestre, lo que se traduce en resultados positivos para la pesca, el turismo y los empleos a nivel local. En Jamaica —uno de los países más vulnerables a los riesgos naturales— un proyecto por un monto de USD 30 millones (i) tiene como objetivo ayudar al Gobierno a fortalecer la resiliencia del país ante tales amenazas, e incluye medidas como la implementación de soluciones de infraestructura basadas en la naturaleza. Este proyecto, con asistencia adicional del Programa sobre Bosques (i) y el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación, (i) beneficiará a 300 000 jamaicanos mediante una mejor preparación frente al cambio climático.
Sin importar cuál sea el factor que impulse los cambios en la cubierta forestal, estos pueden tener impactos muy reales y de gran alcance en las comunidades y el bienestar de ellas, así como en el clima a nivel mundial. En un mundo cada vez más complejo e interconectado, los desafíos de desarrollo, incluidos los relacionados con los bosques, demandan respuestas más integrales. El Día Internacional de los Bosques, que se celebra el 21 de marzo, constituye un recordatorio de que ser inteligentes en relación con los bosques es un enfoque crucial para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible.
¿Es usted inteligente en relación con los bosques? ¡Para averiguarlo, responda el cuestionario!