Hubo un tiempo en que los guaraníes de la aldea Tekoa Marangatu, en el sur de Brasil, cazaban y recolectaban frutas para alimentarse. Hoy en día, la dieta es completamente diferente. La comida es comprada por los indígenas o donada por la población urbana. Frutas, verduras y carnes fueron sustituidos por enlatados, galletas y otros productos procesados.
Pero este cambio en la dieta ha cobrado su precio. No hay estadísticas formales, pero líderes indígenas y los asistentes rurales y sociales que trabajan en la zona relatan casos de colesterol alto, diabetes, sobrepeso, problemas dentales y enfermedades de la piel.
"Luego de tener contacto con las culturas no indígenas, empezamos a apreciar otros tipos de comidas", admite el cacique Ricardo Benete. "Queremos tratar de volver a ser como antes, comer lo que plantamos", continúa el líder guaraní mientras enseña los nuevos huertos y un pequeño colmenar cuidado por los indígenas.
El nuevo emprendimiento del grupo es una panadería donde la comunidad horneará panes y pasteles sanos usando frutas, verduras y raíces (como la yuca y la batata) disponibles en la aldea. Los alimentos servirán inicialmente para el consumo de las 45 familias locales, tanto en los hogares como en la merienda de la escuela indígena.
En el futuro, también quieren vender estos productos para obtener ingresos. Hoy en día, la principal fuente proviene de las artesanías vendidas en los pueblos cercanos, pero los recursos son insuficientes para satisfacer las necesidades de la comunidad.
Esta historia muestra el estado de nutrición y salud de los indígenas luego del contacto con los blancos y también el impacto positivo que una iniciativa puede tener si nace en el grupo. La panadería se construyó con el apoyo del programa Santa Catarina Rural, del gobierno estatal, financiado por el Banco Mundial. La iniciativa beneficia a 40.000 pequeños agricultores, incluyendo más de 1.200 familias indígenas.
“Fue importante incluir a las comunidades rurales indígenas en este trabajo por dos razones: porque ellas producen alimentos y porque la atención a las comunidades indígenas ahora se ofrece de manera integrada por el gobierno”, dijo Diego Arias, director del programa en el Banco Mundial.
La iniciativa tiene otros resultados positivos, como en la tierra Xapecó, en Santa Catarina, donde la etnia Kaingang predomina entre las 1.350 familias. Desde 2008, los indígenas se han especializado en la crianza de ganado lechero. Setenta y nueve familias están en la actividad y han superado los prejuicios del mercado contra productos elaborados por los indígenas, de acuerdo con el informe del taller Pueblos Indígenas y Proyectos Productivos Rurales de América Latina.