Mientras América Latina se adapta a la caída de los precios de los productos básicos, los responsables de formular políticas recurren al camino más seguro para el crecimiento sostenible y duradero: la innovación. “Cuando las empresas innovan, la productividad aumenta y las economías se vuelven más competitivas”, dijo Marialisa Motta, gerente de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad en la región de América Latina y el Caribe del Grupo Banco Mundial.
Muchos países latinoamericanos tienen políticas para fomentar la innovación, pero la mayoría de ellos no son lo bastante eficientes o eficaces en este ámbito. Por ello, el Grupo Banco Mundial ayuda a los Gobiernos a evaluar y a mejorar sus programas en materia de innovación.
De acuerdo a Alberto Criscuolo, especialista superior en Desarrollo del Sector Privado, el objetivo es analizar “cómo sacar provecho a los recursos; si el gasto público en innovación concuerda o no con las prioridades normativas en materia de innovación; qué tan eficaces son los programas de innovación; si los organismos y ministerios se superponen o no, y qué podemos aprender de la implementación de los programas existentes”. Estos exámenes del gasto público en ciencia, tecnología e innovación (i) se realizan con el apoyo del Grupo Banco Mundial en Perú, Colombia, Chile y otros países.
Suele existir una “brecha entre lo que la industria necesita y lo que las universidades están investigando”, dijo Criscuolo. “Ambas partes no se comunican entre sí”. Las evaluaciones del Grupo Banco Mundial pueden ayudar a determinar qué tipos de innovación tienen una alta demanda en la industria y fomentar la entrega de financiamiento para realizar investigación en esos campos.
Evaluar la combinación de programas y políticas
En Chile, el Grupo Banco Mundial evaluó la calidad de los programas de fomento de la innovación y de las políticas sobre iniciativa empresarial, y colaboró con dos organismos gubernamentales para identificar las buenas prácticas y las deficiencias en el diseño y la implementación de los programas. Sobre la base de los resultados obtenidos, se lleva cabo actualmente una reestructuración de los instrumentos en materia de innovación.
En Colombia, el Grupo Banco Mundial evaluó más de 120 instrumentos normativos, examinando la eficacia de la combinación de políticas, el grado de redundancias y las brechas. En la actualidad, ayuda al Gobierno a diseñar una estrategia nacional de innovación recomendando buenas prácticas con respecto a los instrumentos de fomento, tales como incentivos fiscales mejor definidos para la investigación y el desarrollo.
“Menos de 20 empresas en todo el país se beneficiaron de las exenciones fiscales, y en su mayoría fueron grandes empresas mineras o de energía”, dijo Leonardo Iacovone, economista principal, que participó en la evaluación de Colombia, después de la cual el país cambió su sistema.
Iacovone ahora cogestiona un préstamo de USD 600 millones para Colombia, aprobado en marzo de 2017, que tiene entre sus objetivos fortalecer las políticas de innovación.
Gestión y tecnología
La innovación se refiere tanto a la gestión como a la tecnología, señaló Iacovone. “Una empresa que innova es una empresa que también es capaz de aprender. Los métodos de organización y gestión son cruciales para aprender: fijar y supervisar los objetivos; vincular los procedimientos de recursos humanos y los incentivos con las metas, y obtener la opinión de los trabajadores acerca de cómo seguir mejorando”.
También en Brasil (i) hay mucho que mejorar en cuanto a la gestión de las empresas, dijo Mark Dutz, economista principal. Según la base de datos World Management Survey, (i) las encuestas indican que el 18 % de las empresas está muy mal gestionada, en comparación con el 11 % en México, el 6 % en China y el 2 % en Estados Unidos.
Pero la tecnología también es importante. Si bien existe temor que las nuevas tecnologías eliminarán ciertos empleos, Dutz señaló que “el proceso de adopción de tecnologías por las empresas puede ser inclusivo, creando más y mejores empleos no solo para los trabajadores altamente calificados, sino también para los trabajadores menos calificados, siempre y cuando el aumento de la producción sea suficiente”.
Tradicionalmente, las economías latinoamericanas, en particular Brasil, han estado en cierta medida cerradas al comercio exterior, brindando pocos incentivos a las empresas para innovar y seguir siendo competitivas en los mercados mundiales, y dando lugar a precios más elevados para los consumidores. Pero eliminar esas barreras significa que las empresas pueden expandirse más allá de sus mercados internos tradicionales. “Deben pensar que el mundo está a sus pies”, sostuvo Dutz.