Tomando la iniciativa para encontrar soluciones duraderas, Andrew Ndaamunhu Bvumbe, director ejecutivo para el Grupo 1 de África del Grupo Banco Mundial, convocó a una mesa redonda de alto nivel sobre el desplazamiento forzado en África y el impacto en las economías de los países anfitriones, en el marco de la últimas Reuniones de Primavera del Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).Los ministros y representantes de Uganda, el Chad, Kenya y Etiopía, países que enfrentan crisis continuas de desplazamientos, se unieron al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, para debatir los desafíos en este ámbito, intercambiar experiencias y explorar oportunidades para el futuro.
Ciudad de Washington, 7 de junio de 2017. Durante la década de 1970, Matia Kasaija huyó de Uganda, su país natal, por temor a ser asesinado debido a sus opiniones políticas. Durante cinco años vivió como refugiado en Kenya antes de poder, finalmente, regresar a casa.
“No hay nada tan deshumanizador que ser un refugiado”, dijo Kasaija, actual ministro de Finanzas, Planificación y Desarrollo Económico de Uganda. “Te conviertes en nada, no tienes ningún estatus. Es muy doloroso”.
A medida que el desplazamiento forzado surge como un desafío crítico para el desarrollo, Uganda, junto con otros países africanos, lidera el camino con políticas más progresistas, adoptando enfoques que permitan a los refugiados volverse autosuficientes, apoyando al mismo tiempo a las comunidades de acogida.
En Uganda viven casi 1,3 millones de refugiados y ahora el país enfrenta un posible aumento considerable en el número de personas que llegan a su territorio debido al conflicto en curso en Sudán del Sur.
“En Uganda tenemos una política de puertas abiertas, porque hemos sufrido”, dijo Kasaija. El Gobierno, además de aceptar a todos los refugiados por razones políticas y económicas, los apoya tanto como sea posible, dándoles tierras agrícolas y permitiéndoles acceder a educación y servicios de salud, explicó. “Tratamos de que estas personas se instalen para que puedan vivir una vida normal”.
En África viven unos 5 millones de refugiados y 11 millones de desplazados internos; Uganda, Camerún, el Chad, Etiopía, Kenya y la República Democrática del Congo dan acogida a la mayor cantidad de personas desplazadas por la fuerza.
Crear resiliencia, promover la inclusión
En el Chad, muchos refugiados que viven en aldeas comparten sus conocimientos prácticos con los chadianos y contribuyen a una mejor calidad de vida para todos, dijo Ngweto Tiraina Yambaye, ministro de Planificación Económica y de Desarrollo del Chad. Los desafíos que enfrenta el país son inmensos, agregó, y estos incluyen desde el aumento de la demanda de servicios básicos hasta la presión sobre los recursos naturales en zonas ya vulnerables a sequías e inundaciones. Yambaye indicó que el Gobierno confía en que el Chad podrá aprovechar sus éxitos con soluciones viables a largo plazo a las crisis de los refugiados.
“Nos hemos embarcado ahora en una senda de soluciones más sostenibles, que tendrá en cuenta las fragilidades derivadas de las crisis humanitarias, y ayudará a pasar de medidas de alivio a la creación de resiliencia”, dijo Yambaye. “Necesitamos una solución permanente para la situación de los refugiados, de manera que podamos transformar la crisis en una oportunidad”.
En Etiopía, donde ahora viven más de 800 000 refugiados, el Gobierno avanza hacia reformas ambiciosas que permitan la inclusión social y económica de estas personas.
“Se debe permitir que los refugiados puedan vivir fuera de los campamentos, trabajar, acceder a educación y servicios de salud, cultivar la tierra, e incluso permitir que puedan recibir una integración de cuatro meses o más para aquellos que han vivido más de 20 años en Etiopía”, dijo Mezgebu Amha, director de la Dirección de Políticas Fiscales de Etiopía. “Esto representa un cambio notable en nuestro enfoque. Tendrá importantes beneficios tanto para los refugiados como para Etiopía, aunque se espera que la aplicación sea gradual durante un tiempo”.
Henry Rotich, secretario de gabinete del Tesoro Nacional de Kenya, dijo que después de casi tres décadas de acoger refugiados, su país conoce muy bien los inconvenientes asociados con las intervenciones a corto plazo para manejar la afluencia de refugiados durante largos periodos de tiempo. Entre ellos, dijo, se pueden mencionar el costo potencial del conflicto y la competencia por los recursos entre los anfitriones y los refugiados, así como el aumento de la inseguridad.
“Hemos logrado de cierta manera un nivel de inclusión. Se implementaron algunas intervenciones y hemos visto en algunos casos que los refugiados se han integrado parcialmente en la sociedad”, dijo Rotich, refiriéndose a un suburbio del país administrado por refugiados y exrefugiados que se han convertido en ciudadanos de Kenya. “Seguimos haciendo eso en una escala limitada, pero estamos analizando cómo podemos ampliarlo”.
Dado que la comunidad mundial trabaja para respaldar estos esfuerzos innovadores de los propios países anfitriones, se creó un nuevo mecanismo de financiamiento por un monto de USD 2000 millones destinados a los refugiados y las comunidades que los reciben en el marco de la decimoctava reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-18).
“Con estos nuevos recursos podremos ayudar a los países anfitriones a traducir su visión en medidas normativas concretas que harían la diferencia sobre el terreno”, dijo Xavier Devictor, asesor del Grupo de fragilidad, conflicto y violencia del Banco Mundial y encargado del programa de desplazamiento forzado. “Hemos fortalecido la colaboración con ACNUR y otros asociados, y esto nos brinda una oportunidad importante de apoyar a los países en sus esfuerzos por aumentar la resiliencia entre los refugiados y las comunidades de acogida”.
“Hemos comenzado a aplicar (el nuevo enfoque) en Uganda, en particular en Etiopía y otros países de la región”, dijo Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. “Si tenemos éxito, habremos creado una buena base para que este modelo sea el elemento central del pacto mundial sobre los refugiados".