Este ha sido un año de fenómenos climáticos catastróficos. Lluvias de proporciones bíblicas en toda Asia meridional provocaron inundaciones que afectaron a más de 41 millones de personas y cobraron la vida de al menos 1200 personas. Huracanes sin precedentes causaron muerte y destruyeron infraestructura en varios Estados insulares del Caribe y en pueblos y grandes ciudades del sur de Estados Unidos. En África, la sequía puso en riesgo de inanición a 20 millones de personas en Somalia, Sudán del Sur, Nigeria y Yemen. Y por tercer año consecutivo, los países dotados de arrecifes de coral —desde Asia oriental y el Pacífico hasta el norte de África— han visto desaparecer enormes secciones de sus sistemas de arrecifes (i) debido al estrés térmico provocado por las temperaturas insosteniblemente altas de los océanos.
Todos estos acontecimientos a nivel mundial lanzan la misma alerta: debemos acelerar la acción climática y cumplir las metas establecidas en el Acuerdo de París. Este año, en la CP que se celebrará en Bonn (Alemania), el llamado a la acción ha encontrado un promotor ideal, el Gobierno de Fiji, (i) país que pasará a la historia como el primer pequeño Estado insular en presidir y organizar las negociaciones.
Desde la firma del Acuerdo de París en 2015 se han tomado muchas medidas positivas para acelerar la acción climática a escala mundial. Según la Agencia Internacional de la Energía, (i) las emisiones mundiales de dióxido de carbono relacionadas con la energía se mantuvieron sin variaciones por tercer año consecutivo en 2016 a pesar del crecimiento de la economía mundial, lo que demuestra una continua disociación entre las emisiones y la actividad económica. Los mercados mundiales están experimentando una importante transformación impulsada por las energías renovables gracias al rápido descenso de los costos de la energía solar y la energía eólica, (i) y las baterías están cumpliendo un rol cada vez más importante para equilibrar la oferta y la demanda. Además, la fijación del precio del carbono está cobrando impulso a nivel mundial, ya que más de 40 jurisdicciones nacionales y 25 subnacionales han establecido un precio para la contaminación provocada por las emisiones de carbono.
Atención especial a la movilización de financiamiento para la acción climática
Para poder cumplir los compromisos sobre el clima del Acuerdo de París se requerirán inversiones a una velocidad y escala sin precedentes. (i) Por tal motivo, la movilización de financiamiento para la acción climática será una de las principales áreas de atención del Grupo Banco Mundial en la CP 23. Lo cierto es que existe una gran disponibilidad de capital financiero privado, pero la rentabilidad que genera la mayor parte de estos recursos es baja o incluso negativa. Por muchas razones —entre ellas la existencia de políticas deficientes y la carencia de instrumentos de reducción de riesgos, como las garantías—, este capital no se está encauzando necesariamente adonde más se necesita para la acción climática.
Un planteamiento para ayudar a movilizar este capital es la iniciativa Invest4Climate, (i) creada recientemente. Se trata de una nueva plataforma convocada por el Banco Mundial y las Naciones Unidas, cuyo propósito es reunir a Gobiernos nacionales, instituciones financieras, inversionistas, filántropos y bancos multilaterales para encontrar formas de apoyar inversiones transformadoras en los países en desarrollo en la esfera del cambio climático.
Los bonos verdes también forman parte de la solución financiera, pues movilizan fondos en los mercados de capital para financiar ese tipo de inversiones en los países en desarrollo. El Grupo Banco Mundial, a través del Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (IFC), ha cumplido una función de vanguardia en el desarrollo del mercado de bonos verdes al haber movilizado más de USD 15 000 millones en dichos bonos desde 2008 para financiar inversiones en la acción climática en todo el mundo, y contribuido a la formulación de las mejores prácticas del mercado en materia de normas y presentación de informes. El Banco Mundial e IFC están colaborando con los países a fin de establecer marcos para la emisión de bonos verdes soberanos y del sector privado. El mes pasado, con la asistencia del Gobierno australiano y del Grupo Banco Mundial, Fiji se convirtió en el primer mercado emergente en emitir un bono verde soberano, (i) operación que recaudó 100 millones de dólares fiyianos (USD 50 millones) para promover la mitigación y adaptación al cambio climático.
Un elemento clave del Acuerdo de París fueron los compromisos de acción a nivel nacional, conocidos como las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN). Cada CDN compromete a los países a llevar a cabo diversas acciones destinadas a reducir sus emisiones y a generar resiliencia ante los impactos del cambio climático. Por su parte, el Grupo Banco Mundial está apoyando alrededor de 300 iniciativas en 77 países relacionadas con la implementación de las CDN mediante inversiones en ámbitos como la energía, la agricultura y el transporte. Y a través del Servicio de Apoyo a la Alianza para las CDN (i) —esta última puesta en marcha en la CP 22 en Marruecos en 2016— actualmente un primer grupo de 23 países está recibiendo más de USD 8 millones en forma de donaciones para asistencia técnica, actividades de proyectos y fortalecimiento de la capacidad relacionados con las CDN.
Además, a través de la iniciativa Climate Action Peer Exchange (Intercambio de conocimientos entre pares para la acción climática [CAPE]), (i) los ministerios de Finanzas de países en desarrollo comparten conocimientos para superar los desafíos fiscales que supone la implementación de las CDN. En un seminario reciente de CAPE realizado en Shanghai, miembros del personal de los ministerios de Finanzas de 13 países se reunieron para analizar distintos planteamientos relativos a los impuestos sobre el carbono, la aplicación de modelos de evaluación de riesgos fiscales y el establecimiento de sistemas de elaboración de presupuestos para el clima.