A medida que el cambio climático causa devastaciones cada vez más graves y frecuentes en todo el mundo, , especialmente en los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), que a menudo se encuentran en el ojo de la tormenta.
, que sufren daños de hasta el 9 % del PIB, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). La temporada de huracanes 2017 fue una de las más activas en el último tiempo: las intensas lluvias y los fuertes vientos causaron estragos en todo el Caribe, interrumpiendo servicios básicos, entre ellos el suministro de electricidad.
Los sistemas de energía son vulnerables no solo a los huracanes, sino que también a otros eventos climáticos extremos tales como los terremotos, los incendios forestales, las tormentas de invierno y el aumento del nivel del mar. Los servicios de recuperación básicos sufren las consecuencias. Los hospitales no pueden utilizar equipos para salvar vidas o para mantener medicamentos críticos a la temperatura adecuada. Los mercados tienen problemas para conservar los alimentos y las personas quedan a oscuras y no pueden usar electrodomésticos básicos como ventiladores y estufas. La vida, literalmente, se paraliza.
La ocurrencia de huracanes, tormentas y terremotos está fuera del control humano. Pero prepararse para ellos y sus consecuencias es algo que se puede controlar.
La mejor manera de los países para enfrentar y recuperarse (i) de los desastres naturales es tener un buen plan de preparación para emergencias, acompañado de inversiones estratégicas que puedan acortar el tiempo de recuperación y limitar el impacto de los desastres. Esto es posible si ya existe un plan integral para evaluar y abordar los peligros.
El Banco Mundial trabaja con sus países clientes para encarar este problema.
Por ejemplo, el Proyecto de Resiliencia Energética para la Adaptación al Cambio Climático de Belice (i) tiene como objetivo reforzar la infraestructura energética del país a través de diversas medidas, como consolidar secciones del sistema de transmisión que son particularmente vulnerables y reducir la probabilidad de interrupciones del servicio; aumentar la capacidad de la empresa de electricidad para proteger los equipos en las zonas donde los árboles se pueden caer y ocasionar daños a la red durante las tormentas; mejorar el plan de recuperación y de respuesta de emergencia de la empresa, y modernizar los sistemas de comunicación que se usan durante las situaciones de emergencia.
A través del proyecto, Belice también implementará una serie de actividades en terreno innovadoras y complementarias, como segmentar las subestaciones para distribuir el riesgo de fallas durante eventos extremos, y poner a prueba materiales alternativos para construir postes de electricidad más resistentes.
Si bien es fundamental reforzar la infraestructura existente en el largo plazo, los países también podrían depender de medidas de generación de electricidad más locales y autónomas para ayudarlos a recuperarse más rápidamente después de los desastres naturales.
Las soluciones autónomas de electricidad sin conexión a la red, como los sistemas solares domésticos individuales, son una solución inteligente en muchos casos, como por ejemplo Vanuatu. El ciclón tropical Pam, que azotó la isla en 2015, derribó 65 kilómetros de líneas eléctricas y afectó a unos 12 000 clientes. Pero quienes usaban sistemas solares domésticos se prepararon antes de la tormenta y desmontaron y guardaron los equipos. Esto les permitió volver a instalarlos y tener electricidad tras el paso del ciclón.
El mismo enfoque ha funcionado en Bangladesh, donde el Banco Mundial ayudó a instalar sistemas solares en 3,95 millones de casas y tiendas en zonas rurales remotas. Además, colabora con el Gobierno para instalar minirredes solares en islas alejadas como Monpura. Cada año, Bangladesh experimenta alrededor de dos quintos de las tormentas ciclónicas que se producen en el mundo y que afectan a hogares y empresas, y provocan el cierre de la infraestructura pública. En octubre de 2016, el Banco Mundial comprometió un monto de USD 2000 millones (i) en nuevo financiamiento que se entregará en los próximos tres años para ayudar a Bangladesh a enfrentar estos problemas y reducir su vulnerabilidad al cambio climático.
El Banco Mundial también ayuda a los países vulnerables a adoptar más fuentes renovables, como la energía solar y la energía geotérmica.