“¿Por qué me lagrimean los ojos cuando cocinas aquí dentro?”, pregunta la hija de Mamta mientras la observa preparar arroz y daal en una chula, una especie de cocina de leña.
El humo que despide la leña que se quema llena rápidamente la pequeña habitación de su casa, ubicada en la aldea de Siraj Nagar, en las afueras de Dhaka, Bangladesh. En la mayoría de los hogares de la aldea se utiliza la chula, que expone a familias enteras a un humo perjudicial.
Al igual que Mamta,, en los que se quema leña, carbón, carbón vegetal, estiércol o desechos de cultivos. Las mujeres y los niños se ven desproporcionadamente afectados por los impactos en la salud y soportan la mayor parte de la carga que supone recolectar leña y otros combustibles tradicionales. Tan solo las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por combustibles de leña no renovables equivalen a una gigatonelada de dióxido de carbono por año, lo que constituye entre el 1,9 % y el 2,3 % de las emisiones mundiales.
La transición hacia formas de cocinar más eficientes y menos contaminantes puede mejorar la salud de las personas, reducir la contaminación tóxica del aire, incrementar la productividad y proteger el medio ambiente. Pero cambiar las prácticas de cocina en los hogares de todo el mundo es más complicado de lo que parece. Exige un cambio de comportamiento y un aumento de la sensibilización acerca de los beneficios de las cocinas y los combustibles no contaminantes, así como la prestación de ayuda a las empresas para que satisfagan esta demanda con productos asequibles que los clientes valoren.
Para hacer frente a este desafío, , una de las carteras más grandes de este tipo en todo el mundo. Trabajando con asociados, y a través del Programa de Asistencia para la Gestión del Sector de la Energía (ESMAP) (i), el Banco está adoptando un enfoque multifacético que combina estrategias de mercado innovadoras, tecnologías de cocinas eficientes, mayor asequibilidad, fortalecimiento de las cadenas de suministro y una atención centrada en el comportamiento de los consumidores.
Los programas del Banco Mundial en países tales como China, Etiopía, Kenya, Indonesia, Senegal y Uganda ya han beneficiado a 11 millones de personas que ahora tienen acceso a soluciones más limpias y eficientes para cocinar y calefaccionar su hogar.
Estos programas se traducen en innumerables historias individuales. En Indonesia, Tami, una madre de 24 años con dos hijos comenzó a utilizar una cocina Keren Super Stove como cocina principal, gracias a la ayuda de un programa respaldado por el Banco Mundial. Ahora puede pasar más tiempo con su familia y menos tiempo cocinando y recolectando combustible. Yeni, otra mujer indonesia que antes utilizaba keroseno, adquirió una cocina no contaminante y ahora ahorra suficiente dinero para enviar a sus dos hijos a la escuela.