Khost. Por la mañana temprano, las niñas con sus vestidos negros y sus velos blancos se ordenan en filas en el patio de la escuela. Después de la recitación del Sagrado Corán y unas breves palabras del director, los alumnos se dirigen a las aulas.
Este es el ritual diario en la Escuela Secundaria Matoon Sarnakot, en la ciudad de Khost, la capital de la provincia del mismo nombre. Los estudiantes vienen de distintas aldeas de la zona. Cuando la escuela se abrió en 2010, las clases se efectuaban en carpas. Pero el calor en verano y la lluvia en otoño no permitían a los alumnos sentirse cómodos cuando asistían a clases.
“Durante los días calurosos y lluviosos, a los maestros y los estudiantes se les hacía difícil continuar las clases en las carpas”, cuenta Zabihullah, de 28 años de edad, que enseña inglés y darí en la escuela desde hace cinco años. “Pero ahora los profesores y los alumnos no se preocupan porque tienen aulas adecuadas en un edificio de concreto”.
En la actualidad, los estudiantes asisten a clases dictadas por 11 docentes en dos sesiones en un edificio de ocho aulas. Nahida, una alumna de 14 años de séptimo grado que viene de la aldea de Zakriaan, dice que está contenta con el establecimiento. “Desde que se construyó el nuevo edificio, aprendemos en un entorno más seguro”, agrega.
La construcción del establecimiento escolar fue posible gracias a una donación de USD 99 000 otorgada por el Programa de Mejoramiento de la Calidad de la Educación (EQUIP, por sus siglas en inglés) (i) con el objetivo de desarrollar infraestructura educativa. La obra tardó alrededor de un año, y se completó en 2013. “La escuela cuenta con aulas y materiales didácticos”, señala Malmir Eamal, director de la Escuela Secundaria Matoon Sarnakot. “Eso nos permite tener un desempeño mucho mejor que en el pasado”.