La palabra emprendedor tiene su origen a principios del siglo XVI en la lengua francesa, haciendo referencia a los aventureros que viajaban a América en búsqueda de nuevas oportunidades. A principios del siglo XVIII, los franceses extendieron el significado de este término también a los constructores de puentes y caminos.
Hoy, en pleno siglo XXI, Yaznaia Jaramillo parece adaptarse perfectamente a esta caracterización. Con tan solo 29 años, ha recorrido gran parte de América Latina tendiendo puentes comerciales con su primer emprendimiento ArchGroup y ahora con su nueva empresa PassForSales, con la que une empresas y expertos en todo el continente.
“La rueda no hay que inventarla de cero: hay una gran cantidad de emprendedores que están generando impacto en distintas partes de América Latina y lo único que necesitan es ayuda para poder desarrollarse y conectarse más allá de sus países”, detalla entusiasmada esta emprendedora colombiana.
La joven es parte de una nueva generación de mujeres latinoamericanas que no se ven limitadas por las fronteras. Tanto en su natal Bogotá como en su trabajo en cinco países de la región, la joven va tejiendo una importante red de afectos y contactos, transmitiendo y mezclando tonadas, costumbres y buenas prácticas comerciales.
5 ideas = muchas oportunidades
Yaznaia no es un caso aislado: el número de emprendedoras crece cada año en todo el mundo, pero especialmente en América Latina, donde países como Brasil se destacan porque una de cada tres empresas son propiedad de mujeres.
Sin embargo, las investigaciones afirman que hombres y mujeres tienen distintas motivaciones a la hora de emprender.
Según Global Entrepreneurship Monitor (GEM), el 37% de las mujeres en la región decide emprender por necesidad, mientras que este porcentaje es de un 25% para los hombres. Estos datos representan un problema: los emprendimientos por necesidad se caracterizan por tener un bajo nivel de productividad sin un plan de negocios claro.
¿Qué se necesita para que todas las mujeres puedan hacer crecer sus negocios y así generar una región más desarrollada y con mejores ideas? Existen cinco factores que son centrales para este objetivo:
- Comunidad: Para las mujeres empresarias, el aliento de su comunidad es una motivación vital para iniciar un negocio, y sus redes de apoyo y de contactos son críticas para su éxito. Datos del Banco Mundial identifican la gran importancia que desempeñan las redes de contactos, familia, amigos e instituciones comunitarias en las decisiones de negocio en todos los niveles sociales. La existencia de programas de asesoría y acompañamiento también puede generar una importante diferencia en el rendimiento de las nuevas empresas. Según un estudio de la consultora EY, solo el 50% de las emprendedoras tienen acceso a este tipo de apoyo mientras que el 64% de los hombres sí cuentan con esta asistencia.
- Institucionales: Las micro y pequeñas empresas lideradas por mujeres tienden a ser informales, basadas en el hogar y de pequeña escala dentro de sectores tradicionales, que incluye principalmente comercio minorista y servicios. En América Latina, alrededor del 75 por ciento de las emprendedoras operan en el sector del consumo; muchas de ellas están al frente de pequeñas tiendas de subsistencia. Los programas de emprendimiento deben brindar a las participantes herramientas diversas que les permitan considerar otras áreas comerciales más rentables.
- Participación en ciencia y tecnología: Según datos de la UNESCO, el 45,2% de quienes realizan investigación en ciencia y tecnología en América Latina son mujeres, por encima de otras regiones como Oceanía donde este número llega casi al 40%. Sin embargo, las científicas latinoamericanas suelen concentrarse en áreas como educación y humanidades, salud, biología y ciencias sociales. Estas cifras son alarmantes en países como República Dominicana, dónde las mujeres representan el 61% del alumnado universitario, pero solo el 11% realiza su carrera en las áreas de ciencia y tecnología. Las mismas mujeres son las que están trabajando por cambiar estos datos. Empresas como Ada IT buscan empoderar a miles de jóvenes en Latinoamérica a través de la tecnología al brindar programas de formación técnica en programación, así como habilidades blandas y capacitación en lenguas extranjeras.
- Conexión internacional: En contraste con las viejas prácticas, las empresas que nacen hoy lo hacen de manera global: las barreras políticas y económicas son mucho más flexibles y las nuevas compañías deben adaptarse a esta realidad. Los emprendimientos de América Latina pueden mejorar su enfoque de exportación y conseguir clientes de otros países: el nivel de ventas internacionales para los emprendimientos femeninos en Brasil, Guatemala y Ecuador es de casi 0%, según los estudios de GEM. El uso de nuevas herramientas digitales permite que emprendimientos como PassforSales y Archgroup puedan desarrollarse sin límites, obteniendo ganancias en más de un solo país y exportando conocimiento latinoamericano al mundo.
- Financiamiento: “Muchas mujeres son propietarias de pequeñas y medianas empresas en los países en desarrollo, pero más del 70 % no tiene acceso a instituciones financieras o no recibe servicios financieros adecuados para satisfacer sus necesidades”, sostiene Ceyla Pazarbasioglu, directora senior de la Práctica de Finanzas, Competitividad e Innovación del Banco Mundial. Así, las mujeres cuentan con menor probabilidad de obtener financiamiento formal y, a menudo, sus tasas de interés son más altas. Además, las mujeres empresarias en algunas regiones y sectores reciben préstamos por montos más pequeños. Esto provoca que gran parte de las mujeres de la región dependan de fuentes de financiamiento internas e informales: en México el 95% de los prestatarios de las instituciones de microfinanzas son mujeres.
El Banco Mundial lleva adelante la Iniciativa de Financiamiento para Mujeres Emprendedoras (We-Fi) con el objetivo de promover la actividad empresarial de las mujeres y ayudar a las que viven en países en desarrollo a tener mayor acceso al financiamiento, los mercados, la tecnología y las redes que se necesitan para montar un emprendimiento y hacerlo crecer.
Estos cinco aspectos requieren de algo aún mayor: un cambio de mentalidad. Es muy complejo empoderar a las mujeres para llevar adelante sus negocios si las sociedades no eliminan sus prejuicios y preconceptos. El argumento a favor de la igualdad de género se basa tanto en los derechos humanos como en los argumentos económicos.
Apoyar la participación económica de las mujeres genera enormes beneficios para las familias, las comunidades y las economías. Si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres en los mercados laborales, algunas economías podrían crecer hasta en un 34 por ciento más. Nuevas empresas creadas y gerenciadas por mujeres permitirían la creación de más empleos e incrementarían la innovación y competitividad, reduciendo la pobreza y fomentando el crecimiento económico.
Cerrar las brechas de género y brindar herramientas a las mujeres emprendedoras deben ser dos pilares centrales de cualquier estrategia para crear economías y sociedades más sostenibles e inclusivas.