Mil millones de personas —fundamentalmente en África al sur del Sahara y Asia meridional— viven sin electricidad. Esto representa una barrera fundamental para el progreso de una proporción importante de la población mundial y tiene efectos en diversos indicadores de desarrollo, en materia de salud, educación, seguridad alimentaria, igualdad de género, medios de subsistencia y reducción de la pobreza.
El número de personas que consigue acceso a la electricidad ha aumentado desde 2010 hasta llegar a alrededor de 118 millones cada año, pero estos esfuerzos deberán acelerarse si el mundo quiere cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7, es decir garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos a más tardar en 2030.
¿Por qué sigue siendo un desafío lograr el acceso universal? Las personas que continúan sin tener servicio de energía eléctrica viven en zonas remotas, o son pobres, o se encuentran en ambas situaciones. En las zonas urbanas, las comunidades pobres son las que permanecen desatendidas. Estas deberían ser cubiertas con facilidad, si bien en los asentamientos informales donde viven muchas de ellas es difícil instalar infraestructura permanente. Extender la red principal para llegar a las viviendas en zonas apartadas resulta extremadamente costoso. Incluso el uso de sistemas fuera de la red puede ser complicado desde el punto de vista financiero.
La falta de capacidad de generación de energía suficiente, la infraestructura de transmisión y distribución deficiente, los costos altos del abastecimiento en zonas remotas o simplemente la poca asequibilidad de la electricidad son algunos de los mayores obstáculos para extender la electricidad con conexión a la red.
En el caso de la electrificación sin conexión a la red, como las minirredes, los mayores problemas son las políticas y reglamentaciones inadecuadas, la falta de planificación y de apoyo institucional, la carencia de financiamiento para empresas que ofrecen servicios no conectados a la red, y la poca accesibilidad económica para los hogares más pobres.
Historias positivas
Numerosos países han logrado avances claros en la ampliación del acceso a la electricidad en los últimos años, y existen factores comunes entre estos países. Estos incluyen el compromiso político y el financiamiento sostenidos, políticas e incentivos acertados, instituciones sólidas, y el equilibrio apropiado entre los sistemas con y sin conexión a la red.
Los países que han tenido éxito han sido capaces también de compaginar el objetivo de la viabilidad financiera de los proveedores de electricidad con la necesidad de mantener precios asequibles, por ejemplo, a través del uso estratégico y selectivo del financiamiento público. La aplicación de estos principios fundamentales puede manifestarse de distintas formas, dependiendo de las condiciones locales.
Bangladesh, por ejemplo, ha utilizado sistemas domésticos de energía solar sin conexión a la red suministrados por el sector privado y la extensión de la red principal pública a través de un programa cooperativo rural, aumentando el porcentaje de la población con electricidad del 32 % al 62 % entre 2000 y 2014.
Vietnam y Ghana, entre otros países, se han centrado más en ampliar la red. China e India también han conseguido grandes avances combinando tecnologías y modelos de negocios, con y sin conexión a la red.
En Kenya, por ejemplo, se instalaron 700 000 sistemas solares domésticos y se usó una modalidad de prepago, un plan flexible que permite dar acceso a la electricidad a más personas. Los modelos de “pago por uso” se han vuelto cada vez más atractivos en muchos mercados, expandiéndose por toda África. Una de las mayores ventajas de esta modalidad es que las personas pueden pagar en cuotas.
El Banco Mundial muestra un historial extenso de ayuda a los países en desarrollo para ampliar el acceso a energía asequible, confiable, sostenible y moderna. Y esto lo hace apoyando inversiones en la red eléctrica y ayudando a desarrollar mercados fuera de la red, por ejemplo, a través de programas como Iluminación para el Mundo. (i) Desde 2010, el Banco Mundial ha proporcionado más de USD 5000 millones para unos 70 proyectos de acceso a la energía en más de 35 países.
Conectar a “la última milla”
Dar acceso a “la última milla” —abastecer de electricidad a hogares y negocios y edificios públicos locales— es un objetivo importante para el Banco Mundial, en particular en África y Asia meridional. En los últimos seis años, en la cartera del Banco Mundial se han incluido 28 proyectos de acceso para “la última milla”, 25 de los cuales respaldan sistemas sin conexión a la red.
El Programa de Electrificación de Etiopía —un crédito de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) por un monto de USD 375 millones— apoyará el Plan Nacional de Electrificación iniciado en 2017. Este plan impulsará esfuerzos que ayuden a transitar hacia la prestación de servicios para “la última milla”. Se proporcionará acceso a la electricidad a 1 millón de hogares, dándose prioridad inicialmente a las instalaciones de educación y salud. En la actualidad, solo el 24 % de las escuelas primarias y el 30 % de los centros de salud tienen acceso a servicios eléctricos.
En Bangladesh, el Banco Mundial ayudó a instalar 1,4 millones de sistemas solares domésticos. Ahora, más de 18,5 millones de personas en las zonas rurales tienen acceso confiable a electricidad generada a partir de energía solar.
En la estrategia del Banco Mundial, un elemento importante es aprovechar los esfuerzos con asociados en la tarea del desarrollo y el sector privado utilizando instrumentos financieros y reformas sectoriales e institucionales que promueven operaciones comerciales con y sin conexión a la red y que atraen la inversión privada.
En Tanzanía, por ejemplo, proyectos apoyados por el Banco han ayudado a crear el Organismo de Electrificación Rural y un Fondo de Electrificación Rural relacionado, que están impulsando este programa en todo el país.
Menores costos, mayor eficiencia
El Banco Mundial también continúa realizando investigaciones pioneras para hacer frente a los problemas energéticos. Por ejemplo, una serie de estudios sobre un marco de varios niveles (PDF, en inglés) está proporcionando una nueva y más profunda visión acerca del nivel y la calidad del acceso a través de sistemas con y sin conexión a la red, así como también en zonas desatendidas.
Con las soluciones innovadoras y las tecnologías modernas disponibles, ahora hay razones para ser optimistas acerca del logro del acceso universal. La caída de los costos de la energía renovable y de las tecnologías de almacenamiento, junto con una mayor eficiencia de los equipos y aparatos para los usuarios finales, brinda una enorme oportunidad de prestar más servicios con una menor inversión en energía.
Además, los nuevos modelos de negocios basados en la tecnología, como el “pago por uso” de la energía solar, ofrecen grandes oportunidades para la electrificación fuera de la red impulsada por el sector privado, siempre y cuando los países puedan crear un entorno propicio para la inversión.