El 2 de julio, el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, y el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, visitaron Bangladesh para observar directamente la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en el mundo.
Antes de partir, instaron a la comunidad mundial a no ignorar la difícil situación de los refugiados rohinyás que han huido del país vecino de Myanmar.
Ahora, muchos de ellos temen que sus chozas —hechas de bambú y planchas de plástico y situadas en cerros deforestados— se desmoronen debido a las lluvias torrenciales durante la temporada de los monzones.
Pero el flujo de refugiados no se ha detenido. Durante la visita de Kim y Guterres a Cox’s Bazar, bajo un cielo cubierto de nubes, más personas arribaron trayendo consigo sus historias de sufrimiento y brutalidad.
“He visitado algunos de los países más pobres del mundo, pero la experiencia aquí ha sido muy preocupante”, dijo Kim. “Me conmovió profundamente el valor y la dignidad del pueblo rohinyá, y me consternaron sus relatos de lo que han tenido que soportar: violaciones, torturas, asesinatos, la quema de viviendas. Como dijo el secretario general de la ONU, los rohinyás son una de las comunidades más discriminadas y vulnerables en el planeta”.
, señaló Kim. Sin embargo, la responsabilidad no debería ser solo de Bangladesh.