A simple vista, los bosques de mangles lucen como hileras anchas de árboles con raíces y ramas retorcidas y delgadas, que se entrelazan semisumergidas en las playas, desembocaduras de ríos y lagunas de zonas costeras tropicales y subtropicales. Sin embargo, tras esta maraña de plantas hay mucho por descubrir.
Los mangles son árboles que toleran tanto el agua dulce como el agua salada y de los pocos que se han adaptado para vivir en condiciones de inundación. Ocupan 15,2 millones de hectáreas en 123 países. Y aunque, con sus casi 60 especies, representan menos del 1% de los bosques tropicales del mundo (y menos del 0,4% de todos los bosques), son importantes pulmones del planeta.
No son solo paisajes con los que cualquier dron se daría un buen banquete visual (bandadas de aves dibujan trazos de colores sobre el verde de su densa y vegetación), los bosques de mangles son vitales para muchas especies y para las comunidades de las costas, incluyendo las de América Latina y el Caribe, que cuenta con dos de los 5 países con mayor extensión de bosques de manglar del mundo: Brasil y México.
Según la FAO, en 2015 se registraban 4,6 millones de hectáreas de manglares en América Latina y el Caribe, con presencia en todas las subregiones menos en el Cono Sur (Argentina, Uruguay, Chile). La mayoría de los bosques de mangles de la región se encuentra en la costa de los países del Amazonas (solo Brasil tiene el 70% de manglares en esta subregión). En el Caribe, es Cuba el que tiene la mayor cantidad de bosques de mangle.
¿Por qué son vitales? ¿Qué pasaría si no existieran? ¿Por qué son clave para el desarrollo? Aquí cinco cosas que nos urge saber sobre los manglares; cinco razones para cuidarlos:
1) Reservorios de biodiversidad
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente destaca que los bosques de mangles son ecosistemas ricos en biodiversidad: funcionan como una suerte de guarderías de peces (en ellos se desovan y se crían cientos de especies de peces pequeños).
Son el hogar de moluscos y crustáceos; y la pista de aterrizaje y zonas de anidamiento de gran cantidad de aves. Sus raíces, además, son el refugio de reptiles y anfibios.
Por otro lado, facilitan la salud de ecosistemas adyacentes, como los arrecifes de coral y tienen el doble de la capacidad de almacenamiento de carbono (1.000 toneladas por hectárea) que la que tienen los bosques de tierras altas y cinco veces más que los bosques de sabana.
Son fuente de materia orgánica e inorgánica que sostiene la cadena alimenticia: sus hojas de descomponen para dar alimento a peces pequeños que, a vez, son el bocado de otras especies más grandes.
2) Proporcionan medios de vida
Más de 100 millones de personas en las zonas tropicales e intertropicales del mundo viven cerca de manglares; y de estas, casi 30 millones viven en América Latina y el Caribe.
Para la mayoría de ellos, estos bosques constituyen el principal medio para la obtención de alimentos e ingresos y de una u otra forma, los servicios de aprovisionamiento derivados de estos ecosistemas nos benefician a todos.
En los manglares hay gran cantidad de materia prima como madera de calidad para la construcción de casas (su madera es resistente a las termitas). También es muy preciada para la construcción de barcos y muelles debido a su densidad y resistencia a la putrefacción.
De sus ramas y hojas se obtienen hierbas medicinales, tinturas, entre otros. La miel del mangle es muy preciada por su dulzura y a la vez por su matiz salado. De sus árboles también se extrae sal.
Son lugares claves para el desarrollo de la pesca familiar y de la pesca a gran escala.
Asimismo, los bosques de mangle se han convertido en parte del atractivo turístico y ecoturístico de las costas y en lugares codiciados para los deportes acuáticos.
Justamente por los grandes beneficios que aportan, surge una de las principales preocupaciones de los defensores del medioambiente: los manglares están siendo sobre explotados y cada vez hay más llamamientos para promover la necesidad de protegerlos.
3) Un muro natural para proteger las costas
Cuando surgen las grandes tormentas, el temor se acuartela en los habitantes de las zonas costeras. No tardan en aparecer cifras que justifican el miedo: decenas de muertos, miles de millones de dólares en pérdidas, más personas con posibilidades de caer en pobreza extrema, migraciones forzadas por las pérdidas y por las condiciones climáticas. También los eventos de menos escala, pero más frecuentes tienen consecuencias para las comunidades que viven los litorales.
Los manglares son los únicos bosques del mundo que representan una suerte de muro natural que hace frente a las tormentas. Si los manglares desaparecieran, las comunidades también se quedarían sin una de las barreras de protección para mitigar la erosión del suelo.
En el informe Gerenciando las costas con soluciones basadas en la naturaleza (en inglés), expertos del Banco Mundial y de la organización The Nature Conservancy señalan, por ejemplo, que la altura de las olas se puede reducir entre un 13% y un 66% cuando existe un cinturón de manglares de 100 metros de ancho; y si este tiene 500 metros de ancho, el tamaño de las olas disminuirían entre 50 y 100%. Las especies con vegetación más densa son las más efectivas para esta tarea de contención.
Los especialistas también indican que un kilómetro de ancho de bosque de manglar rebajaría los niveles máximos de agua entre 5 y 50 centímetros, lo que en momentos de inundación puede significar una gran diferencia en cuanto a daños a la propiedad y pérdidas de vida.
4) Sin manglares, mayores pérdidas
Luego de haber analizado 700.000 kilómetros de zonas costeras en 115 países, el experto Michael Beck, líder de la investigación por parte de la organización The Nature Conservancy, destaca que:
- Sin los manglares, 18 millones más de personas sufrirían cada año los impactos de las inundaciones.
- Sin la protección natural que ofrecen los bosques de mangles, los daños a la propiedad costarían 82.000 millones de dólares más.
- Solo Vietnam, China, Filipinas, Estados Unidos y México ahorran 57.000 millones de dólares en daños a la propiedad gracias a los manglares que tienen en sus territorios.
- Si los manglares desaparecieran, un 32% más de personas se verían afectadas por las inundaciones 1 vez cada 10 años y un 16% más de personas se verían afectadas 1 vez cada 100 años.
“Nuestros ecosistemas naturales suelen ser más valiosos para nosotros de lo que sabemos, y protegerlos beneficiará directamente tanto a las personas como a la naturaleza”, señala Beck en este blog.
Aunque los manglares son complementarios a otras estrategias de reducción de riesgo costero como sistemas de alerta temprana, planificación para que las viviendas no se ubiquen en zonas de alto riesgo, entre otras medidas; y aunque su capacidad de protección también esté limitada por factores como la velocidad de los vientos o la altura del tsunami, estos ecosistemas resultan clave a la hora de definir estrategias para defender las costas, cuidar a las personas que las habitan y construir mayor resiliencia ante los desastres.
5) Están desapareciendo a gran velocidad
Pese a su importancia, un 19% de los manglares del mundo desaparecieron entre 1980 y 2005. Y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente advierte de que los manglares, amenazados por el desarrollo costero sin planificación, la tala y deforestación indiscriminada, la acuicultura sin controles, entre otros peligros como vertidos petroleros o la desecación, están siendo destruidos a un ritmo entre tres y cinco meses por encima del promedio de la deforestación global.
Durante las últimas décadas del siglo pasado, algunos países de América Latina y el Caribe perdieron entre un 25% y un 70% de la cobertura de manglar, según una investigación de Instituto de Ecología de México. En ese país, por ejemplo, se deforestó el 60% de la superficie total de manglares. El 70% de los manglares de Ecuador desapareció y en las Antillas menores el porcentaje de deforestación alcanzaba el 25%.
La noticia esperanzadora es que durante los últimos años algunos de estos y otros países de la región han decidido proteger cada vez más los territorios con presencia de manglares. En marzo de este año, Brasil sumó 3.850.353 hectáreas de los estuarios del Amazonas (Amapá, Maranhao y Pará) y estos manglares entraron en la lista de sitios de la Convención de Ramsar, organización internacional dedicada a la protección de los distintos tipos de humedales en todo el mundo. En Colombia, las zonas de Cabo Manglares, Bajo Mira y Frontera se declararon áreas protegidas.