En muchos países en desarrollo, las mujeres enfrentan barreras importantes que les impiden participar de manera igualitaria en la sociedad. Si bien algunos de estos obstáculos son fáciles de detectar, nuevas investigaciones han descubierto una posibilidad sorprendente y menos obvia: .
“La igualdad de género es importante no solo porque puede ayudar a acelerar los avances hacia el fin de la pobreza, sino porque brinda a todos la oportunidad de desarrollar su potencial”, dijo Asli Demirüç-Kunt, directora de Investigación del Banco Mundial. “Comprender las causas más profundas de las barreras que enfrentan las mujeres puede ayudar a los países a ser más eficaces en sus esfuerzos por crear condiciones equitativas”.
En el marco de la serie Charlas de investigaciones sobre políticas, (i) el economista Owen Ozier del Banco Mundial impartió un curso rápido sobre lingüística y su relación con las normas de género y los resultados económicos para las mujeres. Según Ozier, investigaciones actuales ya han mostrado indicios de un vínculo entre la gramática y el género. Algunos idiomas, como el español y el ruso, por ejemplo, clasifican los sustantivos en masculinos y femeninos (o, a veces, incluso estos son neutros). Algunos experimentos en ciencias políticas llevados a cabo recientemente han indicado que Las investigaciones económicas también señalan que los migrantes que llegan a Estados Unidos tienden a distribuir más las tareas domésticas según el sexo si hablan un idioma con un componente de género.
Sin embargo, Ozier y su colega Pamela Jakiela del Centro para el Desarrollo Mundial querían obtener pruebas más concluyentes, y en un nuevo documento (i) presentan los resultados de “un viaje” para identificar la estructura gramatical en 4334 idiomas con consideraciones de género, que en conjunto representan el 99 % de la población mundial. Para lograr esta proeza lingüística, se basaron no solo en fuentes de información existentes como el Atlas Mundial de Estructuras Lingüísticas, sino también en análisis a fondo de libros de texto e investigaciones académicas, y en los conocimientos del personal del Banco Mundial en oficinas tan lejanas como en Fiji.
Su trabajo rindió frutos sacando a la luz datos esenciales sobre el lenguaje que se desconocían anteriormente. Por ejemplo, Pero lo que es más importante, Ozier y Jakiela pudieron tomar este nuevo conjunto de datos y relacionarlo con resultados para las mujeres en todo el mundo, como la participación femenina en la fuerza laboral, el nivel educativo y las normas de género.
Sus hallazgos son sorprendentes. , incluso después de controlar diversos factores geográficos y económicos que podrían estar impulsando la diferencia. En términos prácticos,
“El género gramatical es solo una entre las diversas estructuras lingüísticas que usamos, y solo uno de los numerosos incentivos psicológicos que experimentamos de manera constante. Incluso sin modificar el lenguaje, los cambios en las políticas y las normas sociales pueden afectar los niveles de participación en la fuerza laboral, los niveles de escolaridad y las oportunidades disponibles para las mujeres”.
Las actitudes hacia las mujeres también se ven afectadas por los idiomas con consideraciones de género, lo que explicaría por qué estos idiomas pueden traducirse en resultados como una menor participación femenina en la fuerza laboral. A partir de los datos de la Encuesta Mundial de Valores, Ozier y Jakiela encontraron que aquellos que hablan un idioma con consideraciones de género tienen más probabilidades de estar de acuerdo con afirmaciones como: “En general, los hombres son mejores ejecutivos que las mujeres” o “Cuando los empleos son escasos, los hombres deberían tener más derecho a un trabajo que las mujeres”. Quizás lo más sorprendente es que las mujeres tienen las mismas probabilidades de apoyar estas posturas que los hombres, lo que indica cuán generalizado es el efecto del idioma en las creencias.
No satisfechos con el amplio análisis de países de todo el mundo, Ozier y Jakiela examinaron también de cerca algunos países —Kenya, Níger, Nigeria, Uganda e India— donde se hablan lenguas indígenas con y sin consideraciones de género. Ellos confirmaron sus conclusiones más generales: las lenguas con consideraciones de género se asocian sistemáticamente con una menor participación de la mujer en la fuerza laboral. En estos países, dichos lenguajes también guardan relación con tasas de finalización de la educación primaria y secundaria más bajas.
Dado que los idiomas cambian lentamente, y con frecuencia estos cambios escapan al control de las instituciones, las conclusiones podrían ser causa de resignación. No obstante, Ozier es optimista.
“El género gramatical es solo una entre las diversas estructuras lingüísticas que usamos, y solo uno de los numerosos incentivos psicológicos que experimentamos de manera constante”, dijo Ozier. “Incluso sin modificar el lenguaje, los cambios en las políticas y las normas sociales pueden afectar los niveles de participación en la fuerza laboral, los niveles de escolaridad y las oportunidades disponibles para las mujeres”.