Era una mañana fresca y brumosa, y unos 30 hombres se reunieron dentro de un aula en el Centro de desmovilización de Mutobo, en la Provincia del Norte de Rwanda, mientras afuera del lugar varios pájaros gorjeaban ruidosamente. Todos eran excombatientes que habían regresado de manera voluntaria desde la vecina República Democrática del Congo (RDC) y buscaban reintegrarse en la vida civil. Tomaban notas con interés y escuchaban con entusiasmo a su instructor, que impartía una clase de historia.
En 1994, Rwanda enfrentó el genocidio contra los tutsis, en que murieron más de 1 000 000 de tutsis y hutus moderados en solo 100 días. El país quedó devastado. Después de que el Frente Patriótico Rwandés, encabezado por el actual presidente Paul Kagame, tomó el poder, el antiguo ejército gubernamental y los paramilitares huyeron a lo que es ahora la RDC donde numerosos combatientes lucharon por sobrevivir durante décadas.
Tras el genocidio, el Gobierno de Rwanda adoptó medidas para abordar el impacto de la guerra y avanzar hacia la reconciliación nacional. Un componente clave fue el desarme, la desmovilización y la repatriación de grupos armados, incluidos los ejércitos del antiguo y del nuevo Gobierno.
En 1997, se creó la Comisión de Desmovilización y Reintegración de Rwanda (RDRC, por sus siglas en inglés) (i) y desde entonces ha desmovilizado y ha brindado apoyo para reinsertarse a más de 70 000 excombatientes. El Banco Mundial, a través de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), respaldó estos esfuerzos con dos proyectos consecutivos: el Programa de Emergencia para la Desmovilización y la Reintegración (2002-08) (i) y el Segundo Proyecto de Emergencia para la Desmovilización y la Reintegración (SEDRP, 2009-2017). (i)
“Rwanda ha logrado avances extraordinarios en los últimos años”, dijo Yasser El-Gammal, gerente del Banco Mundial a cargo de las operaciones en Rwanda. “La consolidación de la paz y de la estabilidad en la región es crucial para el país para seguir logrando un sólido crecimiento económico y mejoras considerables en las condiciones de vida de todos los rwandeses”.