En marzo de 2019, una pequeña expedición escaló el monte Kenya para ver directamente de qué manera el cambio climático afecta a las comunidades y cómo estas se adaptan y crean oportunidades para acciones climáticas. Tim Jarvis, quien dirigió la expedición, es el fundador de 25zero, (i) una campaña que muestra de qué forma el calentamiento global tiene impacto en los glaciares ubicados en las montañas tropicales. Tim dirigió un equipo de cinco miembros, tres de ellos del Grupo Banco Mundial: John Roome, (i) director superior del Grupo de Cambio Climático; Merli Margaret Baroudi, (i) directora de Economía y Sostenibilidad de MIGA, y Prashant Kapoor, (i) especialista principal sectorial del Grupo de Actividades relativas al Cambio Climático de IFC. También se sumaron la representante del Gobierno de Kenya, Patricia Achieng Nyingu’ro, quien es meteoróloga jefa del Ministerio de Medio Ambiente y Bosques, y Liatile Putsoa, embajadora juvenil de Connect4Climate. (i)
La primera línea frente al cambio climático
El monte Kenya, la montaña más alta de Kenya y la segunda más alta de África, es una presencia imponente que se ve incluso a 150 km de Nairobi. Toma su nombre, aparentemente, de las palabras del pueblo Akamba que significan brillo o resplandor, representando un homenaje a las capas de nieve perennes que alguna vez fueron su rasgo distintivo. En la actualidad, los glaciares que dieron su nombre a la montaña están en rápida retirada. Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), solo quedan 10 de los 18 glaciares que cubrían la cumbre del monte Kenya hace un siglo. Y el aumento de la temperatura podría provocar que ya no haya hielo en el monte Kenya en los próximos 25 años: un cambio simbólico de los mayores impactos del cambio climático en la región.
África es responsable de solo el 4 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero un asombroso 65 % de su población se ve directamente afectado por el cambio climático. En mayo de 2018, las lluvias torrenciales desarraigaron a cientos de miles de personas en toda África oriental: 260 000 fueron desplazadas en Kenya, y 500 000 se vieron afectadas en Somalia. Las inundaciones se produjeron justo cuando muchas personas se estaban recuperando de la sequía y el hambre que había azotado la región, y desaceleraron la producción agrícola en Kenya, aumentaron los precios de los alimentos y la inflación, e hicieron mella en el crecimiento económico. El hambre también va en aumento después de muchos años de disminución, junto con la desnutrición que afecta a una quinta parte de los africanos —257 millones de personas—, debido principalmente al empeoramiento de las condiciones ambientales y los fenómenos climáticos extremos.
De cara al futuro, si los impactos climáticos no se controlan, las proyecciones también son sombrías: África al sur del Sahara podría tener más de 86 millones de migrantes climáticos para 2050. La escasez de agua relacionada con el clima por sí sola podría costar a los países del Sahel hasta el 6 % de su producto interno bruto (PIB), aumentando la migración y provocando conflictos. En Kenya, el derretimiento de los glaciares ya está afectando los medios de subsistencia de los agricultores y pastores, desatando brotes de violencia.
Generar oportunidades para un crecimiento más limpio y resiliente
Abordar el problema del cambio climático plantea un desafío importante para todos los países. Pero las acciones para hacerlo también podrían representar grandes oportunidades económicas. A nivel mundial, una acción audaz sobre el clima podría generar beneficios económicos por valor de USD 26 billones para 2030 y crear 65 millones de empleos. (i) Y los países de todo el continente africano tienen una gran oportunidad de superar el desafío climático y construir ciudades donde las personas puedan moverse, respirar y ser productivas; desarrollar sistemas de energía y agua resilientes y viviendas resistentes a climas extremos, y crear sistemas alimentarios y agrarios más sólidos y resilientes.
La semana pasada, en la tercera cumbre One Planet celebrada en Nairobi, se presentaron abundantes evidencias de que África es un lugar vibrante para las innovaciones y las inversiones climáticas. África ya alberga una de las principales centrales de energía solar concentrada del mundo —el complejo Noor, en Marruecos, que suministra electricidad a las viviendas de más de 1,1 millones de marroquíes— (i) que ha acelerado la inversión mundial en esta interesante tecnología. En Kenya, las innovaciones en materia de tecnología y seguros ayudan a proteger con tecnología satelital a más de 150 000 pastores (i) vulnerables a inundaciones o sequías, quienes de esta manera pueden saber si la vegetación es “marrón” o “verde” y determinar la cobertura de seguro. Hoy, estas innovaciones son respuestas de África al cambio climático, y podrían ser soluciones mundiales en el futuro.
Esta semana, en Ghana, durante la Semana del Clima de África, el Banco presenta una asociación con Inyenyeri, una empresa de Rwanda que mediante un enfoque innovador aprovecha el mercado de las cocinas no contaminantes para reducir en un 98 % la contaminación del aire en los hogares. El Banco también planteará cómo el poder de la cooperación, a través del financiamiento, los mecanismos de mercado y la tecnología, puede ayudar a armonizar la acción climática con los objetivos de desarrollo más amplios de la región.
Conclusión
Una expedición que escaló el monte Kenya fue testigo directo de los efectos del cambio climático en las comunidades y en el desarrollo. Y hubo muchas pruebas de ello: desde inundaciones extremas hasta signos de deforestación. Pero también pudieron ver historias positivas de personas que ya están respondiendo al cambio climático y creando resiliencia frente a los impactos futuros, por ejemplo, con prácticas de recolección de agua innovadoras y prácticas agrícolas inteligentes en relación con el clima.
La escalada no solo puso de manifiesto las vulnerabilidades de las comunidades a las perturbaciones y presiones climáticas mundiales, sino que también reforzó la necesidad de obtener apoyo para la adaptación y la resiliencia. Más de la mitad (entre USD 12 000 millones y USD 12 500 millones) del financiamiento por valor de USD 22 500 millones proporcionado por el Grupo Banco Mundial para África para fines de adaptación al cambio climático y mitigación de este en el quinquenio 2021-25 se destinará a respaldar la adaptación y la resiliencia frente al cambio climático en ese continente.
Una conclusión tras el ascenso al monte Kenya fue que existe un claro y creciente riesgo climático, especialmente para África. Pero al mismo tiempo, también quedó de manifiesto que hay mucho espacio para que los líderes africanos, así como el espíritu empresarial del sector privado y el entusiasmo de sus ciudadanos, adopten medidas audaces para afrontar el cambio climático. Es posible que África esté en la primera línea de los impactos, pero también está a la vanguardia de algunas de las soluciones más interesantes.