La Amazonia es una de las pocas zonas silvestres que quedan aún y en ella vive quizás una cuarta parte de las especies terrestres del mundo. ¿Por qué esta biodiversidad es tan importante?
Los bosques y los ríos de la Amazonia son el hogar de una variedad extraordinaria de especies, algunas endémicas y otras en peligro, y muchas de las cuales todavía se desconocen.
Esta biodiversidad es importante a nivel mundial. Todas las especies en este sistema increíblemente biodiverso representan soluciones para un conjunto de desafíos biológicos, y cualquiera de ellas tiene un potencial transformador y podría generar beneficios para los seres humanos en todo el mundo. Por ejemplo, el descubrimiento de los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), inspirado por estudios de la serpiente terciopelo (una víbora tropical que vive en la Amazonia), sirve para controlar la hipertensión arterial de cientos de millones de personas en el planeta. Esta abundante diversidad de especies representa muchas oportunidades, esperando ser descubiertas. Otro ejemplo son las hormigas podadoras. Estas hormigas recopilan hojas para usarlas como abono de sus cultivos de hongos, evitando de manera deliberada aquellas con fungicidas naturales. Estudiar las especies que ellas evitan podría ser un método rápido para identificar nuevos fungicidas naturales. El conocimiento de las poblaciones indígenas puede desempeñar una función destacada en el descubrimiento de este potencial. La biodiversidad es también importante a nivel local, al constituir un capital natural que sustenta numerosas actividades humanas, particularmente los medios de subsistencia de los pobres. Por ejemplo, el pez gato gigante es un alimento de primera necesidad básico para las comunidades locales.
La biodiversidad amazónica cumple un papel crucial como parte de los sistemas mundiales, teniendo influencia en el ciclo mundial del carbono y, por consiguiente, del cambio climático, así como de los sistemas hidrológicos hemisféricos, sirviendo como un importante pilar del clima y las precipitaciones en América del Sur.
Si bien la mayoría de la gente sabe que la Amazonia almacena grandes cantidades de carbono y de ahí su importancia para el cambio climático, ¿podría decirnos más sobre los ciclos hidrológicos?
Muy poca gente sabe que la Amazonia genera alrededor de la mitad de sus propias precipitaciones, y que produce precipitaciones en lugares tan lejanos como Argentina, ayudando a la producción agrícola. No mantener este ciclo hidrológico podría conducir a un punto crítico, convirtiendo partes de la selva tropical en sabanas áridas y quizás en «caatinga» (un chaparral semiárido), así como afectar de manera negativa las precipitaciones y la agricultura en toda América del Sur. El científico experto en el clima Carlos Nobre y yo creemos que estamos cerca de este punto crítico, (i) siendo las primeras manifestaciones las sequías de 2005, 2010 y 2016. Sin embargo, hay buenas noticias. Al reconocer esta posibilidad y llevar a cabo esfuerzos de reforestación se puede recuperar un margen de seguridad.
¿Cuáles cree que son las principales amenazas para la Amazonia y las soluciones para enfrentarlas?
Desafortunadamente, la Amazonia está sometida a una presión cada vez mayor. Aunque los lugares con un riesgo más alto se encuentran en el sur y en el sureste (partes de Pará, Mato Grosso y Rondonia), las presiones están empezando a surgir en otros sitios.
Uno de los principales problemas es la deforestación debido a la cría de ganado u otras actividades agrícolas. La creación de infraestructura representa también una amenaza importante, especialmente si algunas de las obras se llevan a cabo como se conciben en la actualidad. Debemos pensar en alternativas y trabajar con los Gobiernos de los estados para crear modelos de desarrollo sostenible que protejan los bosques.
Desarrollar bioeconomías sostenibles será parte de la respuesta. Si los agricultores ven que pueden obtener ingresos de las actividades protectoras de los bosques, me imagino que serán bien acogidas. Otros ejemplos son la pesca y la acuicultura. Estas son realmente importantes tanto en términos bioeconómicos como para alimentar a la creciente población mundial. Sin embargo, todo depende de cómo se realice la acuicultura. El estado de Acre ha desarrollado una industria acuícola bastante productiva en los últimos 10 años. Dicha actividad de base biológica tiene mucho sentido y deberíamos buscar más oportunidades como esta, usando también el conocimiento de los pueblos indígenas para identificar nuevas oportunidades bioeconómicas.
Las ciudades sostenibles son asimismo fundamentales, pero se necesita una planificación cuidadosa y creativa. En Manaos, por ejemplo, en las actividades económicas se usan en gran medida materiales que no provienen de los bosques. Debemos empezar un diálogo acerca de cómo facilitar que las ciudades brinden beneficios reales a sus poblaciones, con mucho menos impacto en los bosques.
Otra solución es la infraestructura de bajo impacto. Un ejemplo excelente son las carreteras elevadas como las que existen en la región forestal del Atlántico. La línea de transmisión prevista entre Manaos y Roirama tendría menores impactos si el diseño de la línea propuesta se modificara para seguir la actual carretera, evitando mayores pérdidas de bosques y trastornos para las comunidades indígenas. Además, debemos pensar en cómo producir energía basada en combustibles no fósiles a partir de presas hidroeléctricas en una forma en que se mantengan los flujos de sedimentos y las rutas para las especies migratorias, tales como el pez gato gigante cuyo ciclo de vida abarca desde los estuarios a la cabecera de los ríos.
Respecto de los pueblos indígenas, en el informe de la IPBES se señala que la pérdida de hábitat y, por consiguiente, de biodiversidad es más lenta en los territorios que ellos gestionan. ¿Qué rol cree usted que desempeñan las comunidades indígenas y sus conocimientos en la protección y conservación de esta biodiversidad?
Los pueblos indígenas pueden desempeñar una función muy importante. Tienen conocimientos extraordinarios sobre los animales y las plantas locales y han logrado notables resultados a lo largo de milenios en el desarrollo de diferentes maneras de beneficiarse de los bosques.
La mayoría de los pueblos indígenas tienen un estilo de vida bastante sostenible. Básicamente, son grandes protectores de los bosques y, en la actualidad, cuidan alrededor de una cuarta parte de la Amazonia. Desde luego, no todos los pueblos indígenas querrán que no haya cambios, pero pese a eso hoy en día son algunos de nuestros mejores guardianes de la biodiversidad forestal. Son increíblemente inteligentes y capaces de avanzar de manera rápida a la era electrónica de la noche a la mañana, por ejemplo, usando GPS para elaborar mapas de sus tierras. Tienen, además, culturas individuales fascinantes.
Al ayudar a prevenir la deforestación, los pueblos indígenas cumplen un rol clave en la protección de la biodiversidad y en la lucha mundial contra el cambio climático. Están haciendo un enorme favor al resto de la humanidad en la manera en que ellos gestionan sus bosques. Son grandes aliados en la protección de la Amazonia y merecen muchísimo respeto y gratitud de parte de los países amazónicos y del resto del mundo por hacer eso.
El Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) apoyan el Programa de Paisajes Sostenibles de la Amazonia (ASL) que financia el FMAM. El ASL tiene como objetivo vincular zonas protegidas con paisajes productivos. ¿Cree que esto es una buena estrategia?
¡No podría estar más de acuerdo! El modelo de aquí en adelante debe incorporar las aspiraciones humanas en los sistemas naturales. Conectar las zonas protegidas ayudará a aumentar la seguridad de la biodiversidad, ya que los efectos del cambio climático se sienten, los animales y las plantas tratan de seguir sus condiciones necesarias, lo que significa que las zonas remotas son un problema y conectarlas es el camino hacia el futuro. La conectividad ayuda también a mantener la hidrología; la vegetación junto a los cursos de agua disminuye la erosión del suelo y proporciona conexiones adicionales. Sin embargo, las conexiones forestales de tierra firme apropiadas son también esenciales.
Al gestionarse un sistema, como la Amazonia, es crucial prestar atención a decisiones incrementales. Cada cambio gradual en el marco más amplio puede tener efectos acumulados, y de ser negativo estos impactos pueden ser enormes. La Amazonia es un sistema que se extiende hasta la cima de los Andes y lo que sucede en las altitudes por encima de los bosques afecta a los bosques en sí. Las actividades humanas son una pieza importante del rompecabezas que se debe encontrar para gestionar esto como un sistema. Sé que a algunas personas les preocupa el reciente cambio de orientación de las políticas en Brasil hacia la apertura de la Amazonia. Sin embargo, creo que cuando el Gobierno brasileño llegue a comprender la importancia de la Amazonia como un sistema, y su aporte a la economía y la agricultura de Brasil, entenderá que tener una región amazónica sostenible y que funciona bien es lo mejor para todos los brasileños.