Una de las preguntas más difíciles en el campo del desarrollo es: ¿dónde invertir los pocos recursos disponibles para lograr el máximo impacto en la vida de las personas?
Cuando Bolivia se enfrentó a esta pregunta hace casi 15 años, una tendencia del país era clara: la población se estaba mudando a las ciudades. En 1990, poco más de la mitad de los bolivianos vivía en ciudades. En 2005, casi dos tercios de ellos residían en zonas urbanas.
A partir de 2006, el Banco Mundial colaboró con el Gobierno de Bolivia en un gran proyecto de infraestructura urbana dirigido a tres ciudades: la más grande, Santa Cruz (1,4 millones de habitantes), El Alto (840 000 habitantes) y la capital, La Paz (750 000 habitantes).
Las necesidades de cada ciudad diferían según su geografía. Santa Cruz, la ciudad más grande de Bolivia, se encuentra en las tierras bajas tropicales del país con temperaturas medias cálidas y abundantes precipitaciones. La Paz y El Alto se ubican en los valles de los Andes a más de 3600 metros sobre el nivel del mar. Pese a estar cerca de la línea ecuatorial, el clima es similar al de algunas partes de Noruega.
Sin embargo, en las tres ciudades se necesitaban mejoras de infraestructura similares, como carreteras, alcantarillas, aceras y sistemas de tránsito. A través de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el Banco Mundial proporcionó USD 54 millones para el proyecto, en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo, para mejorar la infraestructura en 45 vecindarios de las tres ciudades.
Este financiamiento permitió construir nuevas carreteras y aceras en El Alto, que beneficiaron a casi 200 000 personas. En La Paz, más de 28 000 personas obtuvieron un mejor acceso a servicios básicos. Y más de 34 000 residentes de Santa Cruz fueron conectados a la red de alcantarillado.
Uno de los objetivos fundamentales del proyecto fue promover la participación de las mujeres en las actividades comunitarias y en los puestos de liderazgo de los comités que ayudan a administrar los vecindarios. Aproximadamente 40 000 mujeres de barrios seleccionados se beneficiaron de manera directa con el proyecto, por ejemplo, mediante asistencia técnica en áreas como gastronomía y manufactura textil para ayudarlas a crear microempresas. Solo en El Alto, más de 102 000 mujeres resultaron beneficiadas con las mejoras en el ámbito del transporte.
En los vecindarios seleccionados de La Paz, el tiempo promedio de viaje a la parada de autobús más cercana se redujo de casi 20 minutos a 7 minutos, en tanto que los valores de las propiedades, según estimaciones, casi se duplicaron. Los planificadores del proyecto intercambiaron enseñanzas en temas como el mejoramiento de barrios, la gestión urbana y la participación comunitaria con funcionarios en Guatemala y Ecuador (Quito).
En las tres ciudades, los beneficios en materia de infraestructura repercutieron en casi todos los aspectos de la vida de las personas. “Estoy muy feliz de haber encontrado un lugar donde mi hijo puede aprender y crecer, y estar seguro, mientras yo estoy trabajando”, dijo Gladys Humeres. Gladys encontró empleo en una guardería de un centro comunitario ubicado en un vecindario que se benefició con las mejoras.
El programa se empezó a ampliar en La Paz y, hasta la fecha, ha ayudado a mejorar la infraestructura en más de 100 barrios de la capital boliviana.