Existe un debate sobre el uso de la expresión “desastre natural” para referirse a los impactos en los bienes y en las personas que dejan tras de sí los fenómenos de la naturaleza. La respuesta corta es que los desastres no son naturales, incluso cuando cada vez con más frecuencia estos eventos causan miles de millones de dólares en pérdidas, y en momentos en que el mundo se enfrenta a nuevas amenazas como la propagación de nuevos virus.
Después de Asia y África, América Latina y el Caribe es una de las regiones más expuestas a desastres. Desde el año 2000, en promedio 17 huracanes tocan la región cada año y eventos como tormentas, sequías e inundaciones son cada vez más frecuentes, lo que deja un margen menor para la recuperación. En ese mismo periodo de tiempo se han registrado en la región alrededor de 75 terremotos.
En 2017, un estudio del Banco Mundial señalaba que cuatro de cada diez latinoamericanos estaban a un desastre de caer en la pobreza. El informe destacaba la relevancia de contar con la gestión del riesgo de desastres para poder afrontar los costos económicos y sociales que pueden dejar a su paso los huracanes, terremotos, sequías o incendios. Ese mismo año se evidenció en la realidad lo que mencionaba el informe, los estragos de los huracanes Irma y María en el Caribe causaron daños equivalentes al 200% del Producto Interno Bruto (PIB) de la pequeña isla de Dominica.
Posteriormente, se publicó el estudio Sobre incertidumbre y cisnes negros, a los cuales la región no es ajena. Un cisne negro es un evento impredecible y que por su misma condición no permite asegurarse con antelación por lo que causa daños considerables. Actualmente lo estamos viendo con la covid-19. A nivel global esta crisis sanitaria se considera la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. El Banco Mundial estima que, como consecuencia de la pandemia, alrededor de 50 millones de latinoamericanos caerán nuevamente en la pobreza.
Ante estos escenarios diversos es crucial saber en qué consiste la gestión del riesgo de desastres y la importancia de que los países cuenten con un plan que la incluya. Joaquín Toro, especialista líder en gestión del riesgo de desastres para el Banco Mundial, explica en esta entrevista realizada antes de la cuarentena los detalles y diferencias y nos aclara por qué un huracán es una amenaza natural y no un desastre en sí mismo.