Mucho antes del brote de la COVID-19, el acceso a oportunidades de estudio o trabajo y a los servicios públicos eran un problema para muchos latinoamericanos. Mudarse para estudiar o para conseguir un empleo era un hecho cotidiano debido a la fuerte concentración poblacional en pocas grandes ciudades que existe tanto en la región como a nivel mundial. De hecho, apenas el 1,5 % de la superficie terrestre alberga a la mitad de los casi 8.000 millones de personas que habitan el planeta.
Además de sus repercusiones en la salud pública, la pandemia de la COVID-19 permitió visibilizar aún más la brecha de infraestructura y servicios entre diferentes áreas, generando impactos económicos y sociales diferenciados según el lugar donde se viva.
“En un escenario de pandemia, las acciones para lograr la recuperación tienen el potencial de apoyar no solo las necesidades inmediatas, sino también los retos para lograr un desarrollo territorial integrado, coordinado y sostenible, mejorando la calidad de vida de las personas”, sostiene Nancy Lozano Gracia, especialista en desarrollo urbano del Banco Mundial.
Junto con otros expertos, Lozano Gracia presentó recientemente un reporte que analiza las principales dimensiones del desarrollo territorial en Argentina. En esta entrevista, discute sobre las oportunidades y los desafíos que enfrenta no solo este país sino toda la región para garantizar que todas las personas tengan un buen acceso a servicios, educación, salud, y oportunidades laborales sin importar donde se encuentren.
Pregunta: ¿Qué es el desarrollo territorial y por qué es importante para los países de la región?
Lozano: El desarrollo territorial es una perspectiva que parte de analizar dónde tienen lugar las relaciones sociales y económicas. La actividad económica, las personas, los puestos de trabajo y el nivel de vida muchas veces no están distribuidos equitativamente a lo largo y ancho de un país. Todos los países de América Latina y Caribe presentan diferencias regionales profundas. Es clave poder entender los principales desafíos y los beneficios de cada territorio, para poder identificar las oportunidades de crecimiento, desarrollo, y reducción en pobreza.
Una visión desde el desarrollo territorial puede ayudar a reducir las brechas territoriales y contribuir a potenciar la actividad económica de los países. Se trata, entonces, de utilizar un lente geográfico para analizar las oportunidades y los retos de un país, y así identificar las políticas necesarias para apoyar el crecimiento económico, y mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. Esta lente ayuda a priorizar acciones según las necesidades de cada área y facilita la coordinación entre diferentes sectores y actores.
Pregunta: ¿Cuáles son las claves para pensar el abordaje territorial?
Lozano: El objetivo final de una política de desarrollo territorial es que las personas tengan acceso a servicios, educación, salud, y oportunidades laborales sin importar donde vivan. Este fue, por ejemplo, nuestro objetivo con el estudio para Argentina.
Para estructurar la investigación, analizamos los retos a partir de tres pilares: escala, especialización y convergencia. Escala porque las personas y las empresas a menudo se concentran espacialmente en unos pocos lugares, lo que demuestra que la proximidad es valiosa. Especialización porque cuando los lugares están mejor conectados, pueden especializarse en lo que producen mejor, o diversificar e innovar, lo que permite que los beneficios de la concentración se extiendan a lo largo de los territorios. Y Convergencia porque la concentración espacial de personas y empresas en algunos lugares se puede aprovechar para mejorar las condiciones de vida en todos los territorios.
Pregunta: ¿Qué resultados encontraron en su informe respecto a Argentina?
Lozano: En Argentina, al igual que en otros países de América Latina, la población y la actividad económica se concentran en unos pocos lugares. Esto también se ve en países de ingresos altos, pero la diferencia es que la calidad de vida es igual sin importar en que región estés. Hay escala, hay especialización y hay convergencia en calidad de vida.
En Argentina vemos que hay concentración, pero no hay escala; la densidad empresarial es baja comparada con otros países de la región: mientras en México hay 34 empresas por cada 1000 habitantes, en Argentina hay solo 13 y en el norte argentino el número cae a tan solo 6. A la vez, predominan las microempresas sin posibilidades de crecimiento. Entre 2008 y 2015, el 40% de las microempresas cerraron, y de las que siguieron activas, el 57% permaneció micro después de 5 años.
También descubrimos que hay baja especialización tanto a nivel de las provincias como a nivel de las ciudades, dada la mala calidad o ausencia de conectividad física y blanda en ciertas partes de Argentina. De acuerdo al Índice de Desempeño Logístico (LPI), estudio que busca identificar retos y oportunidades en su desempeño logístico de comercio, en 2018 Argentina ocupó el puesto 61, detrás de Chile (34), México (51) y Brasil (56).
Finalmente, nuestro diagnóstico muestra que Argentina ha dado pasos importantes hacia la convergencia en indicadores de primer nivel, como el acceso a agua, pero persisten brechas importantes en indicadores de segundo nivel como la calidad de la educación secundaria o la conexión a servicios de saneamiento.
Pregunta: ¿Qué países de la región han trabajado en construir un programa de desarrollo territorial?
Lozano: Colombia es un buen ejemplo en la región, el desarrollo territorial es el hilo conductor del último plan nacional de desarrollo, estableciendo objetivos claros para cada una de las regiones. También se ha buscado potenciar el desarrollo de sus ciudades, integrando a los municipios en la planificación territorial y extendiendo los beneficios mucho más allá de la frontera urbana.
Brasil también ha dado grandes pasos hacia el desarrollo territorial. Por ejemplo, el gobierno desarrolló un sistema nacional de información para el desarrollo regional, lo que permite monitorear la evolución de las regiones y evaluar los resultados de las políticas implementadas y así poder introducir nuevos ajustes. En 2019, los diferentes esfuerzos dieron lugar a la Política Nacional de Desarrollo Regional, con el objetivo de crear nuevas oportunidades económicas y mejorar la calidad de vida en todos los territorios.
Pregunta: Pensando en la pospandemia, ¿qué oportunidades encuentran para implementar este enfoque?
Lozano: La pandemia evidenció aún más las brechas territoriales. Las repuestas a las crisis sanitaria y económica han sido distintas en diferentes regiones, algunas con menor capacidad para defenderse y reaccionar a los retos del coronavirus, haciendo más difícil la recuperación. Lograr la convergencia en calidad de vida a lo largo de todos los territorios y apoyar el desarrollo económico son dos prioridades centrales para la recuperación pospandemia.
En el caso de Argentina, esta urgencia puede impulsar al país a actuar en tres líneas principales: fortalecer sus instituciones, generar capacidades y alinear el presupuesto hacia estos retos. Al crear instituciones sensibles a las diferencias territoriales, fortalecer las capacidades subnacionales y establecer un fondeo constante, Argentina podría cerrar las brechas de calidad de vida entre los territorios, a la vez que apoya el crecimiento productivo de los polos económicos.