Por primera vez desde que se tiene registro, dos ciclones azotaron Honduras en una misma temporada. Es más, los huracanes Eta e Iota tocaron tierras centroamericanas en el mismo mes y de manera consecutiva en noviembre de 2020. Las zonas más afectadas fueron el norteño Valle de Sula, en Honduras, donde el agua llegó al nivel de tejados y la zona del río Ulúa, en el oeste del país, donde los niveles del agua aumentaron casi un metro por encima del nivel más alto registrado durante el devastador huracán Mitch en 1998.
Las estimaciones oficiales indican más de 4.5 millones de personas afectadas, incluyendo un lamentable saldo de 99 muertes y más de un millón de personas evacuadas. Una evaluación liderada por Naciones Unidas y el gobierno nacional, con apoyo del Banco Mundial, reveló que las pérdidas y daños por ambos huracanes equivalen a US$1.900 millones, lo que supondrá una reducción adicional del 0,8 % en el crecimiento económico en 2020. Eta e Iota agravaron la vulnerabilidad del país que ya enfrentaba los efectos compuestos del COVID-19 y La Niña, por lo que tenía una capacidad limitada para prepararse y responder a desastres. Al combinar esta situación con la caída de los ingresos por turismo y las remesas y estos dos huracanes, los impactos fueron aún más severos.
Una respuesta rápida y diligente
A finales de noviembre e inicios de diciembre, autoridades del Banco Mundial sostuvieron reuniones con el Gobierno de Honduras, junto a socios de la banca multilateral regional, para reiterar el compromiso de una pronta respuesta con asistencia financiera y técnica para apoyar las necesidades inmediatas del país.
Luego de estas reuniones, equipos técnicos del Banco Mundial y de Honduras acordaron que un proyecto de inversión sería el instrumento más efectivo para responder a esta emergencia. La preparación de este tipo de proyecto suele tomar meses, con estudios, diseños técnicos y aplicación de políticas de salvaguarda ante potenciales impactos ambientales o sociales. El proceso de preparación de un proyecto de inversión conlleva además una evaluación de las capacidades de la agencia implementadora para la gestión financiera, procesos de adquisiciones, seguimiento y evaluación del proyecto.
Con todo lo que implica la preparación de este tipo de programas, los equipos técnicos del Banco Mundial y del gobierno se propusieron preparar rápida y diligentemente este proyecto de emergencia de US$ 150 millones, para su aprobación por parte del Directorio Ejecutivo del Banco Mundial el 18 de diciembre de 2020. Es decir, prepararlo en tres semanas.
“Sabíamos que sería una temporada de huracanes difícil debido a la pandemia”, dijo Joaquín Toro, especialista líder del Banco Mundial en gestión de riesgo de desastres para América Latina y el Caribe. “Con base en la magnitud de estos huracanes, conocíamos las potenciales necesidades y por eso pudimos preparar un proyecto tan rápido”.
El Banco Mundial ya venía trabajando con Honduras en gestión de riesgos de desastres. Esto incluye, entre otros, asistencia técnica y financiera como la preparación del Crédito de políticas de desarrollo para la gestión del riesgo de desastres y la implementación del Proyecto de Gestión del Riesgo de Desastres, que desde 2013 ha apoyado el fortalecimiento de la capacidad de gestión del riesgo a nivel municipal y nacional. Este proyecto ha beneficiado a más de un millón de personas y contribuido al diseño y adopción de la gestión del riesgo de desastres y planes de respuesta ante emergencias en varios municipios. Además, ha apoyado a mejorar la habitabilidad, sostenibilidad o gestión en 34 ciudades.
El trabajo arduo y la estrecha colaboración entre equipos técnicos del Banco Mundial y de Honduras, así como el decidido apoyo de las respectivas autoridades, dieron como resultado la presentación del proyecto -preparado en tres semanas- y su aprobación en la fecha prevista.
Recuperación resiliente
Este proyecto financiará la rehabilitación y reconstrucción resiliente de alrededor de 200 infraestructuras públicas y comunitarias, la restauración y mejora de servicios públicos para 800.000 personas, la prestación de servicios de auxilio a 100.000 personas y la distribución de alimentos a 72.000 personas. Además, continuará fortaleciendo la capacidad institucional en el país para gestionar la reconstrucción y recuperación resiliente e inclusiva luego de desastres, con la capacitación de 200 líderes gubernamentales y locales. La implementación estará a cargo de la Secretaría de Desarrollo Comunitario, Agua y Saneamiento (SEDECOAS), con la supervisión de especialistas en gestión financiera y adquisiciones del Banco Mundial.
“La respuesta rápida del Banco Mundial busca ayudar a atender las necesidades más urgentes de las comunidades damnificadas y de quienes vieron perjudicados sus empleos, cultivos y fuentes de ingreso”, dijo Boris Weber, representante residente del Banco Mundial en Honduras. “Ante una devastación sin precedentes, nuestra respuesta sin precedentes apoyará, entre otros, la restauración y mejora de servicios como energía, agua, educación y salud para 800.000 personas, con procesos participativos para asegurar la inclusión de mujeres y de personas de comunidades indígenas y afrodescendientes”.